El libro negro del comunismo. Andrzej Paczkowski
y sus lacayos, por las acciones incesantes de los bandidos que ejecutan las órdenes de organizaciones hostiles a la Rusia soviética y a toda su población trabajadora24.»
En la larga enumeración de las causas de esta «calamidad» de la que todavía no se osaba decir el nombre, faltaba el factor capital: la política de requisas que desde hacía años sangraba una agricultura ya muy frágil. Los dirigentes de las provincias afectadas por el hambre, convocados a Moscú en junio de 1921, subrayaron unánimemente las responsabilidades del Gobierno, y en particular del todopoderoso comisariado del pueblo para el Suministro, en la extensión y el agravamiento del hambre. El representante de la provincia de Samara, un cierto Vavilin, explicó que el Comité Central de aprovisionamiento no había dejado, desde la instauración de las requisas, de hinchar las estimaciones de las cosechas.
A pesar de la mala cosecha de 1920, ese año habían sido requisados diez millones de puds. Se había echado mano de todas las reservas, incluidas las simientes para la futura cosecha. Desde enero de 1921, numerosos campesinos no tenían nada que comer. La mortalidad había comenzado a aumentar en febrero. En dos o tres meses, los motines y las revueltas contra el régimen habían cesado prácticamente en la provincia de Samara. «Hoy», explicaba Vavilin, «ya no hay revueltas. Se ven fenómenos nuevos: multitudes de miles de hambrientos asedian pacíficamente el Comité ejecutivo de los soviets o del partido y esperan, durante días, no se sabe qué llegada milagrosa de alimentos. No se consigue expulsar a esta multitud en la que la gente muere cada día como moscas. (…). Pienso que por lo menos hay novecientos mil hambrientos en la provincia25.»
Al leer los informes de la Cheka y de la inteligencia militar, se constata que la penuria había hecho acto de presencia en muchas regiones desde 1919. A lo largo del año 1920, la situación no había dejado de degradarse. En sus relaciones internas, la Cheka, el comisariado del pueblo para la Agricultura y el comisariado del pueblo para el Suministro, perfectamente conscientes de la situación, elaboraban desde el verano de 1920 una lista de los distritos y de las provincias «hambrientos» o «presa de la escasez». En enero de 1921, un informe señalaba entre las causas del hambre que se apoderaba de la provincia de Tambov «la orgía» de requisas del año 1920. Para el pueblo llano, resultaba evidente, según testificaban las frases relatadas por la policía política, que «el poder soviético quiere hacer morir de hambre a todos los campesinos que se atreven a resistirlo». Aunque perfectamente informado de las consecuencias ineludibles de su política de requisas, el Gobierno no adoptó ninguna medida. Mientras el hambre se apoderaba de un número creciente de regiones, Lenin y Molotov enviaron, el 30 de julio de 1921, un telegrama a todos los dirigentes de comités regionales y provinciales del partido pidiéndoles «que reforzaran los aparatos de la cosecha (…), que desarrollaran una intensa propaganda entre la población rural explicándole la importancia económica y política del pago puntual y total de los impuestos (…), y que pusieran a disposición de las agencias de recogida del impuesto en especie toda la autoridad del partido y la totalidad del poder de represión del aparato del Estado26».
Frente a la actitud de las autoridades, que perseguían a cualquier precio su política de despojamiento del campesinado, se movilizaron los medios informados e ilustrados de la intelligentsia. En junio de 1921, agrónomos, economistas y universitarios constituyeron, en el seno de la Sociedad Moscovita de Agricultura, un comité social de lucha contra el hambre. Entre los primeros miembros de este comité figuraban los eminentes economistas Kondratiev y Prokopovich, antiguo ministro de Suministros del gobierno provisional, Yekaterina Kuskova, una periodista cercana a Maksim Gorki, escritores, médicos y agrónomos. Gracias a la intercesión de Gorki, muy introducido en los medios dirigentes bolcheviques, una delegación del comité, que Lenin se había negado a recibir, obtuvo a mediados de julio de 1921 una audiencia con Lev Kamenev. Después de esta entrevista, Lenin, siempre desconfiado de la «sensiblería» de algunos dirigentes bolcheviques, envió una nota a sus colegas del Politburó: «Impedir rigurosamente que Kuskova pueda molestar. (…) Aceptamos de Kuskova el nombre, la firma, un vagón o dos de parte de aquellos que experimentan simpatía por ella (y por los de su especie). Nada más»27.
Finalmente, los miembros del comité llegaron a convencer a bastantes dirigentes de su utilidad. Representantes en su mayoría de la ciencia, de la literatura y la cultura rusas, conocidos en Occidente, en su mayor parte ya habían participado en la organización de la ayuda a las víctimas del hambre de 1891. Además, tenían numerosos contactos entre los intelectuales del mundo entero y podían convertirse en garantes de la justa distribución entre los hambrientos de una eventual ayuda internacional. Estaban dispuestos a prestar su garantía, pero exigían que se otorgara al comité de ayuda para los hambrientos un reconocimiento oficial.
El 21 de julio de 1921, el Gobierno bolchevique se decidió, no sin reticencias, a legalizar el comité social, que adoptó la denominación de Comité Pan-ruso de Ayuda a los Hambrientos. Se confirió al comité el emblema de la Cruz Roja. Tuvo derecho a procurarse en Rusia y en el extranjero víveres, forraje, medicamentos, a repartir las ayudas entre la población necesitada, a recurrir a los transportes excepcionales para llevar sus entregas, a organizar repartos populares de sopa, a crear secciones y comités locales, a «comunicarse libremente con los organismos y los apoderados que haya designado en el extranjero» e incluso a «debatir medidas adoptadas por las autoridades centrales y locales que, en su opinión, tengan relación con el tema de la lucha contra el hambre»28. En ningún momento de la historia soviética se otorgó tales derechos a una organización social. Las concesiones del Gobierno estaban a la altura de la crisis que atravesaba el país, cuatro meses después de la instauración oficial, por muy tímida que fuera, de la NEP.
El comité estableció contacto con el jefe de la Iglesia ortodoxa, el patriarca Tijón, que creó inmediatamente un Comité Eclesiástico Pan-ruso de Ayuda a los Hambrientos. El 7 de julio de 1921, el patriarca ordenó leer en todas las iglesias una carta pastoral: «La carroña se ha convertido en un plato selecto para la población hambrienta, e incluso ese plato es difícil de encontrar. Los llantos y los gemidos suenan por todas partes. Se ha llegado ya al canibalismo… ¡Tended una mano de socorro a vuestros hermanos y vuestras hermanas! Con el acuerdo de los fieles, podéis utilizar los tesoros de las iglesias que no tengan valor sacramental para socorrer a los hambrientos, tales como los anillos, las cadenas y los brazaletes, y los ornamentos que adornan los santos iconos, etc.».
Después de haber obtenido la ayuda de la Iglesia, el Comité Pan-ruso de Ayuda a los Hambrientos estableció contacto con distintas instituciones internacionales, como la Cruz Roja, los cuáqueros y la American Relief Association (ARA), que respondieron en todos los casos positivamente. No obstante, la colaboración entre el régimen y el comité no iba a durar más de cinco semanas: el 27 de agosto de 1921, el comité fue disuelto, seis días después de que el Gobierno hubiera firmado un acuerdo con el representante de la American Relief Association, presidida por Herbert Hoover. Para Lenin, ahora que los estadounidenses enviaban sus primeros cargamentos de suministros, el comité ya había desempeñado su papel: «el nombre y la firma de Kuskova» habían servido de garantía a los bolcheviques. Esto bastaba.
Propongo, hoy mismo, viernes 26 de agosto», escribió Lenin, «disolver el comité. (…). Detener a Prokopovich por intenciones sediciosas (…) y mantenerlo tres meses en prisión. (…) Expulsar de Moscú inmediatamente, hoy mismo, a los otros miembros del comité, enviarlos, por separado unos de otros, a capitales de distrito, si es posible, fuera de la red ferroviaria, y en residencia vigilada. (…). Publicaremos mañana un comunicado gubernamental breve y seco en cinco líneas: Comité disuelto por negarse a trabajar. Dar a los periódicos la directiva de comenzar desde mañana a cubrir de injurias a la gente del comité. Hijos de papá, guardias blancos, dispuestos a ir de viaje al extranjero, pero mucho menos a viajar por provincias, ridiculizarlos por todos los medios y hablar mal de ellos al menos una vez por semana durante dos meses29.
Siguiendo al pie de la letra estas instrucciones, la prensa se desencadenó contra los sesenta intelectuales famosos que habían tomado parte en el comité. Los títulos de los artículos publicados testifican con elocuencia el carácter de esta campaña de difamación: «No se juega con el hambre» (Pravda, 30 de agosto de 1921); «Especulaban con el hambre» (Komunisticheski Trud, de 31 de agosto