En busca del cuerpo personal. Alberto Ignacio Vargas Pérez
existencia. Hoy este asunto se encuentra debatido en el ámbito de la filosofía y también, tal vez con mayor intensidad existencial, en la política, la economía, la vida social, la familia y especialmente en la propia intimidad.
Por lo anterior, nos parece urgente establecer un mapa de aproximación a esta problemática, teniendo como brújula y lente de primer orden la condición personal del hombre y con ella, la antropología filosófica. Estamos conscientes de que si se carece de un enfoque antropológico rico y trascendente, las comprensiones y estudios sobre el cuerpo se introducen en callejones sin salida, abriendo paso a los llamados daños colaterales o efectos perversos.
En tal tesitura, el ser humano se introduce en una dinámica de escisión fragmentaria que le imposibilita la vida y le oscurece el sentido personal, inclinándolo a la desesperación y la soledad. Nos parece que hay que evitar posturas reduccionistas sobre el hombre, las cuales, en definitiva, lo conducen a una crisis individual y social, así como antropológica y existencial.
Adelantamos que nuestra investigación esboza el descubrimiento de que la libertad de donación es hilo neurálgico de la existencia humana y clave central para descubrir el significado del cuerpo personal. Este enorme desafío no solamente reside en la temática que aquí se aborda, sino en la necesidad de establecer un camino metodológico suficientemente riguroso que pueda ser acogido desde la alta complejidad en que vive el hombre contemporáneo. La presente situación histórica pone de manifiesto una considerable disputa entre el humanismo clásico y el sujeto moderno que nos deja inmersos en una situación de perplejidad bastante generalizada.
El punto de arranque de la investigación será la crisis contemporánea entendida como una fractura entre el cuerpo y la identidad personal. Actualmente, muchos grupos pseudointelectuales, políticos y económicos plantean una falsa igualdad de derechos que supuestamente puede alcanzarse por medio de la abolición de las diferencias obvias de la corporalidad. Se pretende que los cuerpos de mujeres y hombres, de niños, jóvenes y adultos de las diferentes razas, no tengan diferencias naturales, no existan o no signifiquen nada. Hoy se propaga peligrosamente una quimera de lo neutro como modelo humano, además de que las distinciones entre sexos, razas y edades se consideran, en todo caso, elegibles y sujetas a una deconstrucción al gusto.
Por otro lado, nos encontramos con un endiosamiento del propio cuerpo que deriva rápidamente en estereotipos masificados, los cuales dejan a todo mundo fuera del ideal y, por su agresivo materialismo, anulan las energías espirituales del hombre. Este trabajo intenta mostrar cómo la confusión, negación o separación de las diversas realidades humanas empequeñecen la propia vida y oscurecen el significado del propio cuerpo, unas por defecto, otras por exceso e incluso, algunas por omisión o ignorancia.
Entre los supuestos de toda investigación está que las ideas tienen consecuencias y no hay mejor práctica que una buena teoría, pues la teoría es vida en su forma más alta. De ahí que un enfoque reduccionista de la persona y su cuerpo conduce, sin duda, no sólo a un reduccionismo teórico, sino a una real reducción de la vida que en ocasiones se torna fatal.
En estos tiempos tenemos el reto de asumir el patrimonio tanto del mundo clásico como del moderno, aunado a la aportación sapiencial del cristianismo que tanto valora a la persona y a su cuerpo. Se trata de un trabajo de síntesis que requiere unas coordenadas básicas, mismas que buscamos ofrecer aquí. Entre estas necesidades de síntesis se encuentran los fascinantes avances de la investigación neurocientífica que en este trabajo aún no son consideradas y, por tanto, quedan por realizarse en una segunda navegación, junto con las aportaciones de otras disciplinas. En este sentido, tenemos la esperanza de que el problema de la corporeidad humana lejos de ser un enigma, se pueda descubrir como un misterio donde las respuestas aún están por venir si la libertad humana se aplica a ello.
Como ya se ha indicado antes, un segundo tiempo de este libro consiste en recabar la propuesta moderna del cuerpo subjetivo donde la individualidad, la conciencia, el yo y la cultura tienen un rol central en la constitución de la propia corporalidad. En ese tenor, la experiencia de la propia vida se presenta como un método luminoso para establecer en algún grado la autonomía tan deseada por la modernidad.
El objetivo del tercer capítulo de este libro es recuperar la noción de naturaleza propia de la metafísica clásica, pues actualmente esta noción ha sido olvidada o distorsionada en muchos círculos intelectuales. Nos parece que esta comprensión del cuerpo, en ningún caso, puede ser dejada de lado en lo que se refiere a cualquier tipo de exploración sobre el hombre. Así, la filosofía griega establece bases firmes para comprender la corporalidad como principio de individuación, en dualidad con el alma y en cierta armonía con el cosmos, y con la sociedad humana, en tanto universal. En esta línea, es conocida la vieja disputa antropológica entre naturaleza, cultura y libertad que aquí buscamos recuperar y posicionar como estructural en nuestra especulación y narrativa.
Por último, la comprensión cristiana de la persona y el cuerpo es un tercer tiempo en la investigación. A la luz de sus aportaciones, el cuerpo personal alcanza una nueva dimensión de significado tomando en cuenta la novedad de cada quien: el orden de la libertad y del amor. La distinción entre persona y naturaleza se torna imprescindible para ahondar el significado donal de cuerpo humano; por tanto, se vuelve indispensable la arqueología de dicha distinción, comenzando por los padres capadocios y su noción de hipóstasis que es inseparable de la relacionalidad y apertura a otras personas y especialmente a Dios. Desde esta perspectiva, se presenta el reto de aprovechar el pensamiento analítico y ampliar el metafísico para llegar a realidades trascendentes a la esencia y la mismidad: a la persona como una realidad además de la naturaleza y la subjetividad.
La presente investigación abarca la corporalidad humana en tanto que es natural, subjetiva y sobre todo personal. Se aproxima a la naturaleza desde la propuesta clásica que comprende a la realidad humana en dualidad de sustancia y accidentes, en materia y forma, en esencia y existencia. Además, dialoga sobre las innovaciones, críticas y consecuencias de algunas propuestas modernas que intuyen la necesidad de poner en juego la subjetividad del individuo en el pensamiento antropológico y en la comprensión de la propia corporalidad. Finalmente, aprovecha la aportación del pensamiento cristiano que realza la intimidad y dignidad desde la que se puede trascender el ámbito natural y el subjetivo, abriendo paso a un cuerpo personal que es llamado a la donalidad.
En definitiva, esta investigación respecto a la corporalidad acoge la dotación inicial recibida de los padres que se va configurando en la biografía personal en subsistencia con otros; pero, especialmente, tomando en cuenta la apertura a las relaciones amorosas en las que se entretejen los vínculos permanentes y el proyecto personal de vida. Se trata del éxodo personal desde el vientre materno a la trascendencia propia de la donación.
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