Tierra y colonos. José Ramón Modesto Alapont
hecho de que una institución de beneficencia como el Hospital acumulara tantas donaciones en un momento en que la burguesía había conseguido la hegemonía social es un aspecto muy llamativo. El mayor crecimiento del patrimonio se produce coincidiendo con las reformas liberales, cuando se supone que los valores sociales que han fomentado las donaciones de tierras durante el Antiguo Régimen han entrado en crisis y han sido sustituidos por otros más acordes con el liberalismo, que potenciaba la propiedad privada y legitimaba los procesos desamortizadores. Resulta paradójico encontrar que en un momento en que se está cuestionando socialmente la propiedad amortizada, incluso la de las instituciones de beneficencia, los sectores sociales más acomodados incrementaron el ritmo de donaciones al Hospital. Sin embargo, en el caso del Hospital, donde encontramos sectores muy representativos de la nueva burguesía implicados su mantenimiento, parece que fue así. El atractivo de legar bienes a la institución no disminuyó pese a los cambios sociales.
En el intervalo 1823-1850 el crecimiento se manifestó más en el aumento de la superficie que en el de la renta. En el último corte (1850) el patrimonio alcanzó las 7.409 hgs. lo que supone alcanzar el índice 242 con un aumento del 85 %. Mientras la renta reflejaba un crecimiento ligeramente menor (78,6 %) pues alcanzaba las 18.883 libras que deflactadas suponía alcanzar el índice 234. Un espectacular crecimiento del patrimonio al que acompañó la renta, aunque con una ligera pérdida de rentabilidad media por la mayor presencia del secano. Una pérdida que contrasta con el hecho, que observaremos más adelante, de que en estos años la evolución de los precios ha producido una ganancia de rentabilidad general en los arrendamientos en precios reales por unidad de superficie en las parcelas que estudiaremos.
La causa de este fenómeno se comprende al analizar los cambios en la configuración del patrimonio según la calidad y localización de las tierras. En 1850 el regadío ha aumentado de forma significativa, pero ha crecido mucho más la superficie de secano y las propiedades mixtas, donde el secano es mayoritario. De hecho, en este corte el secano alcanza un peso sólo ligeramente inferior al de regadío, representando el primero el 36,8 % y el segundo el 37,3 % de la superficie. Al no producirse reducciones significativas el patrimonio de mayor calidad se mantuvo intacto y la tierra de menor calidad no necesitó ser vendida permaneciendo en manos del Hospital incrementando su volumen. La menor rentabilidad del secano conduce a que la importancia de su renta no aumente, manteniendo el regadío el 70,2 % del valor. El patrimonio ha crecido fundamentalmente en tierras de poca calidad, lo que ha provocado que el crecimiento de estos años haya sido más importante en superficie que en renta.
Así mismo, durante estos años se ha potenciado la dispersión geográfica del patrimonio. El crecimiento territorial de la administración de Valencia y su calidad permite que aunque reduciéndose todavía suponga el 31 % de la superficie y el 49 % de la renta total. Sin embargo, la parte más sustancial del crecimiento se produce fundamentalmente en las comarcas más distantes a la ciudad y de menor calidad. Crecen de forma muy significativa las administraciones subalternas, sobre todo la de Alzira, Sagunt, Castellón y de forma especial por su espectacularidad Alicante. El crecimiento general de las administraciones se da mayoritariamente, más aún en el caso alicantino, en tierra de secano lo que potencia la pérdida de rentabilidad media del patrimonio. Aunque era un secano que ganaba dinamismo con la extensión de la viña (Piqueras, 1981).
Esta dispersión, que supone un aumento visible en el peso porcentual de las administraciones más alejadas de la ciudad en superficie, al realizarse mayo ritariamente en tierras de secano conduce también a que únicamente las administraciones de Alzira (20,3 %), que creció también en tierras regadas, y Alicante (5,5 %) que lo hizo en secano pero espectacularmente, crezcan de manera significativa en el peso porcentual de la renta con relación al periodo anterior, manteniéndose o reduciéndose la importancia de las demás.
[1] Los porcentajes se han obtenido utilizando la información del origen de cada parcela del libro de tierras de 1850. ADPV. Hospital General. Propiedades VI. 3.2. Libro 14.
[2] La venta de propiedades rústicas o urbanas como forma de enjugar el déficit es una práctica frecuente en el Hospital a lo largo de su historia. En el siglo XVII fue habitual en los momentos de mayor penuria y el visitador real prohibió la venta de casas y tierras sin permiso desde 1678. Véase Mercedes Vilar (1996).
[3] En ambos lugares se pagaban 10 dineros por cahizada en la mayoría de las parcelas de secano como censo enfitéutico. Esto suponía que una finca de 60 hgs. en 1805 pagaba anualmente menos del 0,5 % de la renta por la que se arrendaba. En el regadío los censos enfitéuticos eran un poco más elevados. Una de las fincas que reconstruidas (36 hgs. de secano y 27 de huerta) pagaban por el censo y el quindenio prorrateado menos del 6,5 % de la renta anual. La situación de la encomienda se trata en José Royo (1998).
[4] Como ejemplo ilustrativo, el Hospital poseía una finca de 42 hgs. junto al Portal de San Vicente. Sobre estas tierras existían diferentes censos con luísmo, fadiga, quindenio, «y demás de la enfiteusis» que correspondían a varias instituciones que se repartían el dominio directo: al convento de San Jerónimo de Gandía (7 hgs. y media), la Real Cofradía de San Jaime (7 hgs.), al cabildo de la ciudad (12 hgs.), al clero de Santa Catalina (4 hgs. y media), y las temporalidades de los jesuitas «expulsos» (9 hgs.) Las cargas anuales más el prorrateo de los quindenios suponían unos pagos anuales cercanos al 10 % de la renta que obtenía en 1785. ADPV. Hospital General. Propiedades. VI. 3.2. Libro 7.
[5] ADPV. Hospital General V. 3. 2. Caja 2.
[6] Aunque sea excesivamente reduccionista, hemos agrupado toda la tierra regada (huerta, morerales regados, huertos de frutales, etc.) bajo el epígrafe de huerta. Con el nombre de secano las tierras que no reciben riego (algarrobos, viña, olivar, campa, etc.) y con el de arrozal las tierras dedicadas a este cultivo. Bajo el epígrafe de tierras mixtas recogemos las explotaciones formadas por tierras de diferentes calidades, que no siempre distinguen claramente la parte de renta que le corresponde a cada una.
[7] Aunque algunas fincas por su importancia eran directamente controladas en algunos periodos por la administración central las incluimos en la administración de la que dependerían según su localización. La distribución por municipios en los diferentes cortes se puede consultar en José Ramón Modesto (2004).
[8] Hemos distribuido las tierras cercanas a la ciudad de Valencia en dos grupos. La zona colindante a la ciudad dependía de municipios que hoy han sido absorbidos por la capital, como Russafa, Campanar, Patraix o Benimaclet, y los labradores se refieren a ella como la vega de Valencia. El otro grupo está formado por las poblaciones que configuran actualmente la comarca de l’Horta de València.
[9] Como era de esperar según el resultado de las investigaciones sobre patrimonios valencianos, en las zonas donde el Hospital tenía el dominio útil de las tierras continuó ejerciendo como propietario de las mismas. En ningún lugar fue «desposeído» por los propietarios directos de la tierra. Los mecanismos en los que algunos historiadores han basado su «vía prusiana» tampoco en este caso se confirman.
III. EL HOSPITAL COMO RENTISTA
1. UN PATRIMONIO EXCLUSIVAMENTE RENTISTA
El Hospital General es posiblemente la versión más extrema del propietario rentista, tanto en el patrimonio rústico como en muchas de sus diversas fuentes de ingresos. La institución eludió siempre la gestión directa de sus propiedades, utilizando como mecanismo