América ocupada. Rodolfo F. Acuña
porque los representantes de la ley eran frecuentemente los ladrones y asesinos. E. J. Hobsbawm, en su Primitive Rebels: Studies in Archaic Forms of Social Movement in the 19th and 20th Centuries (1965), ilumina con bastante claridad los motivos del bandido. Tomando el bandidismo mexicano en el contexto de la historia, este escritor concluye que representaba “en cierto sentido… una forma más bien primitiva de protesta social organizada, acaso la más primitiva que conocemos”.51
Al estudiar al bandolero de California Tiburcio Vásquez veremos (en el capítulo 5) que quebrantó una ley angloamericana con el fin de preservar su honor. Una vez hecho esto se convirtió en un proscrito que tenía que robar para sobrevivir. Como otros bandidos mexicanos, sus actividades iban dirigidas contra los angloamericanos y solo impulsado por la más angustiosa necesidad llegaba a robar a su propia gente. De esta forma conservaba el apoyo de los mexicanos, que lo consideraban un héroe, una especie de Robín Hood, aunque nunca socorría a los pobres. Para los mexicanos, el bandido mataba solamente en venganza. De esta forma se convertía en “el ‘duro’, que no está dispuesto a cargar con las cruces tradicionales que corresponden al estado llano en una sociedad de clases: la pobreza y la sumisión”.52 Se rebelaba contra el gringo y era admirado por el pueblo porque hacía lo que ellos no eran capaces de hacer.
Vásquez y otros bandidos mexicanos representan exactamente el modelo del rebelde primitivo de Hobsbawn; sin embargo, Juan N. Cortina, que ha sido llamado el “bandido rojo de río Grande”, va más allá del modelo del bandido. A diferencia del bandido social, poseía una organización con una ideología y organización definidas que libraba una lucha de guerrillas contra el grupo de poder gringo. Igual que gran parte de la historia chicana, los datos mexicanos deben ser examinados, especialmente los de Tamaulipas, para comprender el alzamiento de Juan Cortina.
Como en el caso de muchos otros rebeldes sociales, se ha hecho un intento para desacreditar los motivos de Cortina. La mayoría de los historiadores angloamericanos lo ha clasificado como un proscrito. Lo retratan como a un vagabundo analfabeto proveniente de una buena familia que se “volvió malo”.53 Lyman Woodman, militar retirado, escribió una biografía de Cortina, describiéndolo como “soldado, bandido, asesino, abigeo (ladrón de ganado) y asaltante del correo, gobernador civil y militar del estado de Tamaulipas y general del ejército mexicano” que, en resumen, era un enemigo de los gringos.54 En contraste, los mexicanos han ensalzado sus hechos en corridos. Cortina dirigió una guerra de guerrillas contra la dominación angloamericana y fue apoyado por el pueblo. Un estudio reciente resume la reacción de los pocos mexicanos que se le opusieron:
Algunos miembros de la clase patronal se opusieron a Cortina porque sus intereses comerciales necesitaban la paz con los norteamericanos; otros temían que Estados Unidos no se quedara satisfecho con Texas, Nuevo México, Arizona y California, y que usara a Cortina como pretexto para “liberar” todo México. Fue admitido, sin embargo, por el mayor Heintzleman que “los bandidos cuentan con la simpatía activa de las clases bajas de la población mexicana”.55
Juan “Cheno” Cortina, producto de la frontera septentrional de México, nació el 16 de mayo de 1822, en Camargo, del lado mexicano del río. Sus padres eran descendientes de la clase alta, y su madre poseía una concesión de tierras en las cercanías de Brownsville.56 Cortina y su familia se trasladaron a esta posesión en el momento más duro de las hostilidades de la guerra de 1846. Cortina no regresó a México y, en los términos del tratado de Guadalupe Hidalgo, se convirtió en ciudadano de Estados Unidos.57 Era un regionalista que se identificaba con el norte de México y luchó para proteger la tierra de los ataques de los angloamericanos. También sentía las injusticias, insultos y pillajes que caracterizaban la ocupación angloamericana. Era cuestión de tiempo que se rebelara contra aquella.
Un incidente común e insignificante señaló el comienzo de la carrera revolucionaria de Cortina. En una cálida mañana de julio de 1859, cuando regresaba del rancho de su madre, vio al comisario Bob Spears golpeando con su pistola a un mexicano que había bebido de más. La víctima había trabajado para la madre de Cheno. Cuando este se ofreció a hacerse responsable por el culpable, Spears replicó: “¿Por qué tienes que meterte tú, maldito mexicano?” Cortina disparó un tiro de aviso y luego:
Cortinas [sic] disparó contra el comisario hiriéndole en un hombro, subió al mexicano a la grupa de su caballo y galopó saliendo de la ciudad al estilo de un cowboy norteamericano o un vaquero mexicano en día de fiesta. Este episodio reúne todas las cualidades dramáticas que cualquier bandido principiante –o héroe– pudiera desear. Cheno, miembro muy popular de la clase acomodada, un mexicano, había disparado contra un representante de la ley norteamericana, había rescatado a uno de los miembros más humildes de la sociedad mexicana y valerosamente lo había llevado a lugar seguro en el Rancho Santa Rita, propiedad de su madre.58
Cheno sabía que no podría obtener un juicio justo, de modo que se dispuso a salir para Tampico, México. Antes de su partida, experimentó algunas otras transgresiones angloamericanas. Más tarde, con un pequeño grupo de amigos, regresó a Brownsville para someter a los opresores a la justicia. El 28 de septiembre entraron a caballo en la ciudad e izaron la bandera mexicana. Los detractores de Cortina afirman que saqueó la ciudad; no obstante, sus partidarios dicen que no robó ni saqueó cuando tenía la ciudad a su merced, como sin duda lo hubiera hecho de haber sido un bandido.59 Si Cortina saqueó o no la ciudad de Bronwsville sigue siendo un punto de controversia. Cortina no planeaba dirigir una revolución. Sin embargo, desde la propiedad de su madre Rancho del Carmen envió una circular justificando sus acciones. La base de su “declaración de agravios” era la injusticia que sufría el pueblo mexicano a manos de los ocupantes. Decía que únicamente había ido a Brownsville a castigar a los culpables de aterrorizar a los mexicanos, y apelaba al gobierno angloamericano para llevar a los “opresores de los mexicanos” ante la justicia en vez de protegerlos. Cortina, tras hacer estas declaraciones, se preparó para emigrar nuevamente a México.60
Buscando venganza, los habitantes de Brownsville tomaron prisionero a Tomás Cabrera. Cabrera era un hombre de avanzada edad cuyo único crimen era ser amigo de Cortina. Cuando el caudillo supo que su amigo había sido arrestado reclutó un ejército de 1200 hombres. Exigió la libertad del anciano, amenazando con quemar Brownsville si sus habitantes no obedecían. Los Tigres de Brownsville (la milicia local) y el ejército mexicano en Matamoros lo atacaron, pero Cortina los derrotó en una batalla y a continuación los gringos lincharon a Cabrera. Fueron llamados los rangers y persiguieron a Cortina, pero este los derrotó el 22 de noviembre.
Envalentonado por sus victorias “planeaba formar un ejército lo bastante fuerte para obligar a las autoridades texanas a conceder a los mexicanos aquellos derechos… que les garantizaba el tratado de Guadalupe Hidalgo”.61 Publicó un comunicado que “revisaba los crímenes contra los mexicanos” y sugería que los colonizados formasen una sociedad secreta para hacerse justicia. El documento es un clásico ejemplo de las motivaciones de un libertador. En él formulaba la acusación de que las tierras de los mexicanos les habían sido robadas por “bandas de vampiros disfrazados de hombres”, que “llegaron y se instalaron en los poblados, sin ningún capital, excepto sus corazones corrompidos y las más perversas intenciones. Algunos, respetuosos de las leyes, nos prestaron protección contra los ataques de los demás; otros se agruparon en tenebrosos consejos, provocando y excitando al robo y la quema de las casas de nuestros parientes del otro lado del río Bravo; y otros más, abusando de nuestra ilimitada confianza, cuando les hicimos depositarios de nuestros títulos [de tierras]”, robaron a los mexicanos. Cortina condenaba la justicia angloamericana, señalando: “Parecería que la justicia ha desaparecido de este mundo, dejándonos librados al capricho de nuestros opresores”. El líder de la liberación proseguía: “Esta raza nunca se ha humillado ante el conquistador –exclamaba–. ¡Mexicanos! Mi partido está tomado; la voz de la revelación me susurra que me ha sido confiada la tarea de romper las cadenas de vuestra esclavitud, y que el Señor me permitirá derrotar a nuestros enemigos con brazo fuerte”.
Cortina clamaba por la liberación de los mexicanos y el “exterminio de sus tiranos”.62 El gobierno colonial había intensificado su opresión. Muchas personas inocentes