El hecho inesperado. Mercedes Montero Díaz

El hecho inesperado - Mercedes Montero Díaz


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particularmente propicio para el desarrollo de la personalidad[50]. Si bien en la sociedad de esos años, como se ha visto, la creación de un hogar descansaba sobre todo en la mujer, el fundador no pensó en las mujeres que ya eran del Opus Dei como protagonistas de ese ambiente, ni aparece entre las ocupaciones y apostolados femeninos que empezó a diseñar en sus Apuntes íntimos, a partir de 1930.

      Esta tarea específica de conseguir ese ambiente de familia constituía una prioridad para que el Opus Dei respondiera a lo que Escrivá consideraba era su carisma fundacional. Además, suponía un trabajo con un valor trascendente en sí mismo por su papel en la santificación de las personas. Por eso, transmitió a estas primeras mujeres que, con su dedicación a las tareas domésticas, contribuían a la creación de verdaderos hogares de familia y, por tanto, al desarrollo de la Obra.

      Se trataba de un trabajo profesional, un modo apostólico y medio de santificación al que pronto se le dio un nombre técnico: la Administración. Lo que se entiende en el Opus Dei por este término se podría definir entonces como un modo apostólico, liderado por mujeres que, de forma profesional y económicamente sostenible, comunica a los fieles de la Obra y a quienes entran en contacto con sus apostolados, un espíritu de familia y de santificación de las realidades ordinarias profundamente entrañados en el Evangelio, que dinamiza la entera labor que las personas de la Obra realizan en medio del mundo. En otras palabras, la actual Secretaria Central del Opus Dei explicaba que,

      Este planteamiento tan ambicioso llevaba consigo una prioritaria dedicación femenina a la Administración, puesto que era importante poner las bases, y retrasar un tiempo el desarrollo en otras áreas profesionales. Pero desde el primer momento, tanto el fundador como las mujeres del Opus Dei, eran conscientes de la importancia de esa dedicación y que no sería exclusiva de una forma permanente.

      Nisa González Guzmán recordaba una clase que Escrivá les dio en 1943. Ahí les hablaba del futuro.

      Con la vista puesta en el futuro, estas mujeres se pusieron a trabajar para hacer realidad ese panorama. Si bien se encontraron con muchas dificultades —que veremos más adelante— supieron afrontarlas con entusiasmo e iniciativa. Un entusiasmo que, a su vez, contagiaban a las chicas que se acercaban con interés de conocer el mensaje del Opus Dei.

      [1] Estos ritmos en el crecimiento ha llevado en ocasiones a fechar erróneamente el comienzo de la incorporación de las mujeres al Opus Dei en 1941 (cfr., por ejemplo, Mónica MORENO, “Mujeres en la Acción Católica y el Opus Dei. Identidades de género y culturas políticas en el catolicismo de los años sesenta”, Historia y Política 28 [2012], p. 170).

      [2] Cfr. Stanley G. PAYNE, El colapso de la República. Los orígenes de la Guerra Civil (1933-1936), Madrid, La Esfera de los Libros, 2005, p. 27.

      [3] Cfr. Ibídem, p. 25.

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