Caracterización agroecológica y resiliencia de sistemas citrícolas en el departamento del Meta, Colombia. José Alejandro Cleves-Leguízamo
El fruto tiene un tamaño de mediano a grande, con aproximadamente 10 cm de diámetro, esférico ligeramente alargado, de color intenso y de corteza fina. Es la variedad de naranja dulce más cultivada en las regiones citrícolas del mundo; en la región central de Colombia el 18 % se siembra asociado con café y el 82 % se siembra en monocultivo, con las condiciones del trópico bajo, correspondiente a la franja altitudinal comprendida entre los 0 y 700 m s. n. m. (Orduz y Garzón, 2012).
Los estudios para tipificar, caracterizar y clasificar los sistemas de producción de cítricos en el departamento del Meta evidenciaron que la tecnología utilizada tiene un gran componente empírico. Las producciones presentan alternancia, los costos de producción son muy elevados, las prácticas de poscosecha son mínimas y toda la producción está destinada para el consumo en fresco a nivel regional y nacional (Cleves-Leguízamo y Jarma, 2014; Cleves-Leguízamo, Orduz y Fonseca, 2012).
Para comprender la capacidad de respuesta de los agroecosistemas (resiliencia propia o innata) a la VC, es necesario hacer un análisis general de la ecofisiología de los cítricos en el trópico bajo, la cual se presenta a continuación.
Ecofisiología de los cítricos en el trópico bajo
Según Agustí (2003), la fisiología de la planta está asociada a la interacción del genotipo (G) con el ambiente (A), en la cual se establecen mecanismos endógenos que inciden en el crecimiento y desarrollo de los cítricos; entender estos mecanismos es fundamental para efectuar ajustes ecosistémicos (diseño del agroecosistema) o culturales (tecnológicos).
En la región subtropical el principal factor que incide en el crecimiento y desarrollo de los cítricos es el cambio de la temperatura y de la radiación solar incidente asociada a las variaciones estacionales (verano-invierno), que tiene influencia directa sobre la duración de cada fase fenológica, específicamente sobre la inducción floral, desarrollo de las flores, brotaciones, crecimiento y tamaño, desarrollo y calidad de los frutos (Orduz y Garzón, 2012).
En la región tropical, los cítricos se cultivan desde 0 a 2000 m s. n. m.; en esta región el principal factor que incide en la fenología del cultivo es la precipitación en cuanto a su distribución, volumen e intensidad, y en menor proporción las horas luz/día (nubosidad) (Orduz, 2007a).
En el trópico, cambios en la altitud inciden en variaciones de la temperatura, reflejándose en las unidades de calor (UC) (grados días de calor). Este concepto se define como la relación entre una unidad de tiempo (día, mes, año) con la temperatura promedio/día, tomando como referencia el umbral biológico (temperatura base) que para el caso de los cítricos se estima en 12.5 °C/día (ecuación 1).
Temperatura máxima ° + Temperatura mínima ° /2 – 12.5 °C(1)
Desarrollando la anterior ecuación, la relación UC y altura se indica en la tabla 1.
Tabla 1. Relación entre unidades de calor y altura
Trópico | Altura m s. n. m. | Unidades de calor UC/año |
---|---|---|
Bajo | 0-700 | 5000 |
Medio | 800-1500 | 3500 |
Alto | 1500-2000 | 2000 |
Fuente: elaboración propia con base en datos de Orduz y Garzón (2012).
Como se puede observar, en el trópico bajo se presenta la mayor acumulación de UC asociada a constantes temperaturas medias-altas a lo largo del año, que provocan altas tasas respiratorias en las plantas (Davies y Albrigo, 1994), disminuyendo los niveles de sólidos solubles y de acidez en la fruta, siendo esta la principal razón para la amplia aceptación de la naranja var. Valencia en los diferentes mercados (Orduz, 2007a).
En el trópico bajo la precipitación tiene una distribución monomodal, en la que se diferencia una estación lluviosa con una duración de nueve meses y una estación seca de tres meses que da origen a un estrés hídrico y detención del crecimiento vegetativo, dando inicio al ciclo reproductivo (inducción floral).
La floración principal se presenta dos semanas después de iniciarse la precipitación (finalizando la época seca); esta floración da origen a la cosecha principal, nueve meses después de la antesis, es decir, en los meses de noviembre a diciembre, aunque también es posible la ocurrencia de floraciones menores en época de lluvia, en ausencia de estrés hídrico (asociadas a mecanismos endógenos de carácter desconocido). Estas floraciones extemporáneas generalmente ocurren en los meses de agosto o septiembre, generando la cosecha denominada “mitaca” o secundaria, que se recolecta en los meses de junio a agosto del año siguiente (Orduz, 2007a; Orduz y Garzón, 2012).
Orduz y Fischer (2007), establecieron que un cultivo adulto de mandarina Arrayana requiere 1046 mm de agua al año, que corresponden al 77 % de la evaporación total anual, establecida en 1357 mm para las condiciones del piedemonte del Meta.
Estructura agroecológica principal (EAP) de los agroecosistemas
El desarrollo conceptual de la EAP se remonta a los trabajos de Van der Hammen (1998) durante el desarrollo del Plan Ambiental de la Cuenca Alta del río Bogotá, quien definió el concepto de estructura ecológica principal (EEP).
Posteriormente, Van der Hammen y Andrade (2003), en virtud de los compromisos internacionales adquiridos por Colombia para preservar la biodiversidad, la salud (calidad de vida) y la integridad (conservación) de los ecosistemas del país, propusieron el concepto de estructura ecológica de soporte de la nación (EES), el cual se compone de dos elementos: i) estructura ecológica principal del paisaje (EEP) e ii) infraestructura ecológica (IE).
La EEP se define como el sistema de áreas del territorio nacional que aseguran en el tiempo la conservación de la biodiversidad, su funcionalidad y la provisión de servicios ecosistémicos, definidos como los beneficios que los seres humanos obtienen directa e indirectamente de los procesos y funciones de los ecosistemas, útiles para garantizar la satisfacción de las necesidades básicas de los habitantes y el bienestar de la población (Ideam y MADR, 2012; Rodríguez et al., 2011; United Nations Environment Programme [UNEP] - World Conservation Monitoring Centre [WCMC], 2011; Van der Hammen y Andrade, 2003).
De acuerdo con esta propuesta, el objetivo principal de la EEP es el manejo adecuado de los ecosistemas naturales.
El Decreto 3600 de 2007 considera que la EEP corresponde a los elementos bióticos y abióticos del sistema que sustentan los procesos ecológicos esenciales del territorio, y que su finalidad principal es la preservación, conservación, restauración, uso y manejo sostenible de los recursos naturales renovables que soportan el desarrollo socioeconómico (Ideam, 2011). El Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014 “Prosperidad para Todos”, considera que en la EEP convergen los ecosistemas denominados estratégicos, que están en la posibilidad de garantizar la integridad de la biodiversidad, al igual que la provisión de servicios ecosistémicos para satisfacer las necesidades de la población (Congreso de Colombia, 2011).
Conceptos como la EEP representan un enfoque para el aumento de la conectividad de las poblaciones y comunidades bióticas y se constituyen en una herramienta útil para el ordenamiento, la planificación y la gestión del territorio en concordancia con un conjunto de ecosistemas naturales y seminaturales que interactúan como un sistema (Rincón, 2008).
El segundo elemento esencial de la EES es la IE, considerada como la conectividad que se da entre los relictos de vegetación natural, seminatural, corredores, incluyendo áreas a restaurar en los agroecosistemas y áreas intervenidas (urbanas, degradadas), con una función específica como es la conservación de la biodiversidad asociada a la productividad, a fin de