La ciencia de los sentimientos. Ignacio Rodríguez de Rivera
cosa es que una misma pulsión puede tener distinto grado de intensidad en cada cual, en función de su propia dotación genética. Por ejemplo, la necesidad de comer será más o menos intensa o frecuente dependiendo del metabolismo de la persona.
Un error, que ha sido muy criticado, de Freud, que fue quien acuñó ese concepto de pulsión, fue creer que sólo existía la pulsión sexual, por una parte, y por otra un conjunto (nunca detallado por él) de ‘pulsiones de autoconservación’.
Más tarde, englobó a esas pulsiones en una sola, más general, que denominó ‘pulsión de vida’ e introdujo otra pulsión denominada ‘pulsión de muerte’. Teoría aún más criticada, si cabe, que la anterior.
No voy a entrar ahora en ese debate, que continúa abierto entre los propios psicoanalistas; aunque más adelante trataré el asunto de la hipotética ‘pulsión de muerte’, pero para hacerlo necesitamos aclarar otros muchos asuntos previamente.
De momento nos basta por admitir que las pulsiones, en el sentido que antes he expuesto, son hechos producidos por la dinámica de los organismos y que producen la activación del sistema mental humano.
5. El asunto de los sistemas tiene una larga historia que no vamos a tratar aquí, pero vale la pena leer la Teoría General de los Sistemas, escrita por Karl Ludwig von Bertalanffy en 1928.
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