Historia breve de Japón. Irene Seco Serra

Historia breve de Japón - Irene Seco Serra


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si Sannai Maruyama estaba habitado todo el año o solo en determinadas estaciones. Algunos estudiosos piensan que el gran tamaño del yacimiento indicaría una población estable todo el año, otros opinan que las sociedades de cazadores-recolectores como las que poblaban Japón en estos momentos cambiaban de residencia de manera estacional debido, precisamente, a su modo de vida. Algunas de las especies vegetales documentadas en el yacimiento para consumo humano, que se verán más abajo, podrían haber sido cultivadas, lo que implicaría una ocupación continuada, pero también podrían haber sido recolectadas, ya que no parece posible distinguir la variedad silvestre de la doméstica en esta etapa. Se sabe también que se plantaron algunos árboles, aunque ciertamente el cultivo de árboles no requiere una presencia permanente. Sea como fuere, el lugar estuvo habitado durante un periodo larguísimo e incluso continuó habiendo ocupación residual tras su abandono; hay algunas viviendas de finales de la etapa Heian y restos de un castillo de la época del último shogunato. Por ello, Sannai Maruyama nos ofrece un panorama único de los modos de vida y la cultura material de la prehistoria japonesa.

      La arquitectura del yacimiento es además muy característica, y no se da en otros lugares contemporáneos. Naturalmente, en Sannai Maruyama hay típicas casas Jomon, de planta redonda rehundida, muy simples, con alzado de elementos vegetales. Se han documentado unas quinientas de estas casas (no todas habitadas al mismo tiempo), que, en etapas avanzadas, contaban a veces en su interior con una especie de banco elevado, que se ha interpretado como un posible asiento-cama. Habitualmente, las casas Jomon de este tipo son pequeñas, con un diámetro de entre cuatro y cinco metros. Sin embargo, en Sannai Maruyama hay también grandes casas ovales, con ejes de hasta treinta metros. Y no se trata de una o dos viviendas, sino de más de veinte en la zona excavada hasta el momento, que, por cierto, no es sino la mitad del total. Parece que solo había una de estas grandes casas ovales en cada fase de vida del yacimiento, lo que ha hecho pensar que tal vez se tratara de talleres comunales, o de espacios de reunión para todo el poblado.

      Otras construcciones únicas de Sannai Maruyama son los edificios de postes de madera. Durante las excavaciones se encontraron los restos de curiosos edificios alzados sobre seis columnas de madera de castaño, de las que quedaban restos en la zona inferior. Se ha reconstruido uno de los de mayor tamaño: tiene tres plantas y una altura de casi quince metros; cada poste tiene un metro de diámetro. Hoy día no hay ya en Japón castaños de ese porte, y los troncos empleados en la reconstrucción arqueológica hubieron de ser llevados desde Rusia.

      Las huellas de los postes, que a menudo se superponen, hacen pensar que estos singulares edificios se construyeron y reconstruyeron una y otra vez en el mismo lugar a lo largo del tiempo. Se han encontrado restos de hasta cien de ellos, y se cree que al menos cinco o seis existían al mismo tiempo. Midiendo y comparando las distancias entre las huellas de los postes de los edificios de los diferentes momentos, los arqueólogos japoneses han intentado descubrir cuál era la unidad básica de medida que empleaban los constructores Jomon. Se han propuesto dos unidades, una equivalente a unos treinta centímetros, y otra de algo más del doble.

      La función de estas grandes construcciones de postes no está clara; se ha pensado que fueron santuarios, pero no se descarta que se tratara de otro tipo de monumentos, que sirvieran como almacenes sobreelevados o que tuvieran funciones defensivas a modo de torres-vigía. El primero de estos enormes edificios comenzó a excavarse en el año 1994, y su descubrimiento ayudó en gran medida a establecer la importancia y originalidad del yacimiento. Además, los postes de castaño han resultado extremadamente útiles en varios aspectos. En primer lugar, se había conservado suficiente madera como para efectuar análisis dendrocronológicos y de carbono 14.

      La dendrocronología es un método de datación basado en los anillos de crecimiento de los árboles. Fue creada por el astrónomo y arqueólogo Andrew Ellicott Douglass a principios del siglo XX, y ha seguido desarrollándose desde entonces. Los árboles de la misma zona suelen desarrollar anillos de igual espesor a lo largo del mismo periodo, ya que el grosor depende de factores ambientales comunes. Estos patrones de crecimiento pueden ser comparados y unidos, retrocediendo cada vez más, de modo que se llegan a establecer tablas cronológicas que alcanzaban épocas muy antiguas. De este modo, si se cuenta con datos suficientes de la zona, los restos de madera arqueológicos pueden integrarse en este panorama general para conocer su fecha. El momento preciso en que el árbol fue cortado solo puede determinarse si se conserva el último anillo de crecimiento, que se encuentra justo bajo la corteza, aunque, incluso sin él, puede llegarse a una fecha aproximativa con un noventa y 5% de fiabilidad.

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      Reconstrucción de uno de los grandes edificios de postes de madera del yacimiento de Sannai Maruyama

      En cuanto a la datación por carbono 14, también conocida como datación por radiocarbono, es un método que mide la cantidad de isótopo carbono 14 para determinar la edad de materiales orgánicos. La técnica, descubierta en 1949, valió a su creador, el doctor Libby, el Premio Nobel de Química. Se basa en el hecho de que cuando un organismo vivo, ya sea animal, o, como en este caso, vegetal, muere, deja de absorber carbono 14; a partir de ese momento, la cantidad de carbono va desapareciendo de manera constante, de forma que se reduce a la mitad al cabo de cinco mil setecientos treinta años, y así sucesivamente. El carbono 14 presenta una serie de problemas que hacen que no siempre sea adecuado para datar materiales arqueológicos, y además las fechas que proporciona no son exactas, pero es, en cualquier caso, muy útil para momentos tan antiguos como los que nos ocupan, en los que desafortunadamente es difícil encontrar restos orgánicos con los que llevar a cabo las pruebas: por todo ello, los datos de Sannai Maruyama son doblemente interesantes.

      Además de permitir análisis cronológicos, los abundantes restos de madera confirmaban la presencia generalizada de castaños en la zona, ya indicada por los análisis de polen y por el hallazgo de gran cantidad de cáscaras de castaña. Resulta curioso que la primitiva vegetación del área de Sannai Maruyama, consistente en robles y hayas, fuera sustituida de forma rápida por los bosques de castaños coincidiendo con la ocupación humana del sitio. Como ya se apuntó más arriba, se ha pensado que tal vez este fenómeno se deba a una acción directa del hombre sobre el entorno natural, que habría plantando de manera extensiva la especie que le interesaba más. Pues, en efecto, la madera de castaño no solo se utilizaba en la construcción, sino también para la elaboración de herramientas y como combustible, y sin duda la castaña tuvo un papel relevante en la dieta de los habitantes del poblado, ya que, aunque tiene menos grasas que otros frutos similares, resulta muy nutritiva al ser especialmente rica en hidratos de carbono. De hecho, los análisis del ácido desoxirribonucleico de los frutos hallados en diferentes lugares del yacimiento parecen confirmar la hipótesis del cultivo extensivo de castaños. El ADN de estas castañas ha resultado idéntico. Si hubieran sido recolectadas en árboles silvestres dispersos, su ADN habría mostrado alguna variación, por leve que fuera, lo que indica que dichas castañas provienen con gran probabilidad de bosques ‘artificiales’ plantados por el hombre.

      Por supuesto, los pobladores de Sannai Maruyama consumían otros alimentos además de castañas; las especies vegetales documentadas en el yacimiento incluyen uvas silvestres, nueces, judías, calabazas y bayas de varias clases. Además, los abundantes restos óseos identificados durante las excavaciones han permitido reconstruir de forma aproximada la dieta de origen animal. La mayor parte de la carne consumida en Sannai Maruyama era de pequeños mamíferos como el conejo y la ardilla voladora, aunque de vez en cuando se comía ciervo, jabalí y ballena. Patos, faisanes y ocas tampoco eran desconocidos. Pero resultan especialmente interesantes los numerosos restos de pescado, de especies muy variadas. Predominan los tiburones y los atunes, pero hay sardinas, bacalaos, e incluso restos de pez globo, un animal venenoso, que sigue siendo muy apreciado hoy día en Japón. La manipulación del pez globo o fugu resulta difícil y su consumo es peligroso, e incluso mortal, si dicha manipulación no se lleva a cabo correctamente. Este dato da idea del grado de sofisticación de los pescadores de Sannai Maruyama.

      Además de viviendas y edificios de postes, en el yacimiento se han excavado tumbas, tanto infantiles como de adultos. Los niños eran enterrados dentro de vasos de cerámica, cerca de las casas, mientras para los adultos se excavaban fosas ovaladas


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