El Criterio. Balmes Jaime Luciano
de Dios.
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Pág. 56. – Los que crean que la moral cristiana induce fácilmente á error por un exceso de caridad, conocen poco esta moral, y no han reflexionado mucho sobre los dogmas fundamentales de nuestra religion. Uno de ellos es la corrupcion original del hombre, y los estragos que esta corrupcion produce en el entendimiento y en la voluntad. ¿Semejante doctrina es acaso muy á propósito para inspirar demasiada confianza? ¿Los libros sagrados no estan llenos de narraciones en que resaltan la perfidia y la maldad de los hombres? La caridad nos hace amar á nuestros hermanos, pero no nos obliga á reputarlos por buenos, si son malos, no nos prohibe el sospechar de ellos, cuando hay justos motivos, ni nos impide el tener la cautela prudente, que de suyo aconseja el conocer la miseria y la malicia del humano linaje.
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Pág. 67. – Para convencerse de que no he exagerado al ponderar el peligro de ser inducidos en error por los narradores, basta considerar que aun con respecto á paises muy conocidos, la historia se está
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Pág. 72. – Es muy dudoso si el periodismo causará daño ó provecho á la historia de lo presente; pero no puede negarse que multiplicará el número de los historiadores con la mayor circulacion de documentos. Antes, para proporcionarse algunos de ellos era necesario recurrir á secretarías ó archivos; mas ahora, son pocos los que son tan reservados que ó desde luego, ó á la vuelta de algun tiempo, no caigan en manos de un periódico; y por poco que valgan, pueden contar con infinitas reimpresiones en varias lenguas. Por manera que ahora las colecciones de periódicos son excelentes memorias para escribir la historia. Esto aumenta el número de los hechos en que se pueda fundar el historiador; y de que puede aprovecharse con gran fruto, con tal que no confunda el texto con el comentario.
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Pág. 78. – Al leer algun libro de viajes, no debemos buscar el capítulo de paises lejanos, sino de aquellos cuyos pormenores nos sean muy conocidos; esto proporciona el juzgar con acierto de la obra, y á veces no escasa diversion. Entónces se palpa la lijereza con que se escriben ciertos viajes. Una poblacion que tenia yo bien conocida, y cuyos alrededores secos y pedregosos habia recorrido no pocas veces, la he visto en un libro de viajes cercada como por encanto de jardines y arroyos; y á otra en que se habla de las aguas de un rio no lejano, como de un bello sueño que algun dia se pudiera realizar, la he visto tambien en otro libro regalada ya con la ejecucion del hermoso proyecto, ó mejor diré, sin necesidad de él, pues que el cauce del rio estaba junto á sus murallas.