Entre la filantropía y la práctica política. Sofía Crespo Reyes

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Damas como una organización heredera de la tradición católica proveedora de servicios de educación, salud, bienestar social y de las entidades caritativas existentes.45

      Mientras estudios como los de Beatriz Moreyra han centrado la atención en el papel que jugaron las organizaciones católicas en la construcción y modernización del modelo benéfico asistencial en Argentina,46 en México este tipo de análisis resulta más complicado, pues el conflicto entre la Iglesia y el Estado es un lente que nos enfoca a analizar a las organizaciones filantrópicas de corte católico como respuesta a los embates políticos y en ocasiones adquirieron un sentido beligerante frente a la postura estatal. Se analiza a las Damas Católicas como una organización que convirtió a la filantropía en una acción política encaminada a impulsar la Doctrina Social de la Iglesia entre los menesterosos, enfermos, prisioneros, niños y obreras.

      La sociabilidad, entendida como “la aptitud de vivir en grupos y consolidarlos mediante la constitución de asociaciones voluntarias”,47 se recupera por la historiografía actual como la habilidad de hombres y mujeres para relacionarse en colectivos más o menos estables y numerosos, así como a las formas, los ámbitos y las manifestaciones de vida colectiva al interior de los espacios de sociabilidad informal –en una casa, salón o cabaret– y formal –donde se encuentran la creación de asociaciones voluntarias, de círculos y sociedades.

      Utilizo a la sociabilidad como elemento de análisis para definir a las Damas Católicas como una organización formal, ya que contaba con estatutos y reglamentos generales, con una oficina central y un cuerpo de socias vinculadas entre ellas mediante una responsabilidad moral de llevar una vida recta y de ayudarse mutuamente en beneficio de todos los miembros de la organización.48 Desde la sociabilidad explico su estructura y organización interna, así como las redes entre sus socias que posibilitaron sus actividades cotidianas. Ellas pudieron cohesionar sus intereses filantrópicos y políticos, así como cubrir, mediante sus prácticas cotidianas, espacios sociales, culturales, de servicio público, religioso y recreacional.

      Este trabajo se encuentra dividido en cinco capítulos, un epílogo y una conclusión. El recorrido histórico se presenta por décadas, ya que cada diez años se enfrentaron a una serie de retos que pusieron en duda su viabilidad como organización, pero su capacidad, maleabilidad y flexibilidad les permitió sobrevivir.

      El primer capítulo brinda un panorama general del contexto donde surgió el asociacionismo católico femenino durante las últimas décadas del siglo XIX y la primera del XX. Analiza la labor de otras sociedades de mujeres católicas que antecedieron a las Damas para poder marcar las convergencias y divergencias en tanto a su forma organizativa y a su accionar político. Asimismo, teje un panorama general de cómo estas organizaciones ocupaban el espacio urbano y el papel que jugaba la vida parroquial como base de sus actividades.

      El segundo centra su atención en analizar la fundación, primera estructura organizativa, objetivos y fines de la Asociación de Damas Católicas Mexicanas entre 1912 y 1917. Destaca la forma en que esta organización adquirió identidad propia y comenzó a establecer vínculos de sociabilidad con diversas comunidades. También se analizan sus motivaciones, el papel de estas mujeres frente a la revolución mexicana y a la crisis humanitaria que se vivió en la Ciudad de México durante los años de mayor tensión política entre las facciones revolucionarias.

      En el capítulo tercero hace énfasis en la primera trasformación de las Damas Católicas, quienes se convirtieron en una confederación de organizaciones de mujeres católicas que actuaron por toda la República. Asimismo, llevaron un programa de acción social que apelaba al amor maternal de la mujer como el elemento guía de la identidad entre las socias y ante el resto de la población. Así, las mujeres católicas comenzarían a participar públicamente para defender el espacio doméstico, la educación de la infancia, la enseñanza del culto, las prácticas religiosas y la moral católica de la intervención estatal.

      A lo largo del cuarto capítulo se analiza el programa social de las Damas Católicas entre 1920 y 1924, en particular se destaca el proceso de profesionalización49 de su acción hasta convertirse en gestoras de la defensa y la conservación de los valores católicos a partir del trabajo directo, constante y cotidiano con mujeres obreras, trabajadoras domésticas, niños pobres o huérfanos, enfermos, prisioneros y prostitutas. Desentraño la creación de una red que sostuvo las actividades católicas en la Ciudad de México.

      En el quinto capítulo se presenta el proceso de radicalización del programa y la acción de las Damas Católicas durante el periodo de tensión política entre la Iglesia y el Estado, el cual desembocó en la guerra cristera. Se señala la importancia de la organización espacial de las Damas Católicas durante el conflicto. Destaca el trabajo constante y la acción cotidiana que se realizaba en diversos templos de la ciudad, los cuales permitieron poner en marcha una red de seguridad que se convertiría en la manera de sostener la práctica religiosa durante los años de persecución.

      En el epílogo se analiza la radical transformación de la vida asociativa de la Unión de Damas Católicas a partir de 1929, cuando la jerarquía eclesiástica acordó el fin del conflicto religioso con el gobierno de Plutarco Elías Calles y obligó a su militancia a quedar circunscrita a la Acción Católica Mexicana, la cual se convertiría en un medio de control y vigilancia de los diversos movimientos católicos de México. A partir de este momento las Damas Católicas cambiarían de nombre y con ello de identidad, se convertirían en Unión Femenina Católica Mexicana y modificarían su organización interna, así como su forma de trabajo. Se sugieren líneas de investigación para trabajos futuros que aborden el devenir de esta asociación en la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días.

      CAPÍTULO UNO

       Hacia la construcción de un asociacionismo católico mexicano. Los antecedentes de la fundación de la Asociación de Damas Católicas Mexicanas

      La caridad, el amor, el servicio y la devoción, más que simples palabras, se convirtieron durante la segunda mitad del siglo XIX en la base del pensamiento y la acción de miles de mujeres católicas que transformaron sus vidas para formar parte de un conjunto de organizaciones filantrópicas dedicadas a atender la pobreza y la marginación, pero, sobre todo a defender a la Iglesia frente al proceso de secularización de la nación.

      Así, entre 1860 y 1910 organizaciones como la Asociación de Señoras de la Caridad de San Vicente de Paul buscaron convertir a las mujeres mexicanas en “soldados de Cristo”, en legionarias capaces de visitar los hogares de familias menesterosas a fin de ofrecer ayuda material y, sobre todo, espiritual. Ellas dedicaron sus vidas a la labor caritativa, al cuidado de los enfermos, a conservar, transmitir y defender la fe católica entre diversos sectores sociales. Administraron hospitales y hospicios, trabajaron como voluntarias en cárceles y asilos, enseñaron el catecismo, ofrecieron clases de lectura y escritura, visitaron domicilios particulares de menesterosos, dieron conferencias en torno a la salud, la enfermedad y, en particular, inculcaron la importancia de Dios y la religión católica en la vida moderna. Encaminaron sus esfuerzos a evitar la pérdida de los valores católicos en la sociedad mexicana, a mantener viva y activa la doctrina religiosa en la mente y en la vida cotidiana de los mexicanos.

      Su actuación no fue casual ni fortuita, sino que formó parte de un proceso de organización de grupos de hombres y mujeres católicos, quienes proveyeron un espacio para la formación de lazos de sociabilidad e identidad católica, al tiempo que actuaron como un medio de defensa de los intereses públicos y políticos de la Iglesia.

      El presente capítulo tiene como objetivo dar cuenta del surgimiento de estas nuevas formas de vida asociativa producidas por una militancia católica de mujeres capaces de insertarse en la vida pública, en particular se analizarán las organizaciones filantrópicas que marcaron un camino para la participación pública, política y social de las mujeres católicas; se explican los motivos, los momentos y cómo su actuar se desenvolvió en el espacio urbano. Asimismo,


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