Movilidad Urbana y Espacio Público. Ronal Orlando Serrano Romero

Movilidad Urbana y Espacio Público - Ronal Orlando Serrano Romero


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los lineamientos de la planeación han mutado hacia la atención de los requerimientos técnicos para la optimización del tránsito motorizado, disminuyendo las zonas de encuentro, sectorizando y separando los distritos de la ciudad y ampliando los límites de la misma.

      3.2. Caminar como modo de transporte

      Los impactos negativos, a nivel social y urbano, del incremento no controlado de viajes en vehículos particulares pueden mitigarse desde la planeación de una movilidad sostenible, en la que se prioricen los modos más eficientes de transporte, se garantice el acceso equitativo de la mayor parte de la población a los sistemas de transporte público y se articule la proyección del plan de movilidad con la del plan de espacio público. Entre los modos de transporte más eficientes se cuentan el transporte público y los modos no motorizados como la bicicleta y la caminata. Estos últimos son los modos en torno a los que se debería organizar el espacio público de la movilidad en ciudades donde se pretenden principios de sostenibilidad al tránsito (Herce y Magrinyà, 2013, p. 16).

      Así, la forma en que se configure el espacio público de la ciudad es de vital importancia para motivar los diferentes tipos de viaje, es decir, el entorno construido de la ciudad puede favorecer los viajes en modos de mayor eficiencia a partir de la toma de decisiones estratégicas en las que se cualifique el espacio público. En el caso de la caminata como modo de transporte, se debe determinar que ésta, a diferencia de otros modos, ofrece la posibilidad de interactuar de forma directa con otros paseantes de la ciudad y de iniciar actividades sociales tan sutiles como observar al otro, o más complejas como entablar una conversación o un juego (Gehl, Pozueta y Valcarce, 2006, p. 19). Esta aclaración es pertinente porque soporta la afirmación que establece que el espacio público de la movilidad debe planearse de manera que se articule con el espacio del encuentro y las relaciones sociales (espacio público no efectivo y espacio público efectivo para el caso Bogotá).

      Más allá de articular el espacio público de la movilidad y del encuentro social, puede concluirse, para la movilidad peatonal, que la escisión funcional del territorio público separa las zonas del tránsito de las zonas de la consolidación social y cultural, con lo cual persevera el modelo de ciudad desarticulada. Por este motivo, el espacio público en un sector de la ciudad en el que la movilidad peatonal es prioritaria, debe organizarse de manera que las aceras (o corredores peatonales) brinden lugar suficiente al caminante que se dirige a un sitio directamente sin desviarse, a aquel que divaga y a aquel que se detiene e inicia actividades opcionales y resultantes. En la figura 1 se muestra que cuando se priorizan los itinerarios peatonales, no sólo hay lugar para el tránsito de diversos modos, sino también para la permanencia y el encuentro social en espacios humanos entre edificios. De igual manera, el espacio debe proveer redes que se conecten con otros modos eficientes de transporte, con plazas, parques y equipamientos, sitios de alta importancia o significación colectiva y con otras redes peatonales más menudas al interior de los barrios.

      Figura 1. La Prioridad en la Calle. Cuando la calle se planea para la movilidad y el tránsito, no hay lugar para el encuentro social. Cuando la calle se entiende como lugar de encuentro social y permanencia, también hay espacio para el tránsito. Extraído de Better Cities. Recuperado de http://bettercities.net/news-opinion/blogs/scott-doy-on/21544/better-streets-whats-priority

      De acuerdo con lo anterior, se puede establecer que, si el objetivo es revitalizar la calle y motivar los modos alternativos y más eficientes de transporte, el espacio de la movilidad peatonal no puede diseñarse únicamente considerando la conexión entre dos puntos. Para lograr este propósito, es primordial brindar el soporte necesario a las actividades opcionales y resultantes, diseñando en detalle el entorno construido con el fin de garantizar la permanencia de las personas en la calle. Cuando se consigue que las personas permanezcan realizando actividades diversas a diferentes horas del día, aumenta la percepción de seguridad (Gehl, 2006, p. 161; Jacobs, 1967, p. 38) y la de un ambiente cómodo para caminar. En consecuencia, no sólo se logra incrementar la posibilidad de realizar actividades de segundo y tercer orden, sino también dar inicio nuevamente al ciclo (figura 2).

      Figura 2. Ciclo de las actividades. Elaboración propia.

      El diseño del entorno construido es un aspecto de primordial relevancia para la consolidación de la vocación peatonal prioritaria en un sector de la ciudad. El marco físico de la ciudad es el soporte de las actividades de cualquier naturaleza y es el lugar en el que se regulan las relaciones del grupo con un sector de la ciudad, instaurando y definiendo símbolos que construyen la identidad colectiva y facilitan el reconocimiento del territorio desde el contacto directo en ausencia de barreras como la ventanilla de un automóvil.

      3.3. El diseño del espacio público para caminar

      El diseño del espacio público en sectores donde el peatón es prioridad no puede fundamentarse en la implementación de soluciones formales tipificadas, sino en el soporte a la coexistencia de actividades humanas en el territorio. La escala humana debería ser el principio organizador de las relaciones entre personas y elementos que conforman el entorno construido. En este punto, es importante mencionar que la atención a las necesidades humanas en el sector caminable debe ser aplicada en el marco de lo público y, en lo posible, en el de lo privado.

      La necesidad de sectores compactos18 en zonas caminables es un aspecto que debe solucionarse a partir del acuerdo entre la gestión pública y la privada. Esto debido a que la oferta de los diversos usos en los primeros pisos de la ciudad (residencial, comercial, cultural) deben gestionarse desde la implantación de normas de utilización del suelo en la planeación administrativa del territorio. Su consolidación ocurre cuando el actor privado se involucra en el plan de desarrollo territorial, sea como promotor de vivienda, comercio, etc.

      El carácter diverso del sector caminable viene dado por la heterogeneidad de usos en el primer piso, en el espacio privado, en el público y en las fases de transición entre uno y otro. En términos de movilidad, el carácter diverso se define desde la intermodalidad, desde la susceptibilidad de los itinerarios no motorizados y desde la capacidad de articularse con modos de transporte diferentes que permitan cubrir mayores distancias. El espacio colectivo de la ciudad es en su naturaleza diverso por las diferentes actividades y relaciones que ocurren en la calle. Estas actividades la dotan de identidad colectiva, pero la forma y el nivel de detalle del espacio público construido pueden incrementar la complejidad, la cantidad y la calidad de dichas relaciones. Con esto, la vida en la calle se hace más completa, democrática y significativa. Se retoma y fortalece así su vocación de lugar social.

      Como resultado de esta revisión conceptual, se logra inferir que un sector caminable puede caracterizarse por los siguientes ocho aspectos:

      (1)Dar lugar a recorridos peatonales que permiten a los ciudadanos hacerse presentes en la esfera de lo público e involucrarse en actividades sociales que se hacen más completas y complejas, a medida que se diversifican los usos y servicios en primer piso, tanto en el ámbito de lo privado como de lo público.

      (2)Integrar los modos de transporte, priorizando los más eficientes, y configurar el espacio para la permanencia de las personas en la calle.

      (3)Allí toman lugar las tres clases de actividades exteriores y se verifican diversas dimensiones del espacio público. Esto significa que, además de dar espacio para la caminata, también se facilitan los lugares para la permanencia y la interacción social por períodos largos de tiempo y para amplios grupos sociales.

      (4)Ser comprendido por una gran cantidad de habitantes de la ciudad, ya que esto facilita la cristalización del hecho colectivo y, por tanto, el fortalecimiento de la identidad cultural de un grupo social.

      (5)Organizarse en torno a las necesidades y a la escala humana, es decir, las soluciones de espacio público están determinadas por los valores culturales y la manera en que los caminantes de una ciudad la aprehenden. Esto implica que un sector caminable debe ofrecer un paisaje simbólico comprensible y soportar las dinámicas cotidianas de la colectividad, además de articular los espacios de mayor significación


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