Historia breve de Japón. Irene Seco Serra

Historia breve de Japón - Irene Seco Serra


Скачать книгу
a la historia legendaria, encontramos que Jimmu, cumplidos sus cuarenta y cinco años, se esfuerza por pacificar un país dominado por luchas internas, en un posible reflejo mítico de las luchas que sacudieron las tempranas fases de la historia japonesa y que condujeron a la conformación de un estado unificado a partir del territorio central o Yamato.

      En su viaje le acompañan sus tres hermanos, que mueren en el curso de la empresa. Dos de ellos se arrojan por la borda del barco en el que viajan desde Kyushu para calmar la tempestad, siendo deificados por su acción; el otro morirá en combate.

japon2.png

      El mítico primer emperador Jimmu Tenno.

      Detalle de una estampa de Adachi Ginko del año 1891.

      Una vez llegados a la isla central de Japón desde su Kyushu natal, Jimmu y su hermano Itsuse se enfrentan a los habitantes de lugar, obra también de los dioses creadores, dicen las crónicas, pero de ‘inferior categoría’, que luchan contra los invasores bajo el mando del jefe local Nagasunehiko. Al principio Jimmu y los suyos se mueven hacia el Este, y llegan cerca de la actual Osaka, pero los combates no les son favorables, puesto que están avanzando en dirección contraria al rumbo del sol. Siendo como son sus descendientes, no deben caminar en sentido contrario a su madre divina. La propia diosa Amaterasu les indica la senda que deben seguir, enviándoles como guía a Yatagarasu, el cuervo del Sol, un ave maravillosa de plumaje de oro y tres patas, que proviene probablemente del imaginario chino.

      El cariz de la guerra cambia desde ese momento, y, finalmente, Jimmu consigue hacerse con el dominio del país. Manda construir un palacio en Kashiwabara, cerca de la actual Kyoto, y se convierte de este modo en el primer emperador japonés.

      La supuesta fecha del ascenso al trono de Jimmu, el 11 de febrero, es todavía hoy fiesta nacional en Japón. La elección del año 660 a.C. como hito fundacional de la nación japonesa por parte de los historiadores antiguos está probablemente relacionada con las ideas chinas sobre el calendario y sus ciclos. Según estas teorías, cada sesenta años llega un periodo de grandes cambios, conocido en japonés como kanototori. Y cada veintiún ciclos, se produce un kanototori de espectacular magnitud. El año 601 de nuestra era, marco del inicio de las reformas del príncipe Shotoku, fue considerado uno de estos momentos. Es posible que los compiladores de las grandes crónicas tomaran este año como punto de referencia para localizar en el tiempo el mítico reinado de Jimmu, ya que, si se cuentan veintiún ciclos de sesenta años hacia atrás, se llega, efectivamente, a la fecha en cuestión, es decir, el año 660 a.C.

      La lucha de Jimmu por el control del territorio japonés incluye penalidades varias, interminables luchas contra clanes de bandidos y fantásticos encuentros con divinidades locales.

      Como ocurre también en otros entramados mitológicos, los dioses del lugar son presentados como antepasados directos de las grandes familias nobles japonesas. Así, por ejemplo, mientras recorre la tierra de Yoshino, Jimmu se topa con dos curiosas deidades provistas de cola de animal. La primera de ellas es descrita como un hombre brillante que sale de un pozo. Ante las preguntas del emperador, revela su estatus divino y también su nombre, Wi Hikari. Se trataba, apunta la narración, del ancestro de la familia Yoshino no Obito. Más adelante, otra deidad con cola emerge de una roca. Jimmu pregunta de nuevo, y el dios se identifica como Iha Oshi Wake, antepasado de los Yoshino no Kuzu. Como no podía ser de otro modo, tanto éstas como otras divinidades que aparecen a lo largo de la historia de Jimmu Tenno se apresuran a declararse siervas del emperador.

      Cuenta la leyenda que Jimmu murió en el año 585 a.C. a los ciento veintisiete años de edad (según el Kojiki, o ciento treinta y siete, si preferimos la versión de la otra gran crónica sobre estos momentos, el Nihonshoki). Sus sucesores, también semilegendarios, serían igualmente longevos, pero ninguno llegaría a igualar su fama.

      La aparición de la agricultura en Japón coincide, como ya hemos visto, con el desarrollo del periodo Yayoi. A principios del siglo IV a.C. hay evidencia arqueológica palpable del cultivo del arroz, que se extenderá con rapidez durante el siglo siguiente. Por otra parte, algunos hallazgos aislados de granos de cereal en estratos más antiguos han hecho pensar que los inicios de la agricultura podrían retotraerse hasta el año 1000 a.C. También hay quien piensa que los primeros cultivos pueden datarse en momentos aún más tempranos, aunque las pruebas no están del todo claras. Se han encontrado semillas de mijo en el yacimiento Jomon Medio de Tominosawa, y semillas de cáñamo y sésamo en Ko Sannai, otro asentamiento del mismo periodo. Hay incluso evidencias de una clase de mijo en fases Jomon iniciales de Sannai Maruyama, pero parece que se trata todavía de la variedad silvestre.

      Así pues, es probable que ciertas especies vegetales se cultivaran, de forma regular o no, durante el periodo Jomon. Pero el gran cambio social y técnico no se produciría hasta la etapa Yayoi.

      Antes de seguir adelante hay que especificar que, cuando hablamos de agricultura, nos referimos aquí de manera primordial al cultivo del arroz en campos inundables. También había en Japón Yayoi cultivos de secano, como por ejemplo el mijo, que se mencionó hace un momento, pero el arroz de regadío predominaba de forma sustancial.

      El arroz y sus técnicas agrícolas se extendieron a Japón desde China. Las evidencias agrícolas chinas más tempranas se datan unos siete mil años antes de nuestra era. No está del todo claro, sin embargo, cuál fue el lugar donde se inició el cultivo. Hay quien se decanta aún por la zona de Yunnan, mientras otros especialistas opinan que es más probable que el desarrollo original se llevara cabo en el valle del río Changjiang. En cualquiera de los dos casos, llama poderosamente la atención el enorme periodo de tiempo transcurrido entre el nacimiento del cultivo del arroz en China y su adopción en Japón. Entre otras cosas, esto prueba la excelente adaptación al medio de las sociedades de época Jomon, que mantuvieron sus modos de vida cazadores-recolectores durante siglos.

      Tampoco existe un acuerdo generalizado acerca de la ruta a través de la cual la agricultura se difundió por el archipiélago desde el continente. Algunos de los estudios más antiguos proponen un camino directo desde la desembocadura del Changjiang hasta la isla de Kyushu, cruzando el mar de China en esa zona, que por cierto es bastante extensa. Otros autores han defendido que la ruta de entrada no llegaría directamente a Kyushu, sino que iría saltando desde China hasta allí a través de las islas más pequeñas y cercanas de Ryukyu. Por último, un gran número de arqueólogos piensan que la agricultura se habría extendido por Japón pasando primero por la península coreana y cruzando desde allí por el estrecho. Esta última hipótesis se ve avalada por la patente influencia coreana presente en el registro arqueológico entre los siglos VI y V a. C; en estos momentos, tanto los instrumentos líticos como muchas cerámicas son abiertamente similares a tipos coreanos.

      En cualquiera de los tres casos, parece que la primera isla importante en la que se adoptó la agricultura fue Kyushu, y que desde allí pasó al resto de grandes islas del archipiélago.

      El arroz no es un cultivo sencillo. Requiere técnicas especiales y condiciones muy específicas de clima y terreno. Por ello, es más que probable que su adaptación a Japón no fuera una tarea fácil. Resulta significativo comprobar que de las dos variedades de arroz que se cultivaban en el río Changjiang, la de grano largo y la de grano redondo, solamente una, la de grano redondo u oryza japonica que ya se mencionó más arriba, ha sido documentada hasta la fecha en los antiguos yacimientos de Japón. Es posible que, además de la buena adaptación a su medio de las sociedades Jomon, estas dificultades iniciales sean una de las causas por las que la agricultura tardó tanto tiempo, casi cinco mil años, en estar presente en Japón. Estas circunstancias resultan, por otro lado, favorables a la hipótesis de la entrada del arroz a través de Corea, un lugar más frío que el valle del Changjiang, donde el arroz habría tenido ocasión de ir aclimatándose.

      Una vez llegado al archipiélago, el cultivo del arroz se extendió con gran rapidez hacia el Este y hacia el Norte hasta alcanzar, unos trescientos años después, el punto climático que no le permitió seguir avanzando. De esta manera, la agricultura nunca llegó a la gran


Скачать книгу