El pequeño doctor. Alfred Vogel

El pequeño doctor - Alfred Vogel


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que se exponen en este libro. ¡Cuándo estés dando de mamar a tu hijo piensa que lo que comes es para ti y para él! Dale el pecho todo el tiempo que te sea posible. Solo en aquellos casos en los que, al cambiar la alimentación de la madre, la costra láctea siga inalterable, habremos de sustituir una toma por un biberón de leche de almendras o suero de mantequilla. Los niños afectados de esta dolencia suelen mejorar cuando se reduce la cantidad de grasa de sus comidas. Al suero de mantequilla se le pueden añadir unas gotas elaboradas a partir de Viola tricolor recién recolectadas.

      Pasado el periodo de la lactancia pondremos atención a las siguientes recomendaciones: no hay que darles leche de vaca a estos niños, sino leche de almendra; hay que controlar también su peso, pues algunos pequeños no absorben del todo bien las proteínas de origen vegetal y pueden adelgazar. En estos casos, intentaremos compensar este déficit añadiendo harina de soja a su dieta. Si no diera resultado no nos quedaría más remedio que recurrir otra vez a la proteína láctea considerando, sin embargo, que estos niños suelen tolerar mejor la leche de cabra, y aún mejor la de oveja, que la de vaca. Los niños mayores que padecen una costra láctea muy pertinaz suelen mejorar al tomar germen de trigo. Siempre es preferible recurrir a remedios naturales que a productos químicos. En unos casos se consiguen buenos resultados al poco tiempo y en otros, en cambio, se requiere más paciencia. Una madre preocupada me pidió, una vez, que le ayudara a resolver la costra láctea que padecía su hijita. Además, me envió una muestra de orina para detectar posibles alteraciones. Se le dio leche de almendra y zumo de zanahoria algo diluido en caldo de verduras debido a una insuficiente actividad hepática. Así mismo, se solucionó un cierto déficit de calcio mediante un preparado biológico adecuado para estos casos. Conviene también estimular la actividad renal mediante una tisana suave con un poco de vara de oro (Solidago). Externamente, pondremos aceite de hipérico (toques), junto con aplicaciones de un preparado de calcio y ortiga en polvo. También podemos conseguir buenos resultados mediante baños con salvado.

      Un año más tarde nos escribía la madre escuetamente: «Muchas gracias por habernos ayudado a eliminar la costra láctea de nuestra pequeña».

      En otra carta, una enfermera nos decía: «Me encuentro sola en una casa de montaña con dos niños. El pequeño, que tiene ahora 15 meses, padeció de costra láctea el año pasado. Usted me envió un preparado de calcio y ortigas, Viola tricolor y suero láctico concentrado. Gracias a estos remedios, la enfermedad desapareció por completo al cabo de 14 días».

      En este último caso se empleó también suero láctico concentrado algo diluido en los toques que se aplicaron sobre las lesiones. También se han conseguido buenos resultados mediante toques con extracto de equinácea recién recolectada. No resulta apropiado, en cambio, emplear agua o jabón para lavar a estos niños. Para limpiarlos es preferible emplear un aceite, a ser posible de hipérico. Con gran satisfacción vemos como podemos resolver muchos trastornos de una forma simple y sencilla, evitándole al niño posibles daños perdurables.

       Eczemas infantiles

      Los eczemas infantiles constituyen un penoso trastorno que afectan tanto al niño como a la madre por toda la dedicación y preocupaciones que conlleva.

      En el congreso de 1964 de la Sociedad Alemana de Pediatría, en Múnich, el profesor Holt13, pediatra americano de la Universidad de Nueva York, defendió la tesis de que el empleo de preparados de alquitrán seguía siendo el mejor remedio contra los eczemas infantiles. Un extracto alcohólico de alquitrán o brea al 5% resultaría incluso más económico que el tratamiento con pomadas a base de esteroides. Hay que remarcar que el citado profesor admitió que los eczemas infantiles son relativamente fáciles de reprimir, pero difíciles de curar.

      Mediante preparados con alquitrán podemos hacer que un estado de gravedad IV baje fácilmente a un estado I, pero esto no suele ser suficiente para conseguir una verdadera curación. Además, apenas se interrumpe este tratamiento se produce un rápido empeoramiento en el pequeño paciente, aunque esta cuestión no fue mencionada durante el congreso. Tampoco se dijo que el alquitrán, con sus once grupos de carbohidrógeno (entre ellos también la naftalina) posee un reconocido efecto cancerígeno.

       Tratamiento recomendable

      Desgraciadamente no había ningún pediatra que pudiese ofrecer un tratamiento mejor, como sería una dieta sin leche y proteínas lácteas junto con un eficaz tratamiento con fermentos lácticos, es decir, con suero láctico. Ninguno de los presentes pudo explicar cómo precisamente el tratamiento con suero láctico concentrado da excelentes resultados en los eczemas infantiles. Resulta lamentable que este tipo de tratamiento no sea mejor conocido por muchos profesionales, a pesar de los muchos años que hace que se utiliza. Desde hace siglos, se ha podido comprobar que muchos eczemas empiezan a curarse con baños en suero láctico fresco o, todavía mejor, en suero láctico ácido. Si además administramos al niño un remedio fitoterápico, como un elaborado con trinitarias recién recolectadas, los resultados todavía son mejores. Como, por regla general, los niños que padecen eczemas suelen presentar unos niveles bajos en calcio, la toma de preparados de ortigas y calcio constituye un valioso refuerzo en el tratamiento. Muchos pediatras conseguirían mejores resultados si en vez de emplear cremas o pomadas con esteroides emplearan una crema con lanolina.

      La dieta, por supuesto, también tiene su importancia. Debido a que hay que renunciar totalmente a las proteínas de la leche se hacen imprescindibles las proteínas vegetales. En estos casos ha resultado muy eficaz la proteína de soja y la de las almendras (puré de almendras). También es importante que estos niños sigan una dieta pobre en sal, a pesar de que no se hablara de este tema en los debates del congreso.

      En relación con la cuestión de la alimentación hay un hecho, comentado por los médicos, que confirma lo apuntado anteriormente. Con cierta frecuencia aparecen eczemas infantiles en muchas familias ricas de Nigeria que se alimentan al estilo europeo, mientras que estos aparecen rarísimamente o no llegan a producirse en los niños que siguen las mismas costumbres alimentarias que sus antepasados. Así pues, la alimentación y el estilo de vida de nuestra civilización son una concausa de la aparición de eczemas en la infancia.

      La afirmación de que los eczemas infantiles deben considerarse como una enfermedad alérgica carece de fundamento. La búsqueda de un factor perjudicial o de anticuerpos específicos no suele dar resultado alguno. ¿Por qué no recurrir a procedimientos naturistas que se han mostrado inocuos y sencillos en el tratamiento de los eczemas infantiles, considerando, además, que con ellos no se consigue una ayuda transitoria, sino que en muchos casos se obtiene una verdadera curación?

       Enfermedades infantiles

      Hay que admitir que las enfermedades típicas de la infancia pueden ser incluso beneficiosas si la fiebre ocasionada «quema» o aniquila lo que tarde o temprano podría suponer un perjuicio para la salud, lo que no quiere decir que haya que provocarlas. Algunas se presentan a edades muy tempranas, pero lo cierto es que cuanto mayor y más fuerte sea el niño, mejor las superará. Si tratamos correctamente las enfermedades infantiles, es decir, apoyando las reacciones que se presentan en el niño mediante procedimientos naturales, conseguiremos una beneficiosa «limpieza» de su organismo. La fiebre facilita la «quema» o aniquilación de sustancias tóxicas y nocivas del organismo que, en este caso, pueden provenir de la madre y pueden haberse formado durante el periodo de desarrollo embrionario del niño. Muchos médicos perspicaces se han dado cuenta de que aquellas personas que durante su infancia no padecieron enfermedades febriles tienen mayor propensión a enfermar cuando se hacen mayores y alcanzan una edad avanzada, lo que nos muestra la poderosa fuerza curativa de la fiebre. En realidad, la mayoría de los niños que fallecieron por una enfermedad de la infancia fue porque se les practicó un tratamiento erróneo. El peor fallo es suprimir con medicamentos las manifestaciones normales de la enfermedad, entre las que destacan, en primer lugar, la fiebre y, en segundo lugar, las erupciones cutáneas. La fiebre constituye una defensa interna del cuerpo que


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