Olvidar es morir. Sergio Arlandis López
definitiva, aquella primera edición crítica a cargo de Luis Antonio de Villena (1976). Sin duda, se trata de la más completa y documentada edición que se tiene del libro en la actualidad. No obstante, Morelli ha aprovechado el presente homenaje para revisar, contextualizar e, incluso, comentar pormenores de aquel trabajo, aportando, como siempre, nuevos documentos (cartas y aclaraciones) que ilustran más aún cómo se gestó la edición definitiva de uno de los libros más enigmáticos en la trayectoria de Aleixandre. Esta idea subyace en todo su estudio, pues el poeta estructura, selecciona y aconseja en torno a la elaboración de dicha edición y esto comporta una necesaria revisión del mundo poético latente que lo sustenta (y sobre el que se sustenta). Morelli profundiza agudamente en las claves de Pasión de la tierra del que cree que una lectura en clave surrealista enriquece tanto como limita, del mismo modo que una lectura del propio libro como germen que condensa y concentra toda su posterior producción coarta la riqueza de toda su posterior producción y lima su auténtica esencia.
Jaime Siles publicó en 1978 un interesante artículo en el que estudiaba ciertas peculiaridades formales (más o menos teñidas de cierto aroma horaciano) de la poesía de Aleixandre. Posteriormente, en 1985, señaló la singularidad de un mundo poético articulado en torno a unas constantes estructurales y temáticas que buscaban su singularidad en el panorama poético europeo, por encima del nacional. En su presente estudio completa esta creciente revisión partiendo de un exhaustivo acercamiento a Espadas como labios, para adentrarse en la fórmula figurativista que lo proyecta como una visión peculiar y sui generis del surrealismo francés. Tal acercamiento muestra la dualidad existente en la configuración del libro, con dos claros exponentes formales: poemas breves y poemas extensos con predominio del versículo. Dualidad formal interpretada por Siles como evolución del gusto dentro del mismo proceso de elaboración del poemario, pasando del figurativismo conceptual al irracionalismo abstracto como cauce expresivo de su propia crisis personal. Por tanto, se trataría de un libro de indagación del lenguaje y de formulación personal combinados sobre el tapiz del surrealismo y alimentado por una sensibilidad pictórica incuestionable, tanto en la percepción como en la creación de un mundo propio.
Randolph D. Pope es autor de uno de los estudios más renovadores de la crítica aleixandrinista. Aquel artículo, dedicado a la dialéctica interna y externa de los límites del lenguaje en la poesía de Aleixandre, fue publicado en un excelente volumen coordinado por Santiago Daydí-Tolson en 1981 y, desde entonces, la crítica aleixandrinista lo ha considerado como uno de los acercamientos a su obra más rigurosos dentro de la amplia bibliografía que hoy en día conservamos. Con su nuevo trabajo, esta vez sobre La destrucción o el amor, Pope vuelve a abrirnos nuevos debates con afilado método lector: propone, como primer aspecto que destacar del libro aleixandrino, la necesidad de un lector pausado, atento a cualquier detalle y, por tanto, ajeno a la vorágine mercantilista que hoy sobrepasa por encima de cualquier hábito. Pero, más allá de esto, un segundo aspecto surge de su estudio: ¿cómo puede emocionarnos hoy una poesía tan cargada de matices quizá algo alejados de nuestra actual circunstancia? Vincula, pues, la esencia del libro al sistema freudiano y a las respuestas que dicho sistema antepone frente a la necesidad del hombre de satisfacer necesidades y deseos. La presencia de Freud en La destrucción o el amor se debe, en definitiva, no a la simple asimilación de ciertas imágenes más o menos codificadas del subconsciente, sino como respuesta ante la tensión interior del ser humano que pugna por satisfacer la elementalidad de sus instintos, tanto los creativos como los propiamente destructivos.
Un libro como Mundo a solas precisa, sin duda, de una revisión crítica con gran urgencia, pues queda relegado a un segundo plano que, incluso a veces, se convierte en un tercer y marginal eslabón dentro de una obra constituida a base de cánones lumínicos proyectados por el propio autor, más o menos coherentes, pero no homogéneos. El estudio de Sergio Arlandis (tras la publicación de su monográfico sobre Aleixandre en 2004) trata de indagar en las claves editoriales que rodearon la publicación de este breve, pero turbador, libro de poesía. Toda una peripecia editorial que, sin embargo, también se dejó ver en los versos que componen sus poemas: forma y fondo que, de nuevo, vuelven a asociarse para un análisis profundo en torno al mundo representado en Mundo a solas; para, finalmente, reivindicar su presencia dentro de esa creciente evolución. Tal vez se trate –idea que el autor busca justificar– del libro más personal y controvertido de Vicente Aleixandre, no tanto por el contenido de sus textos (que también), como por la inoportuna certeza que ofrece: ni elevación ni linealidad ni total continuidad, la poesía de Aleixandre ha de buscar nuevas formulaciones para datar y clasificar su evolución.
Francisco Javier Díez de Revenga es uno de los máximos especialistas de la literatura española de vanguardia y, en concreto, de la llamada «generación del 27». Su aportación a la crítica aleixandrinista alcanzó un momento culminante con la publicación en 1999 de un libro titulado La poesía de Vicente Aleixandre. Testimonio y conciencia: un trabajo en el que daba una visión de la obra del poeta, tan abierta en su planteamiento como coherente en su articulación. Gran novedad ofrecieron sus capítulos en torno a Sombra del paraíso, una lectura novedosa que viene a completarse con el presente artículo, en el que predomina la percepción aristotélica de la realidad: la representación del mundo circundante a través del individuo que lo representa y que, en consecuencia, universaliza a través de la expresión poética; es, pues, una búsqueda de sentido (o finalidad) de una palabra poética convulsionada por la circunstancia imperante, general y personal. Esto, en definitiva, nos lleva a una lectura biográfica del libro y una consecuente proyección mítica definidora de la tragedia del ser humano.
Fundamental para el estudio de la obra de Aleixandre ha sido, sin duda, el diálogo que el poeta y el profesor Giancarlo Depretis mantuvieron en 1974 (y publicado más tarde, en 1994). Aportaciones que aún hoy resultan indispensables para el acercamiento crítico a la obra del autor andaluz. En el presente trabajo, Depretis se adentra en un minucioso análisis de Historia del corazón, completando la lectura del paradigmático libro de poemas con una documentación suplementaria que añade nuevos matices de lectura, apuntados ya en el propio título de su estudio: cinco cartas (un auténtico pentagrama testimonial) dirigidas a José Luis Cano en las que el propio Aleixandre anuncia la dependencia de este libro de una relación amorosa, intensa y cegada de pasión. Pero la melodía del libro va más allá y se deja llevar por otros intereses sin que el tono ni el ritmo profundo que la articula se resienta; más bien, todo lo contrario: se amplifica, se dimensiona hacia lo ajeno. Precisamente Historia del corazón es perfecto testimonio de un profundo cambio en la obra del poeta que va más allá de la cosmovisión realista bousoniana o de la comunión planteada por José Olivio Jiménez: el cambio de amordestrucción al binomio vida-muerte se erige como fundamental eje sobre el que se articulan las cinco partes sinfónicas y articuladoras del libro.
Jesús G. Maestro ofrece, desde la perspectiva de la Teoría de la Literatura, una renovada lectura de dos libros cuyo papel dentro del canon aleixandrinista siempre ha sido periférico: Nacimiento último y Retratos con nombre. Partiendo del Materialismo Filosófico, interpreta la obra de Aleixandre desde cuatro espacios: el antropológico, el ontológico, el gnoseológico y el estético. Su trabajo muestra la construcción de una poesía egotiva, con vocación antrópica que acaba reduciendo el mundo creado en dos ejes: Hombre y Naturaleza, que se completan en sus respectivos sentidos y que son, en sí, la existencia única del ser (confirmando aquello que, desde el planteamiento de nuestro poeta, vislumbra el propio Maestro): la realidad material como principio y fin de lo creado. Conclusión de la que se extrae que muerte y vida son, en definitiva, caras de una misma moneda sólo si es el amor la razón de dicha existencia, el motivo que justifica la construcción de esa materia, la interpretación autocreadora del mundo aleixandrino.
El libro Tres poetas a la luz de la metáfora: Salinas, Aleixandre, Guillén (1975) abrió, sin lugar a dudas, una interesante aproximación de las bases figurativas que conformaban el mundo poético aleixandrino. Ahora, su autor, Vicente Cabrera, pretende, con su texto, seguir con aquella importante labor clarificadora, pero esta vez partiendo de un libro tan olvidado como es Retratos con nombre: su evidente naturaleza narrativa queda al descubierto, tanto por lo conceptual que en el libro subyace (la historia, la acción) como por su estructura, analizada con preciso rigor.