Las competencias argumentativas . Julián De Zubiría Samper
nuevas pruebas de Estado y defenderá la necesidad de considerar ésta como un propósito central en la escuela. Al argumentar se exponen ideas o razones para sustentar, convencer y discernir entre diversas opciones. Por la naturaleza de la presente obra, esto se vincula con las profundas transformaciones en las pruebas de Estado realizadas a partir del año 2000. Para ello partiremos de la pregunta y la reflexión sobre cómo y bajo qué circunstancias se generan los cambios en educación; a partir de allí daremos paso a la reflexión, conceptualización y discusión actual sobre el concepto de competencia en el contexto educativo colombiano (capítulo segundo). En el capítulo tercero abordaremos el concepto de argumentación, intentando precisar el género y sus “diferencias específicas”, como afirmaba Aristóteles. En el capítulo cuarto realizaremos una caracterización sobre las posibles reglas a tener en cuenta al elaborar argumentos, para culminar con un capítulo de transferencias hacia la educación (capítulo quinto). En este último capítulo brindaremos ejemplos en los campos del salón de clase, la evaluación, la lectura, la escritura, la exposición de un tema y la observación de imágenes visuales o películas, con los cuales un profesor podría desarrollar las competencias argumentativas de sus estudiantes.
El pensamiento se desarrolla mediante la ejercitación de las habilidades inferenciales y el aprehendizaje de conceptos y redes conceptuales (Carretero, 1989). En el primer caso, la habilidad para pensar, deducir e inferir se desarrolla gracias al ejercicio sistemático y mediado, permitiendo con ello su consolidación. En el segundo caso, el aprehendizaje, la diferenciación y la reorganización de conceptos y redes conceptuales, permiten nuevas representaciones mentales.
En esta obra hablaremos de una de las maneras para desarrollar el pensamiento: la que tiene que ver con las operaciones intelectuales. En tanto operación intelectual, la argumentación ocupa un escalón alto, dado que exige la construcción de proposiciones que soporten y apoyen ideas centrales, ligadas todas ellas con contenidos particulares. Es cierto que demanda un dominio del pensamiento formal, pero también lo es el hecho de que representa un paso posterior a éste. Es así como en las operaciones inductivas vamos de casos particulares a más generales, de proposiciones singulares a proposiciones particulares y de éstas a otras más generales; en tanto en las operaciones deductivas procedemos en sentido contrario. Como veremos más adelante, en la argumentación se pueden utilizar, entre otros, los dos procedimientos anteriores, pero al hacerlo, recurrimos a situaciones reales, multideterminadas, complejas y lo hacemos de manera ramificada y no lineal2 .
En consecuencia, el sentido final de este libro es el de explicar las características de las competencias argumentativas, de manera que se oriente su ejercitación mediada por parte de los docentes en las escuelas de educación media e inicios de la universidad y que se faciliten aplicaciones en la lectura, escritura, observación de cine, realización de exposiciones y formulación de evaluaciones por parte de los docentes. Solo usted podrá decir qué tanto se cumplió con lo previsto.
1 Esta investigación ratifica resultados encontrados a comienzos del siglo pasado por Ebbinghaus, quien señaló que al cabo de unas pocas horas ya se había olvidado cerca del 80% de los conocimientos aprendidos cuando el aprendizaje era mecánico y no significativo (De Zubiría, Clivio y Giraldo, 2004).
2 Ver al respecto el Capítulo 3.
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