Caballeros del rey. Jorge Sáiz Serrano
etc.[144] Pero, por encima de esas funciones, majordoms y camarlencs por su vinculación a familias altonobiliarias próximas al rey, ejercían ante todo competencias políticas ejecutivas (debían ser consellers, miembros del consell reial) y militares (cuadros de mando del ejército).[145]
Al igual que ambos máximos cargos palatinos, los oficios cortesanos vinculados a la cámara real (cambrers, armers, uixers d’armes, alguzirs), al servicio en la mesa real (copers, botellers, sobrecocs, panicers, trinxants o escuders dels coltells) o a la caballeriza y la caza (cavallerissos, munters major, falconers major, etc.), habían relegado a un nivel secundario sus labores domésticas. En algunos casos cumplían funciones políticas efectivas, al asociar su oficio en la corte a cargos en las administraciones territoriales del rey (governadors, batles, justicias), o al oficio de conseller, participando en el sistema de consells reales.[146] Ahora bien, lo que singulariza al conjunto de cortesanos era el ejercicio de misiones diplomáticas (en embajadas y negociaciones entre Estados) y sobre todo militares. A este respecto se ha destacado la particular función que en la Casa de Alfonso V en Nápoles ostentaron oficios de la cámara real como cambrers y uixers d’armes, los primeros, líderes de compañías armadas y los segundos, activos agentes diplomáticos.[147] Pero la función militar, desde la aportación de compañías a las labores ya comentadas de movilización y mando, puede extenderse, de hecho, a todo noble o caballero cortesano. No en vano tradicionalmente los cortesanos estaban obligados a servir en el ejército y a aportar un mínimo tasado de caballos de guerra cuando acudían a la Casa Real, por lo que en caso de necesidad podía emerger un contingente de gente de armas rápidamente movilizable a partir del entorno cortesano.[148]
Los sistemas de remuneración con los que la monarquía retenía el servicio de esos cortesanos destacan por su flexibilidad. Tenían estipulado unos ingresos anuales ordinarios, quitacions por su estancia en la cort a cargo de un número de monturas, pero su presencia ocasional y rotatoria así como la naturaleza de sus funciones, imponía que el grueso de su retribución derivase de pagos extraordinarios en concepto de ajudes, gràcies o libranzas per sa sustentació. La cuantía de éstos superaba con creces sus ingresos ordinarios. Por ejemplo el noble valenciano Ramon Boïl como coper, si servía regularmente en la cort durante un año percibiría 3.330 ss. de su cargo, entre quitació anual (2.880 ss., en terçes de 960 ss.) y dret de vestir (450 ss.);[149] sin embargo desde 1428 tenía asignada una cantidad anual tres veces mayor: 1.000 flor. (11.000 ss.) que el rey le otorgó «en sustentació de son stat mentre al dit senyor [rey] li plaurà o de altra sustentació o remuneració lo haurà procehit»: una gracia extraordinaria y temporal que cobraba en cuatro pagas anuales.[150] Su retribución extraordinaria no le obligaba a residir en la cort y remuneraba de forma más que rentable su disponibilidad al servicio militar del rey. Los pagos extraordinarios podían triplicar los honorarios ordinarios, aunque éstos (sumando sus quitacions, drets de vestir y, ocasionalmente, drets del ofici) ya suponían de por sí unos ingresos substanciosos, como se ve en el cuadro 2.2.
Como se aprecia esos ingresos oscilaban entre máximos próximos a los 7.000-6.500 ss., para los más altos cargos (majordoms y camarlencs) y mínimos cercanos a los 2.000 ss. (sobrecocs, botellers, panicers, trinxants, cavallerissos, cambrers, falconers majors, rebosters), pasando por cantidades que rondaban los 3.000 ss. (copers, uixers d’armes, alguzirs). Eran las cantidades que podían percibir cuando acompañasen regularmente la cort, pero no la retribución global por su disponiblidad al servicio del rey, que derivaría más de unos pagos extraordinarios que podríamos clasificar en dos tipos. Por una parte, anualidades fijas fraccionadas en entregas, referidas como pensiones y gràcies de manteniment o sustentació y concedidos en recompensa a servicios prestados.[151] Por otra parte, donos de una vez, bien entregas dadas graciosament o gràcies, bien con una finalidad citada, como subsidios o ajudes por sus gastos siguiendo la cort o, sobre todo, como ayudas para su equipamiento militar (de caballos, armas y armaduras).[152] La concesión y cuantía de esos pagos extraordinarios estaría vinculada a múltiples factores, entre ellos, principalmente, relaciones personales de fidelidad, afinidad y servicio del cortesano al rey. Así, las cifras de donos y anualidades más altas, más de 10.000 ss., se reservarían a cortesanos altonobiliarios íntimos compañeros de armas del monarca, sus principales agentes diplomáticos y cuadros de mando en su ejército.[153] Las cuantías predominantes serían inferiores a 10.000 ss., para caballeros cortesanos de menor jerarquía (cambrers, uixers, alguzirs, etc.) y serían donos de una vez para equipo militar o para sufragar sus gastos en la cort. Con todo, estamos ante pagos extraordinarios y como tales no sujetos a reglamentación ni por oficios ni por cantidades: su concesión, cuantía, e incluso continuidad, iba a depender de la solidez de los vínculos de servicio y fidelidad del cortesano al monarca y, sobre todo, de la política de recompensas de éste.
Al lado de los cortesanos también hemos de incluir a los cavallers, donzells y patges de la Casa Real quienes comparten condición nobiliaria y servicio político-militar. De hecho, pajes, escuderos y caballeros de casa son los rangos inferiores en la promoción interna hacia oficios cortesanos. Su presencia en la Casa Real deriva del funcionamiento de la misma en términos específicamente feudales, como cualquier otra corte nobiliaria que acogía a jóvenes de linajes menores, dependientes o clientes. La domus regia repoducía las pautas de educación nobiliaria a la mayor escala. La Casa o corte del rey de Aragón, como la del rey de Inglaterra, Francia o Castilla, funcionaba, en cierta medida, como el principal espacio educativo de linajes nobiliarios de los territorios de la Corona de Aragón, donde podían acceder jóvenes de la nobleza, pero también del patriciado urbano. Tradicionalmente, cavallers y fills de cavallers podían ser acogidos en la misma con regularidad, educándose en la cort reial, en la proximidad al rey y al conjunto de sus cortesanos, y formarían el grupo de milites de domo regis, un séquito y escolta militar documentado desde el siglo XIII.[154] A partir de Pedro el Ceremonioso, las ordenanzas de la Casa Real prescribieron un mínimo regular de 20 fills de cavallers como guardia palatina. Y en la Casa de Alfonso V vemos vint escuders qui fills de cavallers són apellats, tasados con una quitació diaria de 3 ss. por el caballo que cada uno de ellos estaba obligado a aportar a la cort, aunque, como los cortesanos, quizás hubiese más de 20 fills de cavallers de Casa Real.[155] Con todo los donzells, escuders y cavallers de Casa Real frecuentarían muy raramente la cort, tal y como revela el escaso número documentado incluso en momentos de articulación del ejército –como la primera mitad de 1429–, la coyuntura teóricamente más representativa de su función.[156] Todo apuntaría a que, en el reinado de Alfonso el Magnánimo, ser caballero, doncel o escudero de casa del rey era una titulación honorífica, carente de la función de compañía, escolta y contingente militar. La existencia de un colectivo importante de caballeros y escuderos de la Casa Real respondería a un modelo de corte más tradicionalmente feudal, propio de los siglos XIII y XIV, cercano a la domus regia de Pedro el Grande, a finales del Doscientos donde los militi de domo regis sí cumplirían funciones de compañía, como escolta y séquito armado;[157] o a la casa de grandes aristócratas, como la corte del marqués de Villena y del duque de Gandía a fines del XIV e inicios del XV, donde sí puede verse a un destacado grupo de caballeros y escuderos de casa con servicio rotario pero continuo en la corte y operativos en la guerra.[158] El silencio documental respecto a los caballeros