Las miradas múltiples. Emilio Bustamante

Las miradas múltiples - Emilio Bustamante


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dos castings. El primero fue el 2006, porque el 2007 queríamos empezar. Convocamos y vinieron de colegios, universidades, gente que hacía teatro, profesores que hacen teatro. Creían, en un primer momento, que los productores eran de Lima. Cuando se enteraron de que eran de Andahuaylas cambiaron las cosas. ¡Pero si en Andahuaylas nunca se ha hecho cine! En aquel entonces, algunos del equipo todavía eran chibolos, entonces peor, no creían. Decían: “Pero ¿con qué experiencia? Para hacer cine tiene que venir uno de Hollywood o de Lima, donde hay mucho productor”. Pero nosotros dijimos: “Cusco hace sus películas, Ayacucho, Juliaca, ellos hacen sus películas. No esperan que vengan de otros lugares. Si alguien va a venir de afuera, claro que va a poder hacer sus películas, pero ¿quién se va a llevar el mérito? El realizador de aquel lugar. Solo va a usar el escenario. Pero si queremos tener el mérito en nuestro propio lugar, con la misma gente, hay que hacerlo nosotros”. Y así empezamos haciendo un casting, empezamos a conseguir actores o talentos, y con ellos comenzamos a hacer prácticas en la Casa del Maestro, en el estadio, en algunos lugares del bosque, en un hotel que nos apoyaba también. Empezamos con el profesor Aniceto Dongo. Él me dijo: “Yo quiero ver primero el guion. Sin guion no puedo hacer nada”, y le di el guion. Así empezamos.

      Ya teníamos tres meses grabando ensayos, aparte de las escenas épicas que estábamos haciéndolas paralelamente, cuando se malogró la cámara 3CCD. Empezamos a grabar una secuencia con otra cámara que era un digital 8, pero no queríamos trabajar con un digital 8, sino con una cámara 3CCD. Buscamos. Nos prestamos dinero. Fuimos a Cusco, Arequipa, Tacna, hasta Chile. Entré a páginas web para comprarla, y no conseguí. Regresé a Lima, tampoco había en Lima. Conseguí una HC3, una Sony pequeñita, HDV 1080, que logré comprarla con 1250 dólares, también con un préstamo. Pero no nos sirvió de nada porque pasaron seis meses y también se malogró esa cámara. Así que paralizamos el trabajo como un año y medio, y la gente se fue. Dijeron “no, esto fue una estafa porque nunca se grabó nada, lo de la cámara solo es un pretexto”. Más nos endeudamos porque la primera cámara era de una amiga que vino de Francia, y al final tuvimos que hacerla arreglar. Lograron arreglarla, pero la dueña ya no quiso prestarla. Al comienzo la alquilábamos, después nos la estuvo dando en forma de apoyo hasta que se malogró. Después de año y medio, hicimos un nuevo casting, en diciembre del 2009, para empezar con fuerza hasta setiembre del 2010.

       ¿Ningún actor del primer casting volvió?

      Solo volvió una persona, Jeimi. A los demás los fuimos consiguiendo en otros castings que hicimos.

       ¿Cuánto duró el rodaje?

      Empezamos el 26 de diciembre del 2009. Duró hasta septiembre del 2010.

       ¿Y el guion? ¿Tuviste que cambiarlo mucho?

      Se reestructuró tres veces. La primera vez era sobre la guerra chanka-inca, una historia más amplia. Tuvimos que reestructurar. Luego, la segunda vez, contábamos con sesenta actores, entre principales y secundarios, pero era difícil trabajar porque no llegaban a su hora. Volvimos a empezar, nuevamente reestructuramos. Para el 26 de diciembre del 2009 ya tenía el guion y a los personajes que aparecen en la película. Había estado buscando quién hiciera del guerrero chanka hasta que al final dije: “Yo lo voy a hacer. A mí me gusta la actuación y puedo hacerlo. Si Jackie Chan actúa, dirige, hace la coreografía y tantas cosas, ¿por qué yo no puedo hacerlo?”.

       ¿El diálogo se respetó tal cual estaba en el guion o fueron improvisando, creándolo con los actores?

      El guion está acabado, uno tiene ya la estructura necesaria, pero hay cosas pequeñas que hay que rehacerlas en el proceso de rodaje, y a eso se llama improvisar, usar más creatividad a la hora de grabar. No significa que te hayas salido del guion.

       Ha habido buena elección de locaciones. El túnel, por ejemplo, ¿estaba planificado desde el comienzo? ¿Pensaste hacer la película en esos lugares específicamente?

      Bueno, lo del túnel se fue adaptando al guion. Teníamos algunos túneles que eran muy pequeños, más o menos de cien metros. Eso era al principio lo que se iba a grabar, pero fuimos investigando más. Cuando escribí el libro, el 2002, había escrito sobre los chankas y que había unos caminos subterráneos de Andahuaylas a Cusco. Eso está en mi libro. Fue una idea que yo había recogido de crónicas, investigaciones sobre la cultura chanka, que decían que sí existen caminos hacia el hurin pacha, hacia abajo, donde están enterrados los tesoros, los líderes y los guerreros. También eran usados para esconderse allí en tiempo de guerra. Y, bueno, esa era mi idea porque había leído, nunca había visto los caminos, pero los menciono en mi libro, están dentro del libro, y yo los veo ahora y digo: al escribir he atraído esos caminos. Y fue así porque me sorprendí el 2008, casi para el 2009, cuando encontramos los caminos. Allí están, cuarenta kilómetros bajo tierra. Inclusive hay dos cráteres de meteorito más allá de eso, que no he mostrado en la película.

       ¿Cómo lograste la atención de los medios para la película?

      Lo que hice fue entrar a Cinencuentro y Cinemaperú. Me pareció más interesante Cinencuentro porque era una página que vendía; Cinemaperú era más para intercambiar. Dije: “Por los dos lados voy a bombardear”. Por Cinencuentro me contacté con algunos medios que querían hacerme una entrevista. También busqué contactos de El Comercio, fotógrafos que conocía allí. Así llegué a comunicarme por correo con Rodrigo Bedoya. Él me llamó e hicimos la primera entrevista, vía celular, que salió en El Comercio. De allí empezaron a llamar de Panamericana Televisión y de ATV. Los dos querían la primicia. Entonces yo dije: “Hay que priorizar a Panamericana porque soy corresponsal allí”. Aparte, Panorama es un buen programa. Salió la nota en Panamericana. A la otra semana, ATV dijo: “Ya, igual queremos hacer la entrevista, ¿se puede?”. “No hay ningún problema”, respondí. Y ATV mandó a un corresponsal y con él empezamos a trabajar. Pero Cinencuentro fue el primer medio.

       ¿Por qué se demoró el estreno de El último guerrero chanka?

      Fue por razones técnicas, en realidad. Se iba a estrenar el 26 de mayo del 2011, pero la cadena de Cine Star, del señor Aman Kumar Kapur, tenía previsto comprar seis proyectores en DCP, hizo el pedido a Estados Unidos, pero no estuvieron listos para la fecha exacta. Tuvimos que postergar el estreno para el 11 de agosto. En la conferencia de prensa del 25 de mayo anunciamos que se iba a postergar el estreno.

       ¿Cómo se acordó la nueva fecha de exhibición en Lima?

      Yo quería que la película se estrenara el 28 de julio, en Lima. Con Aman Kumar habíamos fijado esa fecha. La gente no va ese día exacto, pero por el hecho de que la fecha sea 28 de julio, la van a recordar más rápido: película, 28 de julio por el día de la patria. Pero no alcanzamos porque ya estaba calendarizado ese día. Aman ya estaba convencido. Todavía le dije: Ollanta va a venir. Ya estaba hecha la tarjeta, tenía un contacto. Pero Aman me llama al día siguiente y me dice que no se puede, que sea el 11. Lo malogró. Al comienzo me dijeron nueve salas, pero se estrenó solo en seis. Mucha gente creía que estaba en el Cine Star Aviación, pero allí no estaba.

       Tu película tuvo 5400 espectadores. ¿Cómo fue el trato con Kumar para la taquilla?

      El trato fue 50-50. Inclusive en la segunda semana iba a ser 60-40; 60 para la producción y 40 para el exhibidor. No se logró ese acuerdo. Me ha pagado con el céntimo exacto. Creo que todo fue transparente y hubo caballerosidad.

       ¿Cuál fue el apoyo de Hernán Garrido Lecca y del Museo Andrés del Castillo?

      El apoyo de Garrido Lecca se produjo gracias al alcalde de Andahuaylas de entonces, Óscar Rojas Palomino, quien nos hizo el contacto. Garrido Lecca se interesó y nos contactó con uno de los productores de Alpamayo, le dijimos que necesitábamos un kinescopado con una empresa argentina, y nos dijo que si el doctor Garrido Lecca estaba dispuesto a darnos un presupuesto, que aprovecháramos la oportunidad. Fuimos nuevamente


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