Comprendiendo las parábolas de Jesús. Klyne Snodgrass
el asunto es cómo funciona la analogía. Sin embargo, las analogías no pueden funcionar sin representantes, y no es hacer alegorías para reconocer las relaciones donde ellas existan. Los números quinientos y cincuenta no tienen una función específica sino la de indicar que una deuda es mayor que la otra. Incluso preguntar a qué refiere tales detalles es desviar el propósito de la parábola. No observar las correspondencias obvias es cegarse uno mismo cómo funciona la analogía.
Al igual que muchas parábolas, ésta termina con una interrogante que requiere que el oyente pronuncie un juicio. La respuesta a la interrogante es tan obvia que por poco resulta minuciosa, pero cuando Simón responde se entrega a sí mismo para ser “herido por detrás”. Luego de otorgarse la respuesta, no se puede evadir la relevancia de la conclusión. Obviamente la persona que recibió el perdón de la mayor deuda (o al menos es consciente que mayor cantidad de deuda ha sido perdonada) debería amar más, o quizás, a cambio, ser más agradecido. J. Jeremías arguye que no existe en arameo una palabra para “gracias” o “agradecimiento”, consecuentemente la palabra griega para amor (agapan) se empleó en sentido de “gratitud” o “amor agradecido”.138 Sin embargo, el hebreo yadah y palabras relativas fueron empleadas para expresar agradecimiento, y hay una ventaja en mantener el enfoque en el amor.139 Además, ¿acaso el amor, al menos el amor humano, no contiene gratitud, aunque a menudo se suponga?
Después que Simón respondiera correctamente, Jesús pregunta si él ve a “esta mujer”. Claramente Simón ve su reputación, no a ella, ¿y acaso todavía no es este es el problema, que ponemos la mira en sistemas y asuntos pero no en la persona? Esto no quiere decir que la preocupación acerca del pecado u otros asuntos no tienen importancia, pero lo relevante de Jesús es que percibió la persona.
El contraste que Jesús hace de las acciones de la mujer y las de Simón señala que Simón no ha hecho nada para expresar amor, sin embargo la mujer fue extravagante en la manifestación de su amor. Jesús tomó esta extravagancia como evidencia de, o como base para el perdón. El contraste coloca a la mujer en una posición mucho más honorable que la de Simón y lo señala como uno que poco ama. ¿Cómo se debe entender el refrán en el versículo 47? (note el tiempo presente) “más aquel a quien se le perdona poco, poco ama”. ¿Acaso deberíamos entender que Simón fue perdonado poco porque en realidad él necesitaba ser perdonado poco? Claramente él corresponde al deudor que debe poco con relación a la mujer, pero la parábola es una analogía, no una descripción de la realidad. Una vez más los problemas lo causan aquellos que quieren que las parábolas sean reflexiones perfectas de la teología. Simón no mostró evidencia de amor. ¿Acaso ha sido él perdonado? O, para continuar con el pensamiento del refrán, ¿acaso aquel que en nada ama de nada se le perdona? El relato queda abierto, y seguramente las palabras de Jesús tenían la intención de desafiar a Simón para que reconsiderara tanto su propia condición, quizá él no era deudor de poco, como también su actitud hacia la mujer y Jesús. Él no podía ser justo si no mostraba la compasión de Dios.
5. ¿Cuál es la relación de las acciones de la mujer y su perdón?
¿Obró ella debido a que fue perdonada, o fue perdonada a causa de sus actos? ¿Son sus actos una evidencia de remordimiento y arrepentimiento? Se ha dado mucha atención a los versículos 47 y 48 y sus consecuencias y en especial a hoti (“debido a” en cierto sentido) en el versículo 47. Los versículos 47 y 48 pueden entenderse que ella fue perdonada debido a sus actos de amor. Sin embargo, el versículo 47b (“a quien se le perdona poco, poco ama”), implica que el amor de la mujer es consecuencia de su perdón. Con frecuencia este punto marca un desacuerdo entre católicos y protestantes, porque el primero considera que el amor de la mujer es la base de su perdón (toma hoti como “debido a”) y el segundo arguye que el amor de la mujer resulta de haber sido perdonada (tomando hoti como “en reconocimiento del hecho que”).140
El intento de guardarse de la salvación por obras provoca mucha discusión, y concordamos con Jülicher que la discusiónestá llena de prejuicio.141 Antes de decidir sobre este asunto, debemos reconocer que, hasta donde podemos decir, que ni Jesús ni los evangelistas tenían tanta inquietud como nosotros con respecto a evitar cualquier idea de la salvación por las obras. Otros textos exhiben una semejante “extrañeza” de orden o falta de interés acerca del orden de salvación. El misericordioso recibe misericordia (Mt 5.7), aquellos que perdonan son perdonados (Lc 10.25-28); 18.18-23). En Lucas 17.19 se dice al leproso que fue limpiado y regresa, que su fe le ha salvado, lenguaje que en otras partes es usado para sanidades, pero los otros nueve leprosos también fueron sanados. En todo caso, la afirmación es una consecuencia del acto del leproso. Ninguno de estos textos urge la salvación por obras. F. Bovon tiene razón al decir que en el 7.36-50 Lucas no presenta la interrogante teológica de la relación de la iniciativa de Dios y la respuesta humana y que para Lucas ambos están activos en la reconciliación. Para Bovon las acciones de la mujer son simultáneamente indicaciones y razones para su perdón.142 Aunque estamos tocando este asunto en exceso, podemos mencionar varios puntos que refuerzan el caso de que el perdón precede al amor de la mujer:
a. La lógica de la parábola supone que el perdón proviene primero y sin ninguna razón en el deudor y que el amor fluye del perdón.
b. Algo previo provocó las acciones de la mujer. Desde el punto de vista de la narrativa las acciones de la mujer son una respuesta a Jesús por ser amigo de los pecadores (7.34).143
c. Las afirmaciones acerca del perdón en los versículos 47 y 48 emplea el pretérito perfecto (“has sido perdonada”) indicando que el perdón precede a los actos de amor.
d. Hoti puede significar “en reconocimiento de”.
Sin embargo, dicho así, indica que la parábola enfatiza la interrelación de amor y perdón. Lucas tiene interés en responder nuestras interrogantes acerca del remordimiento o el arrepentimiento de la mujer. Él supone que si el lector comprende el perdón otorgado y el amor expresado, el remordimiento y el arrepentimiento se ocuparan por sí mismos.144Claramente, Lucas supone el arrepentimiento en este texto, o de lo contrario no tiene sentido hablar acerca de “sus muchos pecados” y el perdón. El contexto de fe y paz no la deja en sus pecados. Tampoco la parábola o la narrativa hacen todo, y no deberíamos esperar que así sea. Lo que Lucas enfatiza para su lector es que el perdón de Jesús, la liberación de Jubileo, se ha otorgado, y que las personas al igual que la mujer pecadora recibieron el completo beneficio de esta dispensación y hallaron paz y salvación, incluso cuando las personas como los fariseos no podían entender o aceptar lo que estaba sucediendo. Con respecto a eso, quizá las acciones de la mujer fueron parte de la celebración inherente en el mensaje de Jesús.
Obviamente esta narrativa y parábola tienen implicaciones cristológicas. Lo supuesto es que Jesús es el que perdona debido a que él recibe el amor. Por lo menos, Jesús da validez a su condición de profeta y que él es el agente que anuncia el perdón de Dios, pero la intención parece ser mucho más que eso. Además, el hecho que Jesús es considerado como uno que perdona los pecados conlleva la sugerencia de que él está reemplazando las funciones del templo o al menos sus acciones son comparables con el templo (cf. Mt 12.6).
Con respecto a Simón la narrativa queda abierta. La parábola opera como una advertencia y un desafío a Simón, pero no sabemos cómo el respondió.
6. ¿Cuál es la relación del amor y la fe?
Esta perícope nos fuerza a poner la fe y el amor en una relación más cercana de lo que acostumbramos. Para nosotros la fe es un asunto de la mente, mientras que el amor es un asunto del corazón, pero las Escrituras no mencionan esta división. Es este pasaje se comprende el amor como la expresión de la fe (cf. Gal 5.6), y propiamente comprendido es difícil imaginar una fe que no envuelva amor. Amar a Dios con todo el corazón, la mente, y todas nuestras fuerzas no es otra cosa sino fe, y la fe no puede lograr más. La fe amará, o no es fe (cf. la discusión de Lucas 10.25-37).
La cancelación de las deudas es pura gracia, pero una que transforma, que crea amor y relación, y requiere, incluso demanda, una respuesta. La parábola de Jesús y el diálogo que acompaña demuestra la presencia del Reino,