Curistorias de la Segunda Guerra Mundial. Manuel J. Prieto

Curistorias de la Segunda Guerra Mundial - Manuel J. Prieto


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Führer intentó desalojarla de su presencia utilizando los papeles que estaba leyendo como amenaza. Después de moverlos en el aire varias veces sin éxito reparó en que el hombre que estaba cerca se estaba sonriendo, ligeramente.

      Este hombre era Fritz Darges, uno de sus oficiales de ordenanza. Según Rochus Misch, guardaespaldas de Hitler y fuente de esta anécdota: “Un ligero rictus pasó por su cara. No había cambiado de posición, seguía con las manos en la espalda, la cabeza bien recta, pero le costaba contener la risa”. Como ven ustedes, Darges tampoco se revolcaba por el suelo atacado por el carcajeo, pero su leve gesto fue suficiente.

      Hitler le soltó: “Si no es capaz de mantener alejado de mí un animal como éste, quiere decir que un oficial de ordenanza como usted no me hace ninguna falta”. Con aquella frase despidió a Darges, y Misch sospecha que lo enviaron al frente.

      El Nido del Águila

      Bajo este nombre, Nido del Águila, se conoce una mansión o “chalet” que Hitler tenía en los Alpes. Lo recibió como regalo, por parte de su partido político, el NSDAP, en su 50º cumpleaños. Todo un símbolo del régimen nazi, también lo fue para los aliados cuando lo tomaron en la fase final de la Segunda Guerra Mundial.

      El edificio está en lo alto de las montañas y su construcción, según parece, no fue sencilla ni barata. Un ascensor metido en el corazón de la montaña y un túnel permiten llegar a la “cumbre del poder”. El lugar tiene unas vistas realmente impresionantes y la belleza del entorno es indudable. Pero a pesar de ello y todo lo anterior, Hitler no lo frecuentó. Sólo hay documentadas 14 visitas del líder nazi a su nido. La última, en octubre de 1940. No le gustaba mucho el ascensor ni el túnel de acceso.

      Sin duda, por lo que es más famoso el Nido del Águila, como decía antes, es porque se convirtió en todo un símbolo cuando en mayo de 1945 fue tomado por los aliados y, especialmente, por el tratamiento del hecho en la postguerra. Algunas fotos de los soldados aliados en este lugar son una referencia dentro de las obras relativas a la Segunda Guerra Mundial. Por otro lado, pueden ver el capítulo correspondiente de la fabulosa serie Hermanos de Sangre (Band of Brothers) para hacerse una idea más exacta.

      Lecciones de empresa, por Hermann Goering

      Gracias a un par de detalles sobre Hermann Goering que he leído en la revista La Aventura de la Historia, vamos a ver un modo de actuar que es perfectamente aplicable al mundo empresarial. Según se comenta en dicha revista, una vez le preguntaron a Goering, a la sazón responsable de la Luftwaffe, por qué esta no disponía de bombarderos pesados. La contestación fue: “uno pesado cuesta tanto como cuatro ligeros y Hitler me va a preguntar cuántos tenemos, no si son bombarderos pesados”. Tomen el nombre de Hitler como “el jefe” y vean que su decisión se tomó para agradar al jefe, no por ser lo mejor para “su empresa”.

      Se repitió esta situación hacia el final de la guerra. Alemania podría haber dispuesto de un buen número de cazas a reacción en 1944, pero todo se retrasó porque Hitler quería bombarderos y Goering hizo lo que pudo para complacerle, a pesar de todo.

      Goering ayudado por unos judíos

      Unos años antes de acceder definitivamente al poder, el partido político de Hitler intentó un golpe de Estado, conocido como putsch en alemán. Era el año 1923. No resultó exitoso y después de algunas horas todo había acabado. Un regimiento de las SA en Munich se vio envuelto en un intercambio de disparos y dos de aquellas balas acabaron en el vientre de Hermann Goering, ya por entonces uno de los líderes del movimiento. Goering sería, con el tiempo, uno de los tres o cuatro hombres más poderosos del Tercer Reich.

      Herido, Goering se tuvo que ocultar para no ser detenido y poder huir a una zona más segura. Fue una familia judía, los Ballin, los que ocultaron al rebelde y le ayudaron a huir. Posiblemente, de saber que aquel hombre formaría parte años más tarde del régimen que asesinaría a millones de judíos lo habrían rematado allí mismo. De todos modos, gracias a la ayuda de Goering, en agradecimiento por este hecho, salvarían su vida los Ballin durante el exterminio que llevaron a cabo los nazis.

      La historia real de la Gran Evasión

      La Gran Evasión, la película, es un recurrente cada cierto tiempo en mi caso cuando me dispongo a pasar un buen rato. Como sabrán, narra la historia de una fuga masiva de soldados aliados de un campo de prisioneros alemán durante la Segunda Guerra Mundial. La película, basada en una novela de Paul Brickhill, está inspirada a su vez en hechos reales.

      En el campo de prisioneros Stalag Luft III en Sagan, una pequeña ciudad de Silesia, había varios miles de soldados británicos y estadounidenses retenidos. A finales de febrero de 1944 los guardias habían descubierto ya 99 túneles de fuga antes de que estos fueran terminados. Como vemos, la insistencia de aquellos tipos por salir de allí era significativa.

      La noche del 24 al 25 de marzo de 1944, un nuevo túnel fue finalizado, esta vez con éxito, y escaparon ochenta oficiales ingleses. El hecho enfadó a los responsables del campo y a algunos mandos superiores, por lo que se dispuso una gran operación de captura. No tardaron mucho en comenzar a detener a algunos de los evadidos, pero el día 26 se ordenó a la Gestapo que fusilara a los que fueran detenidos a partir de aquel momento. El 27, en una reunión del más alto mando, se revisó aquella orden, pero ya habían sido fusilados entre 12 y 15 fugados al ser capturados. Los alemanes temían que al enterarse los británicos de esta acción comenzaran a fusilar también a los aviadores alemanes presos en Gran Bretaña. Finalmente, la orden fue ratificada y sólo los primeros capturados salvaron la vida.

      Todas las instrucciones relativas a esta acción fueron dadas oralmente con la prohibición explícita de que se pusiera nada por escrito al respecto. En cualquier caso, no pudo evitarse la filtración y los alemanes inventaron un buen número de excusas y justificaciones para la muerte de cada soldado británico.

      El cabello de los campos de concentración

      Me van a perdonar la crudeza de esta curistoria. Al menos a mi me parece algo espeluznante por todo lo que hay detrás, pero en cualquier caso, no deja de formar parte de la historia.

      Cuando las tropas soviéticas liberaron el campo de concentración de Auschwitz, había allí almacenadas 7 toneladas de pelo humano, en su mayoría, pelo de mujer. Según una circular de la administración de estos campos de concentración nazis, se ordenaba que los cabellos cortados fueran tratados de manera adecuada: “con los cabellos cortados y peinados de las mujeres se fabrican zapatillas para las tripulaciones de los submarinos y suelas de fieltro para los empleados de los ferrocarriles del Reich”.

      La circular acababa diciendo que “se redactarán informes sobre la cantidad de cabellos recogidos, por separado para hombres y mujeres, el día 5 de cada mes a partir del 5 de septiembre de 1942”.

      Los nazis no sólo tomaban los bienes materiales más básicos de los hombres y mujeres que iban a los campos de concentración, no se conformaban con explotarlos trabajando y finalmente exterminarlos, sino que su “uso como recursos” estaba estipulado hasta el más mínimo detalle. Como decía, espeluznante.

      42 intentos de atentado contra Hitler

      No hace mucho, gracias a Hollywood, se hizo famoso el atentado llevado a cabo contra Hitler por, entre otros, Stauffenberg, conocido como Plan Valkiria. Estuvo cerca este intento de acabar con el líder del Reich, pero fracasó, como los otros 41, aunque no todos los que se cuentan en este número pasaron de un estado embrionario o un simple plan.

      Ese es el número de tentativas de atentado que se estima que sufrió el líder nazi, sin éxito todas ellas, como bien sabrán. Supongo que esto se debe en parte a la buena protección de las SS, a la mala planificación de algunos atentados y, seguramente, también algo a la suerte. El enemigo intentó acabar con él, pero también hubo ataques desde sus círculos más cercanos.

      Aunque los historiadores y fuentes suelen hablar de esas 42 tentativas, no todas están claras pero hay algunas destacadas y muy documentadas:

      En 1923, cuando Hitler y sus camisas pardas intentaron hacerse con el poder en Alemania, la propia policía intento asesinarle.

      En


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