Víctimas y verdugos en Shoah de C. Lanzmann. Arturo Lozano Aguilar

Víctimas y verdugos en Shoah de C. Lanzmann - Arturo Lozano Aguilar


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tragedia (Ehrenburg y Grossman, 2011: 14).

      Quedaba claro que su proyecto no se limitaba a la recopilación de documentos solicitada desde Estados Unidos y que el informe a las altas instancias pretendía obtener el apoyo para su publicación en ruso. Surgían así dos proyectos, el norteamericano, que pretendía recoger todas las atrocidades cometidas contra los judíos en Europa, y cuyos materiales provistos por el comité solo harían referencia a las acaecidas en suelo soviético, y el de Ehrenburg, que solo recogía los crímenes que tuvieron por escenario la Unión Soviética, pero que iría acompañado por dos volúmenes más, dedicados a los judíos que lucharon en el Ejército Rojo y en las guerrillas antifascistas, respectivamente.

      Sin duda, el esfuerzo bélico titánico que se libraba era propicio para establecer vínculos internacionales y fomentar la resistencia contra el invasor, incluso a costa de resaltar grupos específicos poco acordes con la homogeneidad nacional y política deseada en Moscú. En esta coyuntura, el CJA llegó a un acuerdo con el Consejo Mundial Judío para que cada una de las partes se ocupara de la recopilación e intercambio de materiales con vistas a la publicación en distintas lenguas. El interés de la cúpula política soviética en el proyecto residía en su carácter plurinacional y sería el causante de la ruptura entre la Comisión Literaria presidida por Ehrenburg, comprometida con la publicación nacional de los testimonios que destacaban la especificidad judía, y el CJA.

      En octubre de 1944 el CJA envió, sin conocimiento previo de la Comisión Literaria, 552 páginas del material recopilado en la URSS a un comité editorial internacional, presidido por Nahum Goldmann y B. Z. Goldberg, por exigencia del embajador soviético en los Estados Unidos, A. Gromyko. La cuestión fue zanjada el 28 de mayo de 1945 con la creación de un nuevo comité editorial compuesto por miembros del CJA y el Buró Soviético de información. Apartado Ehrenburg, fue Vasili Grossman, quien había trabajado con anterioridad en el libro, el encargado por el nuevo comité de continuar con los trabajos y unificar en un solo libro los dos proyectos, el documental y el literario.

      La publicación del libro parecía próxima y se enviaron copias del manuscrito a numerosos países, pero todo se detuvo en el primer invierno de posguerra. La razón no fue otra que el avance de la edición norteamericana de los documentos enviados, cuyo prólogo, escrito por Albert Einstein, e introducción motivaron la negativa del CJA a compartir la coedición. Los motivos del desencuentro eran la inconveniencia de la petición de mecanismos internacionales para defender a las minorías nacionales dentro de los países, la reivindicación del pueblo judío de haber sido porcentualmente el más castigado por el nazismo y la exigencia judía de ser tratados como una nación en el panorama de posguerra. Pese a este primer tropiezo, el CJA confiaba en tener muy pronto la impresión de El libro negro en ruso, incluso Mijoels soñaba con una edición en yidis.

      Antes de materializar ese sueño, se acometió una revisión del texto en la que se suprimieron los pasajes en los que «los autores señalaban la autoconciencia de los judíos y las digresiones que buscaban subrayar las características propias del pueblo judío» (Ehrenburg y Grossman, 2011: 29). El libro ya estaba en imprenta en noviembre de 1946 y el Presídium del CJA envió una carta con el ruego de agilizar la publicación a Zhdánov, secretario del Comité Central del Partido Comunista, quien solicitó una copia íntegra del libro y delegó en la Dirección de Propaganda y Agitación la redacción de un informe.

      Redactado por F. F. Alexándrov el 3 de febrero de 1947 concluía improcedente la publicación del libro. Su primer argumento en contra fue el envío de copias del manuscrito a diversos países sin autorización del Negociado de Propaganda, de especial gravedad se consideraba la cesión del manuscrito a los Estados Unidos,8 pero nuestro interés se centra en el ataque al contenido del libro:

      Más adelante Alexándrov comenta el texto de El libro negro y considera que «ofrece una imagen engañosa del verdadero carácter del fascismo», porque genera la impresión de que «el único objetivo del ataque de los alemanes a la URSS fue el exterminio de los judíos». Tras anotar una minuciosa relación de testimonios recogidos en el libro de judíos que escaparon de la muerte haciéndose pasar por rusos, ucranianos, etc., Alexándrov llega a una paradójica conclusión: El libro negro constituía una falsificación de la historia, en tanto ocultaba los crímenes perpetrados por los nazis contra ciudadanos de otras nacionalidades (Ehrenburg y Grossman, 2011: 26).

      Un intersticio entre las distintas instancias que debían aprobar la publicación permitió, pese al informe negativo, proseguir los trabajos de impresión hasta el 7 de octubre de 1947. El certificado emitido por la Dirección de Propaganda y Agitación del Comité Central del Partido Comunista Panruso decía lo siguiente: «La Dirección de Propaganda ha examinado el contenido de El libro negro y ha detectado la presencia en él de graves errores políticos. La Dirección de Propaganda no ha aprobado la publicación del libro en 1947. Por lo tanto, el libro no puede ser impreso» (Ehrenburg y Grossman, 2011: 27-28). El 15 de noviembre de 1947 la imprenta puso a disposición del CJA los pliegos ya impresos. El libro no vería la luz en su versión rusa hasta la década de los noventa,9 pero todavía continuaría siendo el hilo de una represión creciente de la especificidad judía. Por orden directa de Stalin, Solomon Mijoels fue asesinado en Minsk en enero de 1948; a finales de ese mismo año se disolvió el Comité Judío Antifascista y fueron arrestados algunos de sus miembros más distinguidos; las condenas a muerte llegarían tras los juicios de agosto de 1952. La mención de El libro negro antecedería a muchas de estas sentencias, según el testimonio de Ehrenburg (Ehrenburg y Grossman, 2011: 28).

      Si la línea oficial soviética optó por el acallamiento de testimonios y documentos sobre las especificidades de la víctima judía, la descarada manipulación fue el método seguido para que las imágenes de las víctimas ilustrasen su propaganda. El encuentro de las cámaras con las víctimas no supuso el reconocimiento de la característica diferenciadora del genocidio.10

      La primera filmación en recoger el Holocausto fue proyectada el 23 de diciembre de 1941, en la edición 114 de Soiuzkinozhurnal,11 y se trata del noticiario dedicado a la primera ciudad liberada por los soviéticos. El 29 de noviembre de 1941, una contraofensiva del Ejército Rojo recuperó Rostov, ciudad de medio millón de habitantes entre los que se contaba un número significativo de judíos. El noticiario comienza con los titulares de la reconquista de Rostov, imágenes de batalla, de los generales soviéticos victoriosos, de los restos de las tropas alemanas y la entrada en la ciudad de los tanques y la infantería soviéticos. Tras esta típica representación de la victoria, un cartel, «En Rostov», da paso a las imágenes de las ruinas de la ciudad y una voz superpuesta introduce el tema: «Las bandas fascistas se enseñorearon de Rostov durante ocho días. Durante ocho días quemaron y saquearon la ciudad. Violaron y mataron a pacíficos ciudadanos» (Hicks, 2012b: 49). Evidentemente, la mayoría de los pacíficos ciudadanos asesinados fueron el centenar de judíos fusilados sin mención alguna de los motivos racistas que los condenaron. Esta fue la línea editorial de la asimilación de todas las víctimas judías al martirio de la población soviética. Incluso las imágenes de las fosas comunes descubiertas en Dobritski Yar y Babi Yar en Ucrania, donde fueron exterminados miles de judíos por los Eisantzgruppen, fueron interpretadas por la voz del narrador como el ensañamiento de los fascistas con los ciudadanos soviéticos.

      En su avance por el norte, los soviéticos liberaron todos los campos de exterminio –situados en lo que entonces los nazis denominaron «Gobierno General» y que hoy es el este de la actual Polonia– y un gran número de campos de concentración. El 24 de julio de 1944, el Ejército Rojo liberó el campo de concentración y exterminio de Majdanek, en las afueras de Lublin. Las cámaras no tardarían en llegar para filmar el encuentro con una realidad que superaba las atrocidades filmadas anteriormente y cuyos indicios daban cuenta del asesinato industrial de los judíos en los campos de exterminio establecidos en Polonia. Dos fueron los equipos que filmaron en Majdanek. El primero en llegar fue un equipo polaco dirigido


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