Arte y hostilidad. Iván Trujillo
Habermas? ¿El fin que prevé el proyecto moderno es acaso la constitución de una unidad sociocultural en el seno de la cual todos los elementos de la vida cotidiana y del pensamiento encontrarían su lugar como en un todo orgánico? ¿O es que el camino que se debe abrir entre los juegos de lenguaje heterogéneos, el conocimiento, la ética, la política, es el de un orden diferente a estos?”. Luego se afirma esto: “La primera hipótesis, que es de inspiración hegeliana, no pone en entredicho la noción de una experiencia dialécticamente totalizante; la segunda es más próxima al espíritu de la Crítica del juicio, pero, como ella, debe someterse al severo examen que la posmodernidad impone sobre el pensamiento de las Luces, sobre la idea de un fin unitario de la historia, y sobre la idea de un sujeto” (66). Jean-François Lyotard, “Qué era la posmodernidad”, en Casullo 2004. Cf. el artículo siguiente de Xavier Rubert de Ventos, “Kant responde a Habermas”, en Casullo 2004, 75-84; también Rorty 1993, 229-245.
15 Cf. Rancière 2004, 119.
16 Cf. Lyotard 1988. También participó en la publicación Jean-François Courtine, Michel Deguy, Élaine Escoubas, Louis Marin y Jacob Rogozinski. Salvo el escrito ya mencionado, no tenemos noticia de alguna contribución por parte de Derrida a este debate. Previo a él, había publicado en los 70 al menos dos veces algo relativo a la estética kantiana, y a lo sublime: “Économimésis” en Mimésis des articulations (Derrida 1975) y “Le Parergon” en La vérité en peinture (Derrida 1978). A comienzos de los 80 hay dos seminarios, el primero dedicado sobre todo a Kant (“Le respect”) y el segundo a Hegel (“La représentation”). Este último es un seminario sobre lo sublime, o más exactamente, sobre la sublimidad, en las Lecciones sobre la estética. Lo que implica una relación, y un cierto contraste, con lo sublime en Kant. En cuanto a los trabajos de Lyotard dentro de este periodo: Le Différend (París: Minuit, 1983). Heidegger et “les juifs” (París: Galilée, 1988). L’inhumain. Causeries sur le temps (París: Galilée, 1988). Leçons sur l’Analytique du sublime (París: Galilée, 1991). Hay un adelanto de este último (una primera versión de los capítulos 1 y 7) en el escrito colectivo ya mencionado. A este volumen colectivo pertenece el texto de Lacoue-Labarthe, La verdad sublime. Philippe Lacoue-Labarthe, La verdad sublime (Santiago: Metales Pesados, 2015). Nancy crítico de la lectura de lo sublime de Kant tanto por parte de Lyotard como por parte de Derrida, en Jean-Luc Nancy, Une pensée fini (París: Galilée, 1990).
17 2012.
18 En Wellmer 1993, se sitúa el pensamiento posmoderno de Lyotard en relación con Adorno y en la perspectiva de una recepción de la crítica de la razón post-adorniana.
19 Se cita un pasaje de La escritura y la diferencia, relativo a la soberanía, es decir también al abismo, al sin sentido, del no saber o del juego, de la pérdida de conocimiento cuyo despertar depende de una cierta caída y del azar: “Este discurso soberano no es otro discurso, otro encadenamiento desarrollado al lado del discurso significativo. No hay más que un discurso, el significativo, y en esto no se puede eludir a Hegel. Lo poético, o lo extático, es lo que en todo discurso puede abrirse a la pérdida absoluta de su sentido, al (sin) fondo de lo sagrado, del sin sentido, del no saber o del juego, a la pérdida de conocimiento de la que se despierta por una tirada de dados”. Más adelante volveremos a esta caída y a este azar a los que Hegel no es ajeno. Aprovechamos de bosquejar la siguiente objeción: lo que dice Derrida en este segmento lo dice porque, no obstante, observa una tendencia en Bataille a oponer el discurso soberano al discurso significativo. Si “no hay más que un discurso, el significativo”, entonces en cierto modo, no hay discurso soberano, no hay discurso estético que extender sobre, o ampliar a, lo no estético, como al parecer sostiene Menke. No se trata de que lo soberano se relacione con lo no estético, y esto porque lo soberano no es lo estético. Quizás lo que Menke llama lo no estético corresponde a lo estético con respecto a lo soberano al que no se opone.
20 Gethmann-Siefert ha realizado la edición crítica de la filosofía del arte correspondiente a los apuntes de Hotho de la lección de 1823. Esta edición ha sido publicada en Alemania el año 2003 en la editorial Felix Mainer. La traducción al castellano de esta edición, que todavía permanece inédita, ha sido realizada por el profesor Breno Onetto, de la Universidad Austral de Chile.
21 Dentro de las paradojas que hemos venido señalando, nos preguntamos si lo que está en juego es una nueva tentativa de incorporación, sobre la base de una cierta di-gestión, de la filosofía francesa en la filosofía alemana, y en la forma de un cierto relevo del habermasianismo. Nos referimos aquí a la primera edición, publicada el año 1991, de La crítica de la facultad de juzgar, y traducida por Pablo Oyarzun, actualmente profesor de Estética de la Universidad de Chile. Un primer efecto importante del trabajo de Oyarzun a partir de Kant es su tentativa de articulación entre éste y el trabajo de Benjamin, por ejemplo, en la Introducción al libro La dialéctica en suspenso, publicado en 1995 (la introducción está datada en 1993 y 1995). La versión de Benjamin salida de esta articulación, y que nos arriesgamos a llamar “patética” (en un sentido que precisamos en otra parte), calará fuertemente en el medio chileno y más allá. Habría que considerar también que, bajo su influencia, saldrán dos elaboraciones de la estética de lo sublime que incluyen una recepción más o menos rigurosa del trabajo de Lyotard. Una de sus vertientes corresponde a una reflexión sobre el golpe de Estado en Chile (“el Golpe” como “lo impresentable”). La otra, refiere a cierta “epojé” como “golpe de lo real”. Para la traducción de la tercera crítica, Cf. Emmanuel Kant, 1991. Para la articulación Kant-Benjamin, Cf. Benjamin 1995. Para la reflexión sobre el golpe de Estado, Cf. Thayer 2006. Para la reflexión sobre la “epojé” en la época de Jean-Luc Nancy, Cf. Garrido 2011. En una relación más directa con Lyotard y lo sublime, Cf. también Garrido 2012. Cf. además Habermas 1975. Agreguemos, de paso, que las impresiones que depositamos aquí se nos han vuelto a la vez más diferenciadas y más sólidas en la medida en que hace poco hemos tomado contacto con el seminario de Derrida “Nationalité et nationalisme philosophiques” realizado entre los años 1983-1989. Los archivos de este seminario, algunas de cuyas partes ya han sido publicadas, están en la Universidad de Irvine entre las cajas 18 y 20.
22 Proyecto Fondecyt 2006.
23 Como hemos intentado sugerir más arriba, con Manfred Frank el envío del habermasianismo estaba transido de un paradójico nacionalismo filosófico que, contrario a sus pretensiones, volvía más difícil distinguir los franceses de los alemanes, los modernos de los posmodernos, los últimos de los primeros, el antes y el después. Lo que hemos dicho hasta aquí del proyecto sobre la estética de Hegel, y que será matizado enseguida, no parece escapar del todo del intento por retrotraer el posestructuralismo francés a su antecedente alemán temprano-romántico sobre la base de cierta inactualidad del hegelianismo. En un capítulo de un libro publicado un año antes de este proyecto, “La disputa sobre el significado de la ironía. Hegel y F. Schlegel”, Gonzalo Portales, investigador responsable del mismo, observaba la aparente radicalidad de la actual crítica a Hegel (se menciona primero a una “cierta tradición francesa”, “motivada seguramente” por Kojève, enseguida a “la filosofía alemana” de un Heidegger y su confrontación con Hegel, y finalmente, sobre la base de aquella, la filosofía de la diferencia”, es decir, Derrida), toda vez que la inmensidad de las dificultades en desarrollar una filosofía del absoluto ya se