La teoría de la argumentación en sus textos. Luis Vega-Reñón
HOUTLOSSER (2003), “The development of pragma-dialectical approach to argumentation”. Argumentation, 17: 387-403.
* Traducción de Cristina Corredor < [email protected] >
12. LUIS VEGA REÑÓN (2003), “Por qué hacerlo bien si de argumentar se trata”, en Si de argumentar se trata, cap. 4, pp. 257-291. Barcelona: Montesinos. [Reedición: Introducción a la teoría de la argumentación. Problemas y perspectivas, Lima: Palestra Editores, 2015].
* Selección de Luis Vega Reñón < [email protected] >
13. DAVID A. FRANK (2004), “Argumentation studies in the wake of the New Rhetoric”. Argumentation and Advocacy, 40: 267-283.
* Traducción de Jesús Alcolea < [email protected] >
14. ROBERT J. FOGELIN ([1985] 2005) “La lógica de los desacuerdos profundos”, Revista Iberoamericana de Argumentación (2019) 19: 84-99.
* Traducción de Daniel Mejía < [email protected] >
15. CARLOS PEREDA FAILACHE (2010), “La argumentación en cuanto práctica”, en F. Leal et al. (Eds.) Introducción a la teoría de la argumentación, cap. 2, pp. 47-60. Guadalajara (MX): Universidad de Guadalajara. [Versión revisada].
* Selección de Carlos Pereda < [email protected] >
16. HUGO MERCIER (2016), “The argumentation theory: Predictions and empirical evidence”. Trends in Cognitive Science, 20/9: 689-700.
* Traducción de J. Francisco Álvarez < [email protected] >
Prefacio
La teoría de la argumentación es un campo de estudios relativamente joven. Su eclosión y sus primeros desarrollos tuvieron lugar durante la segunda mitad del s. XX. Hoy, en su relativa madurez, ya se encuentra reconocido y consolidado en los medios académicos interesados en la investigación, análisis y evaluación del discurso. Pero hay buenos motivos para volver sobre los textos que pautan o documentan ese amplio y complejo proceso de constitución e institucionalización, pues no solo han contribuido a las señas de identidad del estudio de la argumentación, sino que aún pueden suscitar ulteriores problemas e inspirar nuevas revisiones e investigaciones.
En la cultura de habla hispana concurre además otra razón poderosa. Los primeros pasos dentro de este campo se han dado principalmente en inglés y francés. El español, en este como en otros ámbitos culturales y académicos, no ha sido un lenguaje muy frecuentado o cultivado. Para salir de esa situación de barbecho apareció hace unos años un Compendio de lógica, argumentación y retórica (Madrid: Trotta, 2011, 2016 3ª ed.) que trataba de normalizar lingüística y conceptualmente en español las ideas y los planteamientos teóricos propios de este campo. En una línea similar se mueve la presente antología de textos que viene a recoger muestras traducidas o autóctonas de ensayos fundacionales, inaugurales o representativos de la teoría moderna de la argumentación. Al no haber publicaciones anteriores de este género, quiere cubrir una laguna y servir de complemento informativo, analítico y crítico a los estudiantes, en particular, y a todos los interesados, en general, no solo en estos estudios, sino en la suerte y la salud de nuestro discurso público.
Ahora bien, sabido es que toda antología nace con limitaciones y problemas de selección, conformación y alcance. Basta echar un vistazo al índice de la presente para advertir que la panorámica dista de ser exhaustiva, así como para reconocer que la disposición —sería excesivo hablar de organización— de los textos escogidos solo sigue un orden cronológico. Por otra parte, según he sugerido, la selección de los textos responde a su contribución efectiva al desarrollo teórico de la argumentación o a su carácter representativo. En lugar de otros posibles criterios más metódicos o estrictos, me he limitado a dejar que los textos hablen y justifiquen por sí mismos, en el sentido indicado, su presencia en esta antología. Pero a esta cuestión más bien genérica, se suman dificultades específicas. Como ya he adelantado, no hay de entrada un precedente de este género en la cultura académica de habla hispana. Por otra parte, el momento de constitución e implantación de la teoría moderna de la argumentación como disciplina es muy complejo debido a varias circunstancias, como la diversidad de medios académicos de formación y procedencia de los autores o la confluencia, no siempre pacífica y congruente, de estudios más o menos próximos (pongamos: lingüísticos, lógicos, retóricos, filosóficos, sociopsicológicos, sociopolíticos). Pero, en fin, la dificultad más seria, al menos a primera vista, sería la inexistencia de la propia teoría de la argumentación, bien en calidad de sistema unitario, cabal y comprensivo de los conceptos y las prácticas argumentativas, bien en calidad de disciplina efectiva. En sus primeros pasos y desarrollos, en los años 1960-70, se alternaban los usos anglófonos de “argumentation theory” y los francófonos de “champ de l’argumentation”, hasta que en 1982 un holandés, Erik Krabbe, llegó a sentenciar: “¿Qué es la Teoría de la Argumentación? Entiendo que es un campo […] en el que se han de desarrollar las teorías (en plural, sic) de la argumentación”. La presente antología acata esta sentencia: “teoría de la argumentación” da nombre aquí al ancho campo de estudios de la argumentación. Un ámbito que se presta más a las ideas y programas para tener en cuenta que a unos sistemas cabales y clausos, por decirlo en el marco ofrecido por Vaz Ferreira en el primer texto seleccionado. O dicho conforme al lema aristotélico que preside la Revista Iberoamericana de Argumentación, la teoría de la argumentación es “el saber que buscamos”. Así pues, en definitiva, lo que pueden esperar los lectores y usuarios de esta antología es que los ayude a ser no tanto más sabios como más lúcidos.
Siguiendo la política de dejar que los textos hablen por sí mismos, me limitaré a una presentación sumamente breve. En una caracterización escueta voy a distinguir tres tipos de textos: (a) “fundacionales”, (b) “inaugurales” y (c) “representativos”; conviene tomar estas denominaciones entre comillas para marcar su carácter convencional y aproximativo.
(a) Vaz (T. 1) descubre el mundo alternativo de una lógica viva que no llega a dominar por falta de instrumentos lingüísticos y conceptuales precisos; Hamblin (T. 2), en cambio, sienta las bases del análisis dialéctico de las falacias en un momento en que la teoría de la falacia se presentaba como la teoría dominante de la evaluación de argumentos en lógica informal.
(b) O’Keefe (T. 4), Wenzel (T. 5), Goodnight (T. 6) abren y establecen unas perspectivas conceptuales, analíticas y temáticas constitutivas del estudio de la argumentación en los años 1970-90: son las perspectivas que se suponen clásicas: lógica, dialéctica y retórica, a las que se suma la moderna socioinstitucional más atenta a la esfera del discurso público.
Por su parte, tratan con nuevas áreas de investigación y análisis que piden nuevos enfoques y planteamientos de la argumentación Orr (T. 7), desde un punto de vista feminista; Birdsell & Groarke (T. 9), en el ámbito de la argumentación visual; Pereda (T. 15), en la perspectiva básica de las prácticas argumentativas; Mercier (T. 16), desde un enfoque argumentativo del razonamiento que viene a desvelar y desarrollar sus aspectos sociocognitivos.
(c) Finalmente, dan cuenta de ideas, movimientos o programas en curso, o plantean problemas abiertos: Brockriede (T. 3), mediante una sutil y sugerente alegoría de tipos de argumentadores; Cohen (T. 8) en un ejercicio de lucidez frente al sesgo belicista de la concepción tradicional de la argumentación como confrontación competitiva; Johnson & Blair (T.10) en la línea del movimiento de la lógica informal; van Eemeren & Houlosser (T. 11), con la propuesta de un ambicioso y pluridimensional programa pragma-dialéctico; Frank (T.13) atiende a su vez al curso de los estudios que han seguido la estela de la Nueva Retórica. Por otro lado, Fogelin (T. 14) plantea el caso presuntamente anómalo y desde luego provocador de los desacuerdos profundos; mientras que Vega