Cuerpo, emociones y sentido de vida. Carmen Lucía Díaz L
sumado a la inoperancia de la justicia y a la impunidad permanente, entre tantos males sociales que nos aquejan, no brinda condiciones para tramitar sanamente los sufrimientos, hace que el sufrimiento emocional sea más profundo e impide modos certeros de acompañamiento a quien lo padece, con el consiguiente resquebrajamiento de las condiciones de salud psíquica, emocional y mental de los pobladores.
Los discursos de la época también contribuyen con su cuota para hacer menos llevadero el sufrimiento e imposibilitar su elaboración. En la actualidad, el discurso o ideología que se privilegia, ante todo, para los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, es el del placer sin límite, el de la búsqueda de felicidad a toda costa, el de las soluciones fáciles, de la imposibilidad de esperar, de la comodidad, negando con frecuencia y de diversas maneras la existencia del sufrimiento. Domina en este tiempo la imagen, se privilegia el parecer más que el ser, se le muestra al otro la mejor cara, el placer y la felicidad vivida, y se hace público todo lo privado con la ayuda de las redes sociales. Se asegura lo imposible de la armonía plena; el yo poderoso, completo, y el individuo es lo que cuenta. El sufrimiento se oculta, mostrándole al otro su inexistencia o también reprimiéndolo para sí; entonces, el sufrimiento se vive silenciosamente y en solitario. El refugio en las redes sociales intensifica el aislamiento y la ruptura con las redes de soporte. Y esa retirada y refugio en las redes sociales lleva a muchos a ampararse en grupos virtuales incitadores de salidas rápidas, de violencia al propio cuerpo o a otros, y, en su extremo, animando al suicidio.
Emociones, afectos y sentimientos
Al hablar de sufrimiento emocional profundo, las emociones entran en escena. ¿Qué decir de ellas? Estas se definen desde diferentes perspectivas como estados de ánimo surgidos a partir de la experiencia de vida, por asociaciones conscientes o inconscientes donde la historia o biografía del cuerpo tienen cabida; por percepciones, por impresiones de los sentidos, por ideas o recuerdos acompañados de expresiones corporales como gestos o actitudes. Desde una variedad de enfoques, se utiliza indistintamente el concepto emoción, con el de afecto y el de sentimiento. Sin embargo, cada uno tiene cierta especificidad, aunque están íntimamente relacionados. La emoción hace más referencia al modo de expresión en y con el cuerpo, a la afectación corporal; por eso, desde algunos abordajes, al estudiar las emociones, el énfasis o su explicación se hace desde la fisiología del cuerpo. En la actualidad, con la preponderancia de lo biológico y lo neurológico para el esclarecimiento de lo psíquico, este es el abordaje que prima cuando se habla de la emoción. El afecto remite a cierto impacto en la subjetividad, a partir de las emociones y de los sentimientos vividos, es un concepto más amplio al ligársele no solo a la reacción ante percepciones, sino también a las pasiones del ser humano y, en ese sentido, a los sentimientos de amor, odio, miedo, etc. Los tres conceptos implican impresiones en el ánimo, en el alma o espíritu (estos dos conceptos, en su acepción original, remiten a aquello que anima al ser humano, que lo alienta y le da vigor a sus actos, diferente de la fuerza y energía física, aunque necesario para que esta última se sostenga). El afecto y el sentimiento suponen, además, su vínculo con la significación, con lo más íntimo de la subjetividad, con el inconsciente.
En esta investigación se ha preferido hablar de emoción, y, más específicamente, de sufrimiento emocional profundo, para destacar el amarre de lo subjetivo con los sentimientos y su afectación corporal, en los y las estudiantes participantes en la investigación.
Así, al tomar las emociones vinculadas a los afectos, a las pasiones del ser y a los sentimientos, podemos indicar que no se están tomando solo como expresiones orgánicas o puras reacciones somáticas. Las emociones, así como el sufrimiento, son vividas por un sujeto y, en ese sentido, implican expresiones subjetivas, expresiones singulares pero realizadas en un marco cultural y en un contexto de relación social. Le Breton (1998), antropólogo estudioso de las emociones en su relación con la cultura, señala:
Los sentimientos y las emociones no son estados absolutos, sustancias susceptibles de transponerse de un individuo y un grupo a otro; no son —o no son solamente— procesos fisiológicos cuyo secreto posee el cuerpo. Son relaciones. Si bien, el conjunto de los hombres (y mujeres) del planeta disponen del mismo aparato fonatorio, no todos hablan el mismo idioma; del mismo modo, aunque la estructura muscular y nerviosa es idéntica, esto no presagia en absoluto los usos culturales a los que dará lugar. De una sociedad humana a otra, los hombres experimentan afectivamente los acontecimientos de su existencia a través de repertorios culturales diferenciados que a veces se parecen, pero no son idénticos. Cada término del léxico afectivo de una sociedad o un grupo social debe ponerse en relación con el contexto local de sus puestas en juego concretas. (pp. 9-10)
Entran en juego, entonces, en la relación con las emociones y los afectos, aspectos físicos y psíquicos, subjetivos y culturales. Implican gestos y manifestaciones corporales, afectos vividos y expresados de múltiples formas, pero significados por quien los vive y expone o guarda conteniéndose; son expresiones enmarcadas en un grupo social que con sus convenciones culturales ordena su modo de revelarlas y permite leerlas, pero siempre con el enigma y la reserva de la dimensión subjetiva e inconsciente.
Estas elaboraciones se plantean, dado que se ha situado como objetivo fundamental en esta investigación la búsqueda de comprensión del sufrimiento emocional profundo en los y las estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia (UN) - Sede Bogotá, en aras de desarrollar políticas y acciones para la prevención del suicidio, dado que se ha disparado esta tendencia no solo en estudiantes de la Universidad, sino en la sociedad en general.
Suicidología
Desde distintas áreas de conocimiento, perspectivas y latitudes se ha estudiado el suicidio como fenómeno específico y multidimensional, a partir de investigaciones, programas, encuentros y organizaciones que han dado forma al campo de la suicidología. El estudio del suicidio va más allá de la salud mental personalizada, pues, como menciona Valdivia (2014),
la suicidología no se limita al estudio individual de los procesos suicidas, sino que flexibiliza sus límites a tal punto que considera que el estudio de este fenómeno de salud pública debe también ser a gran escala, identificando factores de riesgo y protección que se encuentren presentes en grandes poblaciones o grupos humanos específicos. (p. 22)
Además, la suicidología es un campo interdisciplinar que permite abordar el fenómeno con diferentes enfoques, métodos y propósitos. Si bien la mayor cantidad de trabajos que se han hecho sobre el suicidio, el intento de suicidio y la ideación suicida parten de miradas de la psiquiatría, también se encuentran trabajos desde la psicología, la sociología, la psicología social, la antropología, la demografía, el derecho, la comunicación, la educación o la arquitectura, entre otras áreas y disciplinas.
A finales del siglo XIX fue publicado por primera vez El suicidio, escrito por el clásico de la sociología Émile Durkheim, quien presentó el suicidio como un hecho social, ubicándolo así en el campo de la naciente sociología. Su aporte fue tan polémico como innovador, pues implicaba que el suicidio no era una mera conducta individual, sino que se encontraba determinado por factores sociales:
Si el lazo que liga al hombre a la vida se afloja, es porque el nexo que le une a la sociedad se ha relajado. Los incidentes de la existencia privada, que parecen inspirar inmediatamente el suicidio y pasan por ser sus condiciones determinantes, en realidad no son más que causas excepcionales. Si el individuo cede al menor choque de las circunstancias es porque, en el estado en el que se encuentra, la sociedad le ha predispuesto al suicidio. (Durkheim, 2012, p. 183)
Este trabajo, fundador de la sociología académica formal, marcó una apertura de visiones en el estudio del suicidio, que permite complementar y trascender las miradas médicas, psicológicas o morales sobre el fenómeno. Así, la discusión contemporánea frente al suicidio, el intento de suicidio y la ideación suicida no se orienta ni debe orientarse por determinar si el suicidio es un hecho individual o social, psicológico o sociológico, sino que demanda análisis complejos en donde converjan múltiples enfoques que aporten a una comprensión más completa del fenómeno. A continuación se presentarán los principales resultados de la búsqueda de antecedentes sobre suicidio e ideación