Contratos. Freddy Escobar-Rozas
basada en las enseñanzas de Platón y Aristóteles, domina en el campo de la filosofía moral hasta la irrupción de la Ilustración.
52 En 1687 Isaac Newton publica “Philosophiae Naturalis Principia Mathematica”, acaso la obra más importante de la historia moderna. En esta obra Newton presenta una teoría general del movimiento y del cambio, capaz de explicar y predecir, a través de tres fórmulas matemáticas no muy complejas, el movimiento de todos los cuerpos en el universo. En palabras de Harari: “(…) anyone who wished to understand and predict the movement of a cannonball or a planet simply had to make measurements of the object’s mass, direction and acceleration, and the forces acting on it. By inserting these numbers into Newton’s equations, the future position of the object could be predicted. It worked like magic”. (Harari, 2015, p. 255).
53 En la Edad Media reinan dos tipos de autoridad: la religiosa y la gubernamental. La primera otorga a los líderes de la Iglesia Católica el derecho absoluto y exclusivo de interpretar y ejecutar la Biblia (en ese entonces, el texto más importante de la humanidad). La segunda otorga a los reyes el derecho absoluto y exclusivo de dirigir el destino de sus súbditos. En este contexto, tres brillantes pensadores reclaman la existencia de un tercer tipo de autoridad: la científica. Francis Bacon, Galileo Galilei y René Descartes, sin desconocer la existencia de las otras autoridades, se proponen demostrar que el universo se rige por dos textos: (i) el libro de Dios (Biblia) y (i) el libro de la naturaleza. Mientras el primero contiene las leyes de la moral, el segundo contiene las leyes del funcionamiento mecánico del universo. A través de la aplicación de las matemáticas, la observación y la experimentación estos tres precursores del pensamiento científico buscan descubrir estas últimas leyes e instalar un tercer tipo de autoridad, que no solo permita acelerar el progreso de la humanidad sino también combatir los abusos cometidos por los otros dos tipos de autoridad.
54 Según San Agustín, los tres grandes pecados son: (i) libido dominanti (desear poder); (ii) conscupiscentia (desear sexo); y, (iii) avaritia (desear riqueza).
55 Esta visión no es, ciertamente, disruptiva en términos históricos. Con diferentes discursos, Aristóteles, Seneca y Cicerón, por ejemplo, proclaman que la virtud no es incompatible con la riqueza.
56 Diversos filósofos que preceden a Bentham y Mill postulan, aunque de forma no sistemática, la idea de que el juicio moral ha de responder al objetivo natural de incrementar el placer y reducir el dolor: (i) William Paley (“Principles of Moral and Political Philosophy”); (ii) John Locke (“Essay Concerning Human Understanding”); (iii) Francis Hutchenson (“An Inquiry Concerning the Original of Our Ideas of Beauty and Virtue”); y, (iv) David Hume (“A Treatise of Human Nature”).
57 “Happiness is what matters, and everyone’s happiness counts the same. This doesn’t mean that everyone gets to be equally happy, but it does mean that no one’s happiness is inherently more valuable than anyone else’s” (Greene, 2013, p. 170).
58 El utilitarismo presenta dos versiones sobre el procedimiento que ha de seguirse para determinar la moralidad de una acción determinada. La primera versión, denominada “utilitarismo de la acción”, propone que la moralidad de la acción X sea evaluada en función de las consecuencias (positivas o negativas) concretas que produzca tal acción. La segunda versión, denominada “utilitarismo de la regla”, propone que la moralidad de la acción X sea evaluada en función de las consecuencias (positivas o negativas) que produzca, no tal acción, sino más bien una regla general que permita su realización constante. Bajo la primera versión, la acción de torturar a B (sospechoso de terrorismo) será moral si produce más beneficios que costos; y será inmoral si produce más costos que beneficios. Bajo la segunda versión, la acción de torturar a B no será moral, será inmoral per se, pues una regla general que permita su realización constante (torturar a C, D, E, F, G, etc.) produce, por definición, más costos que beneficios (Harris, 2007, pp. 126 – 128).
59 Jeremy Bentham (1748 – 1832) nace en Londres, en el seno de una familia adinerada. A los tres años empieza a estudiar latín. A los quince años se gradúa de abogado y a los diecisiete años obtiene su maestría en leyes (Queen’s College – Oxford University). Su profundo desencanto con el sistema legal inglés lo anima a renunciar al ejercicio de la profesión y a emprender un programa ambicioso de reforma legal y social basado en la creación de la riqueza. Su producción literaria es extensa y compleja. Su interés por el progreso es conmovedor. En su deseo por mejorar las condiciones de vida social, (i) escribe sobre economía, filosofía del derecho, filosofía moral, filosofía política; (ii) colabora con diversos gobiernos en proyectos de reforma constitucional, civil y penal; e (iii) incursiona en el mundo de los inventos (calefacción, aire acondicionado, etc.). Sus obras son publicadas en Rusia, Francia, Polonia, España, Portugal, Grecia y diversos países latinoamericanos. Napoleón confiesa ser admirador de su tratado sobre derecho civil y penal, mientras que Bolívar prohíbe que ese tratado sea lectura obligatoria en las escuelas de leyes de la Gran Colombia. Por su enorme contribución a la reforma legal y social, es aclamado por José del Valle (influyente político de Guatemala) como “Legislador del Mundo”. En sus últimos días se pregunta de qué manera, una vez muerto, puede ser útil a la sociedad. Piensa en ofrecer su cuerpo para que sirva de objeto de estudios anatómicos, pero finalmente toma la decisión de preservar su cuerpo para que sea exhibido públicamente. Aparentemente esa decisión es motivada por su deseo de cuestionar, con un mensaje permanentemente visible, la superstición religiosa imperante en la época, que condena la disección de los cuerpos e impide el avance de la medicina. Actualmente es posible encontrar al fundador del utilitarismo en los pasillos de la University College London.
60 El “principio de la utilidad” es formulado por Bentham en una obra previa: “A Fragment on Government” (1776). En esta obra Bentham no solo articula un ataque devastador al sistema legal inglés (al que califica como caótico, impredecible, injusto e irracional) sino que además proclama que solo la “utilidad” puede justificar la coerción de naturaleza legal. “A Fragment on Government” es inicialmente publicada bajo anonimato. Su notable repercusión provoca que Jeremiah Bentham, padre orgulloso, revele la identidad del desafiante y articulado escritor.
61 “As happiness, according to Bentham, was the sum of pleasures, the principle of utility was nothing but an injunction to maximize pleasure. Since Bentham himself emphasized that this was what every man anyway tried to do, the principle of utility did not impose anything on anyone. At most, it was a counsel of prudence. It told men to count alternatives and future consequences against the immediate satisfaction before them, to make certain that there were not sacrificing a greater to a lesser pleasure, but nothing more. It did not even sanction hedonism, for Bentham made it plain that when he advocated maximizing pleasure, he did not mean by pleasure anything more than the satisfaction of whatever desires one might feel” (Letwin, 1998, pp. 142-143)
62 Bentham no sugiere analizar los efectos concretos de cada acción específica sino solamente los efectos ideales de cada acción específica de acuerdo con su “tendencia general”. Probablemente Bentham se encuentre influenciado por la teoría cognitiva expuesta años atrás por David Hume en “A Treatesy of Human Nature” (1738). Según el empirista escocés, mientras las proposiciones matemáticas y las proposiciones lógicas pueden ser objeto de “conocimiento cierto”, los hechos solo pueden ser objeto de “conocimiento probable” en base a la experiencia.