Sanación de los chakras y conciencia del karma. Swami Keith S.
las acciones en todos los mundos y las dimensiones compenetrables.A través de su habilidad para crear un apego, define a una persona y limita su voluntad. Al igual que la gravedad, la polaridad que crea el karma entre la causa y su efecto une a una persona a los objetos, los fenómenos y los seres humanos (de acuerdo con las acciones pasadas) y después, haciendo uso de la energía calificada, la une al objeto, a la idea, al sentimiento o al ser humano por lo que se siente atraída. El método por medio del cual el karma lleva esto a cabo se explicará en capítulos posteriores. Por ahora, es importante reconocer que el karma funciona a través de la relación sinérgica entre la energía calificada, la mente individual y el ego. Si la mente individual y el ego no se expresaran ni se enfocaran en la energía cualitativa a través de la determinación y la voluntad, no existiría ninguna acción o reacción en ninguna dimensión ni la energía calificada sería capaz de unir a una persona a los objetos, los campos energéticos y/o a los seres que se encuentran en un ambiente externo.
Swami Sivananda afirmaba que,“cualquier acción física o mental es kármica. El pensamiento es kármico. La reacción que sigue a una acción es kármica... La atracción, la repulsión, la gravitación, la respiración, el habla, el caminar, el ver, el escuchar, el comer, el sentir, el desear, el pensar y todas las acciones del cuerpo, de la mente y de los sentidos constituyen una actividad kármica. El karma incluye la causa y el efecto.” (Práctica del Yoga, Sivananda, 189).
¿Qué es el equipaje kármico?
El equipaje kármico es la cantidad total de energía calificada que se ha acumulado en el campo de energía de un ser humano durante su vida y en encarnaciones previas. Puesto que la energía calificada existe en el tiempo y en el espacio, posee una estructura y una función que están determinadas por principios firmes aunque la energía calificada se encuentre localizada en el campo del maya que rodea a la mente superior (el mundo del espíritu, del intelecto y del alma), a la mente inferior (los cuerpos del deseo), a los niveles de los chakras esplénicos, al mundo de los chakras y/o a las funciones y aspectos de la mente.
Jesús de Nazaret reconocía el enorme poder y efecto del equipaje kármico y exhortaba a aquellos que lo escuchaban a no pecar en pensamiento y obra. Lo que reconocía, al igual que los maestros del yoga y del tantra, era que los pensamientos, las emociones y los sentimientos son los subcampos de la energía calificada. Swami Sivananda amplió la connotación de este principio afirmando que “todo pensamiento tiene un peso, una figura, una medida, una forma, un color, una cualidad y un poder. Los pensamientos son como objetos… la amargura y la dulzura... están en la mente. Son creados por el pensamiento.” (El poder del pensamiento, Swami Sivananda, 10-11).
En realidad, cada pensamiento, acción, emoción, sentimiento y sensación pueden ser vistos como una ola energética con distintas características que una persona puede irradiar inconscientemente o proyectar deliberadamente a través del más grande campo de energía calificada —o ser atada a éste— si una ola extraña inunda su ambiente interior. Ciertamente, todas las acciones (tanto en las dimensiones sutiles como en las físicas) que emergen de la mente y el ego individuales causan reacciones por medio de los subcampos (principalmente de los seres vivos) de energía calificada dentro del campo colectivo del maya.
Las reacciones originadas por los subcampos de interacción irradian en todas direcciones, incluyendo la dirección desde la cual se originó la primera acción. Al igual que la primera ola o proyección, una ola de reacción resuena dentro de la misma porción del espectro energético que la primera ola. Cuando estas olas de reacción interactúan con nuestro propio campo de energía, pueden verse atrapadas por capas de energía cualitativa que ya está presente por pasadas encarnaciones en forma de sedimento. Una vez que la energía cualitativa queda atrapada, se vuelve parte del equipaje kármico del huésped y aumentará su carga kármica y su vínculo con el mundo exterior. Es este tipo de apego lo que desestabiliza nuestra relación con el Yo (la conciencia universal) y restringe nuestro acceso a la felicidad, al amor, a la intimidad y al placer.
El equipaje kármico tiende a acumularse en ciertos puntos, incluyendo los campos áuricos que rodean nuestro espacio corporal —el espacio en las dimensiones superior e inferior que corresponde al espacio ocupado por el cuerpo físico y material —nuestro espacio corporal— si un cuerpo de energía ha sido arrojado, o dentro de un cuerpo de energía que ha sido expulsado. Nótese que el espíritu, el intelecto, el alma y la mente inferior están compuestos por comunidades de cuerpos de energía que funcionan de manera sincrónica.
Los efectos del equipaje kármico
Para un ser humano atrapado en la mente individual y el ego, el equipaje kár mico puede tener efectos tanto positivos como negativos; sin embargo, incluso lo que parece ser positivo puede unir a una persona con el ambiente externo y obstaculizar el libre flujo del prana. A la larga, es cualquier forma de apego lo que causa el sufrimiento.“Todos los seres humanos están sujetos al apego y al anhelo de placer. Al añorar éstos, se ven atrapados en el ciclo del nacer y morir. Guiados por este deseo deambulan temerosos como una liebre perseguida, sufriendo cada vez más...” (El Dhammapada, vs. 341-2, 185).
El apego provocado por el equipaje kármico origina sufrimiento al obstaculizar el flujo de la energía descalificada (prana) a través del sistema humano de energía que, a su vez, obstruye el acceso al Yo e inhibe la autoconciencia y la autoexpresión.
Puesto que es la energía descalificada la que vitaliza toda actividad placentera, alegre y dichosa, cualquier desestabilización en su capacidad para fluir por medio del sistema humano de energía, provocará una restricción de la placidez, la felicidad y el placer y/o una canalización del placer hacia actividades desagradables.
No se puede exagerar la importancia del placer, del amor, de la intimidad y de la placidez en nuestra vida. Los sutras en el yoga nos enseñan que la ausencia de cualquiera de estos sentimientos positivos causará sufrimiento. Ciertamente, las sensaciones, los sentimientos, las emociones y los pensamientos negativos inundarán nuestro ambiente interior y nuestro sistema de energía siempre que se encuentren res tringidos y/o expulsados de la percepción consciente el placer, la intimidad, la felicidad y la placidez.
El equipaje kármico a nivel espiritual
Cualquier desequilibrio en la transmisión y la transmutación de la energía descalificada, desestabilizará la vida espiritual de una persona obstaculizando su acceso al Yo (su fuente de placidez). Ésta, a su vez, disminuirá su capacidad para reconocer y seguir su dharma. El Dhammapada nos dice: “No hay mejor regalo que el regalo del dharma, no hay regalo más dulce ni más placentero. Pone fin a los anhelos y a la aflicción que origina.” (Dhammapada, vs. 354, 186).
Nuestra ruta espiritual (dharma) es la ruta que uno toma desde el inicio (interiormente, a través de los mundos de la mente inferior y superior) hasta elYo. Siguiendo el dharma, hacemos lo que es apropiado eligiendo solamente las acciones que promueven el flujo de la energía descalificada por medio del sistema de energía. Las acciones que emergen del equipaje kármico (las cuales pueden simular las funciones de la mente inferior y superior y el sistema humano de energía) crean apegos que, a su vez, provocan una contracción. La contracción desestabiliza el flujo del prana y una carencia de prana obstruye nuestra percepción del Yo —y la placidez, la felicidad y el placer que emergen de éste.
Una vez que nos hemos desconectado de la experiencia consciente de la placidez, la supervivencia personal triunfará sobre la autoconciencia como nuestro paradigma dominante. La mente individual y el ego, los cuales están compuestos de energía calificada, invalidarán la influencia de la mente superior e inferior y el sistema de energía en nuestra vida diaria. “Vivir en un desierto espiritual” es una frase que se utiliza a menudo para describir esta condición.
“Identificar al Yo con el NoYo (la mente individual y el ego con la mente superior e inferior), es el cautiverio del hombre, producto de su ignorancia, que nos prepara para la desdicha del nacer y el morir. Es a través de esto que consideramos real a este efímero cuerpo y que, al identificarnos con él, lo nutrimos, lo aseamos y lo preservamos por medio de (agradables) objetos sensoriales a través de los cuales nos vemos delimitados como la oruga por los hilos de su capullo.” (Viveka Cudamani, Sri Sankaracarya, vs. 137, 51).
La