Tennessee Williams y la Norteamérica de posguerra. Pilar Illanes Vicioso

Tennessee Williams y la Norteamérica de posguerra - Pilar Illanes Vicioso


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      BIBLIOTECA JAVIER COY D’ESTUDIS NORD-AMERICANS

      http://puv.uv.es/biblioteca-javier-coy-destudis-nord-americans.html http://bibliotecajaviercoy.com

      DIRECTORA

      Carme Manuel

      (Universitat de València)

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       Tennessee Williams y la Norteamérica de posguerra

      © Pilar Illanes Vicioso

      1ª edición de 2021

      Reservados todos los derechos

      Prohibida su reproducción total o parcial

      ISBN: 978-84-9134-804-7 (ePub)

      ISBN: 978-84-9134-770-5 (PDF)

      Ilustración de cubierta: Sophia de Vera Hölz Diseño de la cubierta: Celso Hernández de la Figuera

      Publicacions de la Universitat de València

       http://puv.uv.es

       [email protected]

      Edición digital

       Para Amaia

      Índice

       Introducción

       A Streetcar Named Desire Stanley Kowalski y la sociedad de posguerra

       Cat on a Hot Tin Roof Maggie Pollitt, la mujer norteamericana de la Guerra Fría

       The Rose Tattoo La felicidad en los márgenes de la tierra prometida

       Conclusiones

       Bibliografía

      Introducción

      My place in society, then and possibly always since then, has been in Bohemia. I love to visit the other side now and then, but on my social passport Bohemia is indelibly stamped, without regret on my part.

      (Tennessee Williams, Memoirs 2007, 100)

      Durante los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, el sueño americano guió a los estadounidenses por el camino de la familia nuclear, el matrimonio, y la heterosexualidad, diciéndoles que así tendrían una existencia plena y feliz. De esta forma se impuso una única vía hacia la felicidad, lo cual llevó a que el sueño americano se convirtiese en una pesadilla para muchos durante la segunda mitad de la década de los cuarenta y la década de los cincuenta. Asimismo, dicha imposición dio lugar a la inestabilidad e infelicidad en la vida de aquellos que, aunque se esforzaban por vivir the American way, contemplaban decepcionados cómo esta felicidad seguía alejándose de su alcance. Es aquí donde los personajes que Tennessee Williams creó en A Streetcar Named Desire (1947), Cat on a Hot Tin Roof (1955), y The Rose Tattoo (1951) sirven de hilo conductor para ilustrar esta transformación del sueño en pesadilla, y para observar que, contrariamente al mensaje dirigido a la población de la época, es la rebeldía ante dichas directrices la que puede finalmente llevar al individuo a encontrar la tan ansiada felicidad.

      Tanto en A Streetcar Named Desire (1947) como en Cat on a Hot Tin Roof (1955), la atmósfera asfixiante de la Guerra Fría atrapa a los personajes y tiene un rol fundamental en las decisiones que toman. Concretamente, en el caso de Streetcar, Williams ofrece al espectador la oportunidad de observar la marginación que sufrían aquellos sujetos que no encajaban dentro de la estructura social que el patriarcado había impuesto durante la posguerra. Tal es el caso de Blanche, cuya soltería y promiscuidad la convierten en el elemento conflictivo y extraño que suscita la desconfianza de los que la rodean. Ella es, pues, la antítesis de Stanley, quien se presenta como patriota, al haber participado en la Segunda Guerra Mundial, y como proveedor de su familia y futuro padre.

      En lo que concierne a Cat on a Hot Tin Roof (1955), uno de los temas centrales de la obra es la ansiedad que el individuo experimenta al no poder conseguir lo que cree que quiere. Durante la posguerra, la maternidad y el matrimonio fueron condiciones sine qua non para que la mujer fuese aceptada por la sociedad. Maggie Pollitt sirve de ejemplo de la angustia que provocaba el fracaso en la maternidad o el matrimonio. No obstante, la protagonista creada por Williams nos ofrece otra faceta más rebelde que nos ayuda a verla desde un punto de vista diferente, alejado del retrato unidimensional y anodino que la Guerra Fría pretendía dibujar del mapa social y sexual de los estadounidenses.

      Finalmente, The Rose Tattoo (1951) invita a indagar en el sueño americano desde la perspectiva de la inmigración, ya que sus protagonistas provienen de Sicilia y viven en un enclave siciliano entre Nueva Orleans y Mobile. Esta obra es posiblemente la más alegre de toda su producción, puesto que el final supone el comienzo de un futuro que se presenta brillante para los protagonistas. A pesar de que el argumento se desarrolla en los años cincuenta, los personajes permanecen ajenos a las presiones que la sociedad blanca, protestante, heterosexual, y masculina estaba ejerciendo sobre los ciudadanos. Por lo tanto, su éxito en alcanzar la felicidad fuera de los límites del sueño americano merece ser estudiado.

      A partir de aquí es posible establecer una línea temática en la que Stanley Kowalski nos ayuda a entender los motivos por los que era necesario luchar para conservar los valores estadounidenses, y por ende el sueño americano. Seguidamente, Maggie Pollitt pone en evidencia la presión que la Guerra Fría estaba ejerciendo sobre la sociedad para que siguiera los pasos indicados hacia la felicidad, a la vez que presenta aspectos subversivos que ayudan a vislumbrar los claroscuros presentes en la moral del país. Llegados a este punto, Stanley y Maggie se perfilan como víctimas de este sueño, mientras que Serafina delle Rose y Alvaro Mangiacavallo surgen como los triunfadores que alcanzan una felicidad que difiere de la que había sido ideada por las voces de la Guerra Fría y el patriarcado.

      Dicha línea se apoya en la información sustraída de fuentes tan diversas como la literatura, la historia, el arte, la psiquiatría, la psicología, la medicina, la esfera militar, la sociología, la pedagogía, la filosofía, el feminismo, la antropología, el cine, los medios de comunicación de masas, y la política. Dada esta diversidad de textos, el Nuevo Historicismo fue la metodología que se perfiló como la más idónea, puesto que, tal y como señala Olga Hinojosa Picón en Ficción histórica y realidad literaria. Análisis neohistoricista del socialismo en la obra de Monika Maron (2010), “[e]l procedimiento de esta disciplina consiste […] en investigar cómo los textos producen los límites entre estética y política, con el objetivo final de reconstruir las relaciones en las que la gente vivía en una época determinada” (46).

      El Nuevo Historicismo, término acuñado por Stephen Greenblatt, su creador, se nutre en parte del posestructuralismo y de la presencia de Michel Foucault en Berkeley. Así lo expresó Greenblatt en el ensayo “Towards a Poetics of Culture” (1989), donde también alude en términos más generales a la influencia que tuvieron tanto en él como en Estados Unidos los teóricos europeos de la antropología y la filosofía (1). Por otra parte, Hinojosa Picón expone que esta metodología “concibe al ser humano como un producto histórico, social y cultural y considera que los objetos que produce forman parte en consecuencia de la misma formación discursiva de la que proviene el autor”


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