El Criterio. Balmes Jaime Luciano
guia; y ó la capital no ha de ser de las mayores, ó se le han pasado muchos dias en la expresada tarea. La estacion se adelanta, es preciso todavía visitar otras ciudades, acudir á los baños, presenciar tal ó cual escena en un punto lejano, el viajero ha de tomar la posta, y correr á ejecutar en otra parte lo que acaba de practicar allí. A los pocos meses de su partida del suelo natal, está ya de vuelta, y ordena durante el invierno sus apuntes, y en la primavera se halla de venta un abultado tomo sobre el viaje. Agricultura, artes, comercio, ciencia, política, ideas populares, religion, usos, costumbres, carácter, todo lo ha observado de cerca el afortunado viajero; en su libro se halla la estadística universal del pais; creedle sobre su palabra y podréis ahorraros el trabajo de salir de vuestro gabinete, sin que ignoreis los mas pequeños y delicados pormenores.
¿Cómo ha podido adquirir tanta copia de noticias? Un Argos no bastara para ver y notar tanto en tan breve tiempo; y ademas, ¿cómo habrá sabido lo que pasaba allí donde no ha estado, es decir, á centenares de leguas á derecha é izquierda de la carretera, canal ó rio por donde viajaba? Hélo aquí. Cuando al dar los primeros rayos del sol á la portezuela del coche, se habrá dispertado, y bostezando, y desperezándose habrá echado una ojeada sobre el pais, que no se parece ya á lo que era el de anoche, cruzando y arreglando las piernas con el caballero de enfrente, habrá trabado quizas la siguiente conversacion. – V. conoce el pais este? – Un poco. – El pueblo aquel cómo se llama? – Si mal no me acuerdo es N. – Los principales productos del pais? – N. – ¿La industria? – N. – Carácter? – Flemático como el postillon. – Riqueza? – Como judios.
Entre tanto llega el coche al parador, el de las respuestas se marcha quizas sin despedirse; y sus informes que se ignoran de quién sean, figurarán cual datos positivos entre los apuntes del observador, que tendrá la humorada de afirmar que cuenta lo que ha visto.
Pero como estos recursos no son suficientes y dejarian muy incompleta la descripcion, recogerá cuídadosamente los trajes extraños, los edificios irregulares, las danzas grotescas que se le hayan ofrecido al paso, y héos aquí un cuadro de costumbres generales que nada dejará que desear. Sin embargo, aun hay otra mina que explotará el viajero, y de donde sacará tal vez el principal tesoro. En los periódicos y en las guias, encontrará en crecido número las noticias que ha menester para formar su estadística; y con los datos que de allí saque, puestos en órden diferente, intercalando alguna cosa de lo que ha visto ú oido ó conjeturado, resultará un todo que se hará circular como fruto de los trabajos investigadores del viajero, y en sustancia no será mas en su mayor parte, que cuentos de un cualquiera, y traducciones y plagios de periódicos y obras.
Para que no se extrañe la severidad con que trato á los autores de viajes, sin que por esto me proponga rebajar el mérito donde quiera que se halle, bastará recordar las necedades y disparates que han publicado algunos extranjeros que han viajado por España. Lo que á nosotros nos ha sucedido puede muy bien acontecer á otros pueblos; saliendo bien ó mal parados, aplaudidos con exageracion, ó criticados con injusticia, segun el humor, las ideas, y otras cualidades del lijero pintor que se empeñaba en sacar copia de originales que no habia visto.
§ III
La razon y la experiencia enseñan, que para formar cabal concepto de una pequeña comarca, y poderla describir tal como es, bajo el aspecto material y moral, es necesario estar familiarizado con la lengua, pasar allí larga temporada, abundar de relaciones, estar en trato continuo sin cansarse de preguntar y observar. No creo que haya otro medio de adquirir noticias exactas y formar acertado juicio; lo demas es andarse en generalidades, y llenarse la cabeza de errores é inexactitudes. Hasta que se estudien los paises de esta manera, hasta que se forme de esta suerte su estadística material y moral, no serán bien conocidos. Estarán pintados en los libros como en los mapas muy pequeños que nos ofrecen á la vista dilatadas regiones: todo está cubierto de nombres, y de círculos, y de crucecitas, y de cordilleras de montañas y de corrientes de rios; pero medid con el compas las distancias, y andaos por el mundo sin otra regla; á menudo creeréis estar muy cerca de una ciudad, de un rio, de un monte, que distan sin embargo nada ménos que cien leguas.
En suma, ¿quereis adquirir noticias exactas sobre un pais, y formar de su estado concepto verdadero y cabal? estudiadlo de la manera sobredicha, ó leed á quien lo hubiere estudiado de esta suerte. Y si no truviereis proporcion para ello, contentaos con cuatro cosas generales, que os sacarán airoso de una conversacion con vuestros iguales en aquella clase de conocimientos; pero guardaos de asentar sobre estos datos un sistema filosófico, político ó económico; y andad con tiento en lucir vuestra ciencia, si os encontrarais con algun natural del pais, y no quereis exponeros á ser objeto de risa10.
CAPÍTULO XI
§ I
El estudio de la historia es no solo útil sino tambien necesario. Los mas escépticos no le descuidan; porque, aun cuando no le admitiesen como propio para conocer la verdad, al ménos no le desdeñarian como indispensable ornamento. Ademas que la duda llevada á su mayor exageracion no puede destruir un número considerable de hechos, que es preciso dar por ciertos, si no queremos luchar con el sentido comun.
Así, uno de los primeros cuidados que deben tenerse en esta clase de estudios es distinguir lo que hay en ellos de absolutamente cierto. De esta manera se encomienda á la memoria lo que no admite sombra de duda, y queda luego desembarazado el lector para andar clasificando lo que no llega á tan alto grado de certeza, ó es solamente probable, ó tiene muchos visos de falso.
¿Quién dudará que existieron en oriente grandes imperios, que los griegos fueron pueblos muy adelantados en civilizacion y cultura, que Alejandro hizo grandes conquistas en el Asia, que los romanos llegaron á ser dueños de una gran parte del mundo conocido, que tuvieron por rival á la república de Cartago, que el imperio de los señores del mundo fué derribado por una irrupcion de bárbaros venidos del norte, que los musulmanes se apoderaron del Africa septentrional, destruyeron en España el reino de los godos y amenazaron otras regiones de Europa, que en los siglos medios existió el sistema del feudalismo, y mil y mil otros acontecimientos ya antiguos ya modernos, de los cuales estamos tan seguros como de que existen Lóndres y Paris?
§ II
Pero admitidos como indudables cierta clase de hechos, queda anchuroso campo para disputar sobre otros y desecharlos, ó darles crédito; y hasta con respecto á los que no consienten ningun género de duda, pueden espaciarse la erudicion, la crítica y la filosofía de la historia, en el exámen y juicio de las circunstancias con que los historiadores los acompañan. Es incuestionable que existieron las guerras llamadas púnicas, que en ellas Cartago y Roma se disputaron el imperio del Mediterráneo, de las costas de Africa, España é Italia, y que al fin salió triunfante la patria de los Escipiones, venciendo á Aníbal y destruyendo la capital enemiga: pero las circunstancias de aquellas guerras ¿fueron tales como nosotros las conocemos? En el retrato que se nos hace del carácter cartagines, en el señalamiento de las causas que provocaron los rompimientos, en la narracion de las batallas, de las negociaciones, y otros puntos semejantes, ¿seria posible que hubiésemos sido engañados? Los historiadores romanos, de quienes hemos recibido la mayor parte de las noticias, ¿no habrán mezclado mucho de favorable á su nacion, y de contrario á la rival? Aquí entra la duda, aquí el discernimiento; aquí entra ora el admitir con recelo y desconfianza, ora el desechar sin reparo, ora el suspender con mucha frecuencia el juicio.
¿Qué seria de la verdad á los ojos de las generaciones venideras, si por ejemplo la historia de las luchas entre dos naciones modernas, quedase únicamente escrita por los autores de una de las dos rivales? Y esto sin embargo, lo han publicado los unos en presencia de los otros, corrigiéndose y desmintiéndose recíprocamente, y los acontecimientos se verificaron en épocas que abundaban ya de medios de comunicacion, y en que era mucho mas difícil sostener falsedades de bulto. ¿Qué será pues viniéndonos las narraciones por un conducto solo, y tan sospechoso, por interesado;
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Pág. 78. – Al leer algun libro de viajes, no debemos buscar el capítulo de paises lejanos, sino de aquellos cuyos pormenores nos sean muy conocidos; esto proporciona el juzgar con acierto de la obra, y á veces no escasa diversion. Entónces se palpa la lijereza con que se escriben ciertos viajes. Una poblacion que tenia yo bien conocida, y cuyos alrededores secos y pedregosos habia recorrido no pocas veces, la he visto en un libro de viajes cercada como por encanto de jardines y arroyos; y á otra en que se habla de las aguas de un rio no lejano, como de un bello sueño que algun dia se pudiera realizar, la he visto tambien en otro libro regalada ya con la ejecucion del hermoso proyecto, ó mejor diré, sin necesidad de él, pues que el cauce del rio estaba junto á sus murallas.