Epistemología, ética y hermenéutica en el siglo XXI. Víctor Hugo Caicedo Moscote
y de contera el de escritores. Pero la consecuencia mayor estriba en que siglos después se produjo la Ilustración. Se tiene, en ese momento, la producción de la Enciclopedia por parte de sus principales promotores entre los años 1751 y 1772 en Francia: Denis Diderot (1713–1784) y Jean Le Rond d’Alembert (1717–1783). Sin la imprenta, el librepensamiento masificado hubiese sido inconcebible.
La Modernidad es la forma de pensamiento que se construye durante la Edad Moderna. Su espíritu es recogido por el poeta andaluz Antonio Machado (1875–1939): “se hace camino al andar”. El hombre moderno es un hombre que construye su camino dándose su propia luz, la luz de la Razón. El hombre moderno se guía por el saber de la Ciencia.
Esta nueva forma de interpretar el mundo la vemos también en el pintor sevillano Diego Velázquez (Diego Rodríguez de Silva y Velázquez 1599–1660), al analizar su cuadro “Las Meninas”8 pintado en 1656. Al artista lo encontramos a un lado del lienzo, frente a una pintura aún inconclusa, el pintor se muestra él, pero no permite ver el contenido de la tela. Por lo tanto, no sabemos si se trata de la primera pincelada o de la última. Junto al artista vemos una princesa, varios de sus asistentes y, además, un enano de la corte con un perro al lado. Todos los retratados están pendientes del trabajo del artífice de la pintura. El rey y la reina de España –Felipe IV y su esposa Mariana, quienes realmente están posando para el cuadro– aparecen como reflejo en un espejo dispuesto en la pared del fondo, fuera del foco principal de atención.
El centro de atención, en primera instancia, lo constituye el artista. Vemos un pintor que nos observa. El asunto es de pura reciprocidad. Pero queda la duda de si nos mira como efecto de estar observando el lugar de su objeto.
El artista ocupa así un lugar privilegiado desplazando a la figura del monarca. En cierto sentido se considera más poderoso que él. Lo anterior por cuanto el artista moldea la imagen del rey. Velázquez muestra cómo es él quien determina la figura del –antes todopoderoso– monarca. El tema que se plantea, aunque aparentemente es sólo político, es en realidad, ante todo, epistémico: el problema de la representación. El mismo Machado reconocía su importancia cuando escribía: “De la mar al precepto, / del precepto al concepto, / del concepto a la idea / –¡oh, la linda tarea! –, / de la idea a la mar. / ¡Y otra vez a empezar!”.
Y también al afirmar que “si Kant hubiera sido pintor, habría pintado algo muy semejante a Las Meninas; una reflexión juiciosa sobre el famoso cuadro del gran sevillano nos lleva a la Crítica de la razón pura, la obra clásica y luminosa del maestro de Königsberg”9.
Pero lo que acabamos de expresar recoge la tradición clásica que vincula el arte a la época: la representación a lo representado. Por ejemplo la composición Clave bien temperado de Johann Sebastián Bach (1685–1750) es para muchos la materialización de la dinámica del pensamiento; el cuadro La primavera –pintado entre 1477 y 1478– por Sandro Botticelli10 (1445–1510), todos sabemos, representa la nueva época: El Renacimiento. Pero, además, hay otras obras de arte que pretenden acercarnos claramente al hombre moderno que tiene que abrigarse con su pensamiento porque empieza a sentirse desnudo, ya no está protegido por el manto de la divinidad: El Pensieroso de Miguel Ángel (1465–1564) y, un poco más cercano a nuestros tiempos, la escultura El pensador hecha en 1888 por el francés Auguste Rodin (1840–1917)11.
Pero el docente no puede quedarse allí. Por extasiado que se halle, debe mostrar al alumno las consecuencias del Renacimiento y claramente una de dichas consecuencias fue el rescate y consolidación del pensamiento racional-griego. El profesor tiene aquí un reto enorme: insertar las figuras de Descartes (1596–1650), Leibniz (1646–1716) y Kant (1724–1784), entre otros, para explicar qué significa el Racionalismo y su producto-productor: el pensar racional en la cultura occidental. En esta tarea se recomienda la lectura de excelentes divulgadores de la historia de la filosofía12.
El docente tiene también que mostrar cómo este discurso racional recorre –formando y reformando– todo el saber en general y las diversas disciplinas, en particular. Por ejemplo, la separación mente/cuerpo propuesta por Descartes impidió en materia de medicina, hasta hace muy poco, concebir como posible las enfermedades psicosomáticas y en el discurso jurídico formuló propuestas autopoiéticas como cierta forma –limitada y en cierto modo “pobre”– de comprender su funcionamiento.
Luego es conveniente, enfrentar el discurso racionalista al empirista representado básicamente por el llamado “Empirismo inglés” (Locke, 1632–1704; el obispo Berkeley, 1685–1753 y Hume, 1711–1776). Se tiene la tarea de exponerle al estudiante los defectos del pensamiento empírico, que impide –entre otros hechos– la formación de teorías, necesarias para lograr la predictibilidad (aún en términos de probabilidad) propia de las disciplinas científicas13.
Llegados a este punto se debe trabajar, como mínimo, en dos direcciones. La primera señalando que se hace necesario rebasar la Teoría del Conocimiento y para mostrar cómo históricamente –y de manera básica– a partir de Kant, es superada por una Epistemología14. La segunda dirección apunta a señalar cómo, grosso modo, ha evolucionado el discurso de las ciencias (de los griegos a Dirac, por ejemplo). Reconocido lo anterior el estudiante, deberá tener claro el porqué de la exclusión de la Teoría del Conocimiento y la inclusión de la Epistemología Jurídica como materia en las facultades de Derecho.
Entonces se debe vincular lo examinado con los hechos que nos permitan entender la construcción del pensamiento moderno. Algunos de tales hechos son: la tríada de revoluciones sociales de carácter burgués (americana, inglesa y francesa)15, así como un acercamiento al modo de producción capitalista que le sirve de soporte. El análisis del modo de producción – aunque no muy profundo, en razón del tiempo– debe ser serio, riguroso y crítico, por cuanto éste es el tipo de pensamiento que la universidad promete al estudiante cuando se matricula. Se exceptúa de ello al profesor dogmático propio de una universidad confesional y ajena al debate necesario en la academia. Aquí es importante recordar que en la historia la figura del burgués emerge como revolucionaria y que se convertiría en reaccionaria una vez llega al poder.
Para el análisis citado se invita a la lectura de autores como Federico Nietzsche (1844–1900), Carlos Marx (1818–1883), Sigmund Freud (1856–1939) –entre otros– en términos generales. Foucault (1926–1984) y Habermas (1929) en los textos correspondientes y en derecho –propiamente dicho–, a Duncan Kennedy (1942), ya que es un seguidor de la cultura crítica Occidental. En nuestro medio colombiano a Gilberto Tobón Sanín y Darío Botero Uribe, por ejemplo. La lectura de Psicoanálisis y Criminología de Estanislao Zuleta (1935–1990) y La verdad y las formas jurídicas de Foucault se aconsejan16.
Estos autores provocan al estudiante-lector, lo estimulan a reflexionar y, al crearles inconformismo, fortalecen y hacen crecer su espíritu, lo cual es en el fondo la tarea del profesor. Bien sabido es que profesor que no prepara para la crítica, dispone para la sumisión y mente que no busca la libertad se esclaviza. En palabras del científico nuestro, Rodolfo Llinás (1934): “La educación no consiste en informar, sino en formar a la gente para que pueda pensar”17.
Entrando en materia tenemos que decir que la manera de entender las cosas –los objetos– nos permite construir el mundo, el universo, en este caso el universo jurídico: el Derecho.
En la historia de la filosofía del derecho han existido básicamente dos maneras de concebir el derecho. Cada una de ellas responde a una cierta postura epistemológica: El Iusnaturalismo y el Iuspositivismo. Tanto la una como la otra tienen su lugar en la historia.
Ambas posturas han sido superadas. La primera corriente en figurar en la historia fue el Iusnaturalismo. Esta forma de pensamiento gira en torno a la idea de “derecho natural”. Veamos en que consistió el tal “derecho natural” y como ha sido superada esta noción. En este caso tomaremos el análisis filosófico lingüista como modelo (herramienta pedagógica y epistemológica). Se estudiará con más detalle el asunto en el capítulo siguiente.
CAPÍTULO II UN HASTA NUNCA AL “DERECHO NATURAL”