Introducción a la Comunicación NoViolenta. José Gerardo Sánchez Lozano

Introducción a la Comunicación NoViolenta - José Gerardo Sánchez Lozano


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identificar comportamientos y separarlos de nuestros juicios, interpretaciones y diagnósticos.

      De las personas que conforman las situaciones que identificaste en el ejercicio “Mi Vida”, elige una con la que las cosas no vayan todo lo bien que desearías y describe un comportamiento de esta persona que no te gusta. Intenta hacerlo con la mayor objetividad posible. Escribe tu interpretación en una hoja. Trabajaremos con ella hasta que logremos hacer una observación realmente objetiva. Una vez hecho esto, escribiremos la observación de tal manera que esta solo refleje hechos.

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      Podemos hacer lo mismo con respecto a situaciones en nuestra vida:

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      Ejercicio: ¿Cómo describirías más objetivamente las siguientes frases? (usa tu imaginación)

      1 Mi casa es un desastre.

      2 Tu habitación está hecha una pocilga.

      3 No me gusta ir de vacaciones al pueblo porque es un rollo.

      4 Alejandro es un borracho irresponsable que pone en peligro a los demás conductores.

      5 Mi hija es una vaga de mucho cuidado.

      Los sentimientos

       “El corazón le habla al alma en un lenguaje que solo el alma y el corazón comprenden. Nosotros podemos comprender su diálogo. El primer paso es aprender el lenguaje de los sentimientos”.

      Sentimientos

      Como te habrás dado cuenta, estoy usando un código de color para hablar de las partes del modelo con el que estamos trabajando: los hechos son amarillos, los juicios e interpretaciones están en blanco y negro, el espacio de los sentimientos es rosa y, como iremos viendo, el de las necesidades, azul, y acciones, estrategias o peticiones, verde.

      Los Hechos desencadenan sentimientos dentro de nosotros. Los sentimientos son el código de acceso a lo que sucede en nuestro interior. Nos ayudan a entender lo que es realmente importante para nosotros para que podamos tomar decisiones y llevar a cabo acciones cuya finalidad es atender eso que consideramos central en una situación dada.

      Según el psicoanalista americano Rollo May “la persona madura llega a ser capaz de distinguir sus sentimientos y percibir sus matices como experiencias fuertes y apasionadas, o delicadas y sensibles, como si se tratara de diferentes pasajes dentro de una sinfonía”. Pero, para muchos de nosotros, nuestros sentimientos son, como describe May, “limitados como las notas de un clarín.”

      Cuando se enciende un piloto en el cuadro de mando de tu coche puedes reaccionar de varias maneras. Puedes ignorar la luz o apartar la vista para no verla. También puedes cortar los cables para que se apague o decir que ese tono de rojo te gusta o no te gusta. Pero lo más sensato es atender aquello que la luz del piloto te está indicando que hay que atender. Lo mismo pasa con los sentimientos. Los sentimientos son el lenguaje con el que la naturaleza, es decir, la vida, nos dotó para comunicarse con nosotros para indicarnos sin nuestras necesidades están siendo satisfechas o no.

      Desafortunadamente, en la cultura en la que vivimos no se fomenta a que estemos en contacto con nuestros sentimientos, y mucho menos a comprender que éstos son el lenguaje de la vida expresándose a través de nosotros. Desde pequeños se nos enseña a reprimirlos (cortar el cable), a desviar nuestra atención (no mirar la luz del piloto) o a decir que son importantes o que no lo son tanto, pero normalmente no se nos enseña que son portadores de mensajes clave.

      Cuando se comprende que nuestros sentimientos son los indicadores que nos dicen si nuestras necesidades, si lo importante para nosotros, está siendo atendido o no, o si los comportamientos de otras personas, o los nuestros propios, están en armonía con nuestros valores o no, adquieren una profundidad y un significado nuevo para nosotros. De aquí la importancia que tiene enseñarnos a nosotros mismos a ser sensibles a nuestros sentimientos y a desarrollar un repertorio lo más extenso posible para poder “leerlos” e identificarlos cuando los vivimos, y así comprender qué pasa en nuestro ser con respecto a nuestras necesidades y valores, lo que nos posibilita a expresarnos de manera eficaz, clara y enriquecedora, tomar mejores decisiones y llevar a cabo acciones más eficaces.

      Cuando la vida es escuchada, es decir, cuando tenemos claridad sobre lo que es importante para nosotros a través de nuestros sentimientos, se produce dentro de nosotros una sensación de equilibrio, claridad y espacio. El no estar en contacto con este movimiento y expresión de la vida genera, además de muchos otros problemas, una de las enfermedades más comunes en nuestros días: el estrés.

      Los sentimientos los sentimos en el cuerpo. El miedo lo podemos sentir en el estómago y en el pecho, o como una contracción de los músculos del cuello, los hombros, los brazos y el abdomen, por ejemplo. La rabia a menudo la sentimos como tensión en diferentes partes del cuerpo: la mandíbula, los puños, las piernas, el estómago, la espalda, el abdomen…, la cara se nos contrae, fruncimos el entrecejo y apretamos los dientes.

      Los sentimientos de alegría, felicidad, paz, tranquilidad, etc. los sentimos como relajación y apertura. La cara se nos relaja y se nos ilumina, el pecho se nos expande, los hombros y el cuello se nos destensan. La tristeza puede hacernos sentir un nudo en la garganta y ganas de llorar, que son a su vez una serie de sensaciones que tenemos a nivel físico.

      El cuerpo es una parte importante de nuestra experiencia porque nos habla de lo que sucede dentro de nosotros a nivel emocional. Cuanto más sensibles somos a nuestro cuerpo más en contacto podemos estar con nuestros sentimientos. El cuerpo no miente y la cabeza a veces sí. Puede ser que me diga a mí mismo que estoy tranquilo, pero siento tensión en los brazos y el cuello. Luego, lo más probable es que realmente no esté muy tranquilo y que no me esté dando cuenta que posiblemente esté sintiendo miedo y/o frustración, aunque sea quizá de manera muy sutil.

      Ya que los sentimientos son tan importantes porque tienen información vital para nuestro bienestar, nuestra comprensión sobre lo que es importante para nosotros y sobre cómo estamos, y porque contribuyen a nuestra claridad a la hora de tomar decisiones o llevar a cabo acciones, es imprescindible tener un repertorio amplio de palabras que los describen para ayudarnos a identificarlos con todos sus matices. En la página siguiente tenemos un repertorio de sentimientos que nos ayudará en esta tarea.

      REPERTORIO DE SENTIMIENTOS

       Me siento…

       Alegría

      Vivo

      Feliz

      Curioso

      Sorprendido

      Tranquilo

      Estimulado

      Satisfecho

      Confiado

      Contento

      Encantado

      Decidido

      Animado

      Conmovido

      Orgulloso

      Agradecido

      Esperanzado

      Inspirado

      Relajado

      Aliviado

      Emocionado

       Miedo

      Temeroso

      Asustado

      Preocupado

      Con miedo

      Avergonzado

      Desconcertado

      Confundido

      Confuso

      Dubitativo

      Impaciente

      Intranquilo


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