El pueblo judío en la historia. Juan Pedro Cavero Coll

El pueblo judío en la historia - Juan Pedro Cavero Coll


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II

      Aunque admite variaciones regionales en determinados períodos, Amnon Ben-Tor ofrece el cuadro cronológico de la arqueología del antiguo Israel que mostramos a continuación:

Neolítico A Precerámico8300 a 7300
Neolítico B Precerámico7300 a 6000/5800
Neolítico Cerámico6000/5800 a 5000/4800
Calcolítico Antiguo5000/4800 a 4200/4000
Calcolítico Medio4200/4000 a 3200/3000
Bronce Antiguo I3200/2900 a 2950/2650
Bronce Antiguo II2950/2900 a 2700/2650
Bronce Antiguo III2700/2650 a 2350
Bronce Antiguo IV2350 a 2200
Bronce Intermedio (Bronce Medio I)2200 a 2000
Bronce Medio II-a2000 a 1750
Bronce Medio II-b1750 a 1600/1550
Bronce Final I1600/1550 a 1400
Bronce Final II1400 a 1300
Bronce Final III1300 a 1200/1150
Hierro I1200/1150 a 1000
Hierro II-a1000 a 800
Hierro II-b800 a 700
Hierro III-a700 a 586
Hierro III-b586 a 520

      A la vista del rápido ritmo de los descubrimientos es muy posible que surjan sorpresas que puedan llevar a nuevos resultados. De todos modos, se considera ya seguro el panorama general concluido del estudio de los yacimientos encontrados. Durante el Bronce Antiguo se consolidaron las ciudades como forma de asentamiento, fenómeno ya arraigado en Mesopotamia y Egipto. La transición del Bronce Intermedio se caracterizó por la decadencia urbana, que suele atribuirse a tribus nómadas del exterior: la mayoría de los investigadores piensa que se produjo una inmigración de amorreos, tribus semíticas occidentales que entraron en Oriente Próximo a mediados del tercer milenio a.C. Algunos esperan disponer de más datos para confirmar esa identidad; otros opinan, sin embargo, que llegaron tribus indo-europeas procedentes de las estepas euroasiáticas.

      La cronología del Bronce Medio se basa en la documentación escrita de Egipto y también, en una segunda fase, de Siria-Mesopotamia. Esta división guarda relación con los acontecimientos políticos: si durante las dos primeras centurias Canaán meridional y central estuvo subordinado al poder egipcio, a partir del siglo XVIII a.C. los reinos amorreos de Siria, que ya controlaban la zona septentrional de Canaán, extendieron su dominio al resto del país. Un siglo después esas tribus, mezcladas ya con la población cananea local, obtuvieron gradualmente el dominio de Egipto. Allí se les denominó hicsos, forma griega egipcia que significa «gobernantes de tierras extranjeras». Para entonces la cultura cananea había alcanzado personalidad propia gracias a su original fusión de las tradiciones locales con las influencias egipcias y sirias.

      Las excavaciones correspondientes al primer periodo del Bronce Medio muestran una cultura urbana relacionada con los habitantes de la costa libanesa y de Siria, por lo que se piensa que la población seminómada del Bronce Intermedio pudo ser absorbida por los nuevos núcleos rurales. El estudio de las secuencias estratigráficas revela que varios yacimientos llegaron a convertirse en ciudades-estado fortificadas, de las que dependían sus respectivos entornos rurales. En este tiempo se introdujo en Canaán el carro de guerra, de uso habitual en Mesopotamia. Por su parte, los asentamientos de la segunda fase del Bronce Medio prueban el afianzamiento de las ciudades y la casi desaparición de las aldeas. Los cananeos disfrutan su éxito político (se imponen en Egipto, siendo hicsa la Dinastía XV) y su progreso cultural (en las postrimerías del período, además de las escrituras jeroglífica egipcia y acadia de Siria, empieza a utilizarse el protocananeo, primer alfabeto local, inspirado en los jeroglíficos monosilábicos egipcios y origen de los alfabetos cananeo y hebreo).

      La derrota de los hicsos y la consiguiente reunificación de Egipto conseguida por Ahmosis, fundador de la Dinastía XVIII, así como la conquista egipcia de Canaán, marcan en esta tierra el inicio de la Edad del Bronce Final (1550-1200 a.C.). Durante esta etapa, documentada de principio a fin, los egipcios cruzaron Canaán y trataron en vano de someter al reino hurrita de Mitanni. Recién instalado en Siria septentrional, Mitanni fue el gran enemigo de Egipto en las últimas décadas del siglo XVI y las primeras del XV a.C., y es posible que completara con éxito la invasión de la región cananea.

      Finalmente el faraón Thutmosis III venció a Mitanni (1472 a.C.) y, aunque no obtuvo el control de Siria, sí lo consiguió en Canaán tras su gran victoria en Meguiddo. Desde entonces y hasta la conclusión de la Edad del Bronce Final, Canaán conservó la configuración que le impuso Thutmosis III: las autoridades locales mantuvieron el control de los pequeños núcleos urbanos, excepto los reservados a la administración egipcia encargada de mantener la paz y recaudar impuestos. Al norte de Canaán pero fuera de su territorio, Mitanni pudo prolongar su área de influencia.

      A mediados del siglo XIV a.C. comenzó la decadencia de Mitanni y su progresiva sustitución por el Imperio hitita, nación de procedencia indo-europea establecida desde antiguo en Anatolia, desde donde se extendió hacia el Creciente Fértil. Tras obtener la sumisión de los pueblos antes dependientes de Mitanni, y hasta el fin de la Edad del Bronce Final, el Imperio hitita rivalizó con Egipto por el control de Siria, pues los faraones mantuvieron su autoridad en Canaán. El archivo de El-Amarna revela la existencia de un grupo marginal de la sociedad cananea que denomina ‘apiru o habiru. Nómadas sin privilegio alguno y cambiantes en sus apoyos a las distintas ciudades-estados, los ‘apiru han sido relacionados con el pueblo hebreo por algunos investigadores, como tendremos ocasión de ver.

      En comparación con la etapa anterior, durante el Bronce Final disminuyó la población urbana cananea. Las gentes vivieron principalmente de la agricultura, cuyos excedentes exportaban. Como describen la Biblia y distintas fuentes egipcias, en tiempos de sequía prolongada era habitual marchar a Egipto. Gracias a su situación geográfica, Canaán se benefició de un intenso comercio internacional, que además abrió su cultura a corrientes orientales. La influencia cultural de los conquistadores egipcios, en simbiosis con las tradiciones locales y con las aportaciones orientales, dieron a la civilización cananea un perfil propio. Su mayor contribución a la cultura universal fue la invención del alfabeto. Como vimos, a partir de esta primera escritura protosinaítica o protocananea surgieron en la Edad del Hierro nuevas escrituras alfabéticas (paleohebrea, fenicia y aramea) que dieron origen a otras.

      Durante el siglo XIII a.C. varios reyes egipcios de la Dinastía XIX (Seti I, Ramsés II y Merneptah) emprendieron acciones bélicas para acabar con las revueltas cananeas y enfrentarse a los hititas en Siria. Poco duró la paz alcanzada tras el Tratado de Plata (1259 a.C.), por el que Egipto y Hatti fijaron al sur y al norte de la Beqaa libanesa sus respectivas áreas de influencia: el Imperio hitita desapareció a fines de esa centuria tras sufrir épocas de sequía y la invasión de los «pueblos del mar», y Egipto tampoco escapó a la agitación de esos tiempos y perdió influencia en parte del territorio cananeo, aunque mantuvo el control de la mayoría de la región.

      Las invasiones de los «pueblos del mar» pusieron fin a la hegemonía de las grandes potencias en el Mediterráneo oriental en beneficio de entidades políticas menores de carácter nacional. Junto a los «pueblos del mar» entraron en Canaán las tribus israelitas (fines del siglo XIII a.C.). Estos acontecimientos influyeron de tal manera en la cultura material que historiadores y arqueólogos aceptan la fecha general del 1200 a.C. para señalar el comienzo de la Edad del Hierro, dando por terminada la Edad del Bronce Final.

      A pesar de que la cronología de la Edad del Hierro cananea (1200/1150-520 a.C.) sigue dependiendo en buena parte de fechas egipcias, la cultura material de Canaán es rica y específica de los pueblos que allí se instalaron: además de las tribus israelitas, hegemónicas en la región, vivieron en ella fenicio-cananeos, filisteos y otros «pueblos del mar». Transjordania, por su parte, se pobló mayoritariamente de moabitas, edomitas y ammonitas.

      Los estratos arqueológicos de comienzos del período revelan tanto la destrucción de numerosos asentamientos anteriores, algunos después reconstruidos, como el freno de los contactos comerciales con el exterior (ausencia de cerámica chipriota y micénica) excepto donde se reanudó la influencia egipcia o los contactos con ese país. Los filisteos habitaron en núcleos urbanos extendidos por toda Filistea aunque, como menciona la Biblia, fueron cinco sus ciudades


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