Comprendiendo las parábolas de Jesús. Klyne Snodgrass
que uno podría relatar una parábola polémica sin emplear la observación aguda es cuando el relator consideraba que la intención es obvia o si la confrontación es tan amenazante para ser explícita.
Las parábolas se relatan en un contexto. Contrariamente a las fábulas de Esopo, las parábolas de Jesús no son historias generales con una verdad universal. Por lo menos, parcialmente ellas se basan en la realidad que tratan de mostrar, de lo contrario no podrían determinar su punto.94 Las parábolas hablan de contextos específicos en el ministerio de Jesús. Lo cual también sucede con la mayoría de las parábolas rabínicas y greco-romanas. Las parábolas no sirven para sí mismas; no se relata una parábola para provecho propio, sino que sirven para un propósito didáctico específico que produzca cambios en las creencias y las acciones.95 Este es uno de los puntos más significativos y debatidos sobre la interpretación de las parábolas. ¿En qué medida es el contexto que dan los evangelistas el marco apropiado para la interpretación? Es claro que no se preservó el contexto específico de muchas parábolas, según evidencia el orden temático (como atestigua Mt 13) y el trabajo de redacción de los evangelistas. Pero, en otras parábolas se han preservado contextos específicos (como atestigua la parábola de los labradores malvados). Discutiremos este problema más adelante y también en conexión con cada parábola individual, pero mi preocupación mayor aquí es resaltar el contexto general del ministerio de Jesús en la Palestina del primer siglo. No sería legítimo separar las parábolas de Jesús de ese contexto y reubicarlas en otro.96 Cambiarlas de contexto no permitirá la interpretación de las parábolas de Jesús, y tampoco que la escuchemos, sino que haría de uno el creador de una parábola con materiales ambiguos.
Las parábolas de Jesús son teocéntricas. He mencionado que las parábolas proponen cambiar el comportamiento y hacer discípulos, mediante relatos acerca de Dios y su reino, la nueva realidad que Dios busca establecer en la tierra. Los intentos de negar las referencias en las parábolas respecto al Reino no tienen base válida. Cuánto refleja la propia vida y obra de Jesús en sus parábolas es tema de debate entre los exégetas, y trataremos al respecto en las parábolas individualmente.97 Aunque algunas parábolas como la de los labradores malvados, pueden tener referencias de cristologías, la mayoría no tratan directamente sobre Jesús. Ellas tratan de Dios, el reino de Dios, y lo que Dios espera de las personas. Muchas parábolas son “monárquicas”; o sea, la figura dominante es la de un padre, amo, o rey, que por lo general es un arquetipo de Dios. Algunos niegan que esas figuras de soberanía se refieran a Dios,98 pero estos intentos malinterpretan cómo funcionan las parábolas, fracasan en mostrar la realidad del contexto del Antiguo Testamento y de los judíos donde se dio las parábolas, y por ende deja las parábolas de Jesús vacías y sin eficacia. Las figuras de monarquía, con facilidad se pueden distorsionar, si olvidamos que ellas aparecen en las parábolas, sin embargo no cambia el hecho de que señalan a Dios.
Con frecuencia las parábolas aluden a textos del Antiguo Testamento. Aunque las parábolas de Jesús no son exegéticas como las parábolas rabínicas, algunas de ellas adaptan temas del Antiguo Testamento y, más de lo que se reconoce, algunas aplican textos e ideas específicamente del Antiguo Testamento.99
La mayoría de las parábolas aparecen en colecciones más extensas de parábolas. Además, a veces están organizadas en dobles (p.ej., las parábolas de la semilla de mostaza y de la levadura) y triples (las parábolas de perdidos en Lucas 15 o las que tratan de Israel en Mt 21.28—22.14). Las dobles y las de combinaciones más extensas fortalecen y exploran un tema mediante el uso de dos o más imágenes para determinar el mismo punto o puntos parecidos. Por ejemplo, la sal y la luz se usan para explicar el carácter del discipulado (Mt 5.13-16). A menudo, tales colecciones tienen paralelos en los escritos rabínicos. Con frecuencia, parece que la organización es la obra redactora de los evangelistas, pero algunos pares probablemente provienen de Jesús mismo. En Lucas, un número de parábolas están organizadas en una convergencia paralela conforme a la forma de la “narrativa de viaje” (o sea, el amigo necesitado en 11.5-8 y la viuda y el juez injusto en 18.1-8).
A parte de esta lista de características generales, debemos reconocer también que hay características específicas de cada uno de los evangelistas. Claro que las tendencias de redacción de cada evangelista se extienden a sus parábolas, de modo que el tema que interesa a cada uno (como el interés de Lucas por el dinero) se evidencia en las parábolas. Las características de las parábolas en Marcos son más difíciles de identificar porque son muy pocas. Las características de las parábolas en Lucas son las más fáciles de identificar. Lucas evidencia una preferencia por el soliloquio, por las parábolas que empiezan con anthrōpos tis (“cierto hombre”), y por las parábolas tis ex hymōn (“quien de vosotros”). Goulder arguye que las parábolas de Lucas son primariamente imperativas, mientras que las de Mateo tienden a ser indicativas, una distinción que es exagerada, puesto que varias parábolas de Mateo tienen un énfasis absoluto.100 Goulder y otros juzgan las parábolas de Mateo más alegóricas, pero en realidad se debe a la imposición de la alegoría en Mateo, lo cual probablemente nunca fue su propósito.101 Mateo tiende a operar en mayor escala respecto al número y la condición social de sus personajes, pero ofrece menos descripciones específicas de las que Lucas provee de sus personajes. La referencia específica al Reino es menos frecuente en las parábolas de Lucas que en las de Marcos y, especialmente en las de Mateo.102
Una buena parábola crea distancia, provoca y apela.103 Al crear distancia provee espacio al oyente/lector para reconsiderar; uno no siente que debe defender su espacio. Mediante la provocación, la parábola requiere nuevos canales de pensamiento, y mediante la apelación busca decisiones que conformen el comportamiento del oyente con el propósito del relator.
Sin embargo, no todas las parábolas operan de la misma manera. Las parábolas tienen niveles diferentes de opacidad; o sea, la facilidad que uno tiene para ver los personajes varía de parábola en parábola. Algunas son diáfanas y el oyente/lector sabe con facilidad que una historia en particular lleva un propósito, y la realidad que muestra es obvia desde el principio. Principalmente este es el caso cuando el relator y los oyentes comparten un considerable acuerdo o cuando la parábola es una acusación profética.104 Cuanto más uno intente determinar un punto fuerte, más probable es que se evidencie la realidad. En cuarenta y nueve versículos (Cap. 23), Ezequiel condena la prostitución de las dos hermanas Ahola y Aholiba, pero ya en el v. 4 explícitamente se las identifica como Israel y Judá. En Oseas 2, Gomer, la esposa del profeta es un velo fino para el Israel servidor de Baal.105 Obviamente, tales ejemplos hacen absurdo cualquier deseo de borrar cualquier cosa en una parábola con referencia externa. Cuanto más sea la parábola un instrumento profético, más se espera que se manifieste la realidad. Un ejemplo en Mateo (22.1-14) de parábola diáfana es la fiesta de bodas. Uno sabe rápidamente que esta no puede ser una historia de una boda verdadera; más bien muestra el fracaso de Israel. Tratar la parábola como un evento real sería una gran distorsión. Otras parábolas son inescrutables; no revelan su objetivo sino hasta que se haya hecho los juicios de auto imputación. Entonces, se añade un nimshal, una explicación que evidencia la intención de la parábola. Unos ejemplos clásicos son la parábola de Natán a David (2 S 12.1-12) y la de los labradores malvados (Mt 21.33-46 y sus paralelos). De todas formas otras parábolas ni son diáfanas ni subrepticias; ellas simplemente presentan una analogía que quizás sea o no clara sino hasta que se complete la narrativa. Algunas ya no son claras en su forma actual y se las debate fuertemente. Por ejemplo, los obreros de la viña (Mt 20.1-16), no es fácil de explicar. Está claro que se debe analizar cada parábola por sí misma para determinar cómo funciona.
Distribución de las parábolas
Las parábolas constituyen casi el treinta y cinco por ciento de las enseñanzas de Jesús en los Evangelios sinópticos. Si uno acepta la teoría de las cuatro fuentes del origen de los sinópticos, entonces en Marcos las parábolas constituyen casi el dieciséis por ciento, veintinueve por ciento de Q, cuarenta y tres por ciento de M, y cincuenta y dos por ciento de L. Hay poco consenso sobre el número de parábolas, y se estima que está entre treinta y siete y sesenta y cinco. La determinación depende cómo uno define el término “parábola”, con juicios