Viajeros de luz. Fina Navarro
puedo siquiera hablar por mi propia emoción, otras porque no debo hacerlo. Solo estoy ahí, y ya está, como todos.
Sin embargo, más adelante cuando el tiempo va dejando tregua al corazón herido, y solo si me preguntan, entonces les hablo. Pero sobre todo, es la toma de conciencia al revivir de nuevo el trauma, lo que va aclarando esos “por qués”.
En el transcurso de la terapia fueron muchos los porqués y, poco a poco, surgieron algunas respuestas.
En su dolor, mi amiga preguntaba.
—¿Por qué se ha tenido que ir? No lo entiendo. (Un “¿por qué?”).
Para ella, la necesidad de entender el por qué se había ido Nerine era tan grande que, con el transcurrir de los años, esa necesidad de entendimiento la llevó a encontrar el camino del trabajo con el alma. Que para ella fue uno de los mejores descubrimientos en esta vida. (Una respuesta).
—¿Por qué tenía que irse tan pronto? (Otro “por qué”).
Esa pregunta fue clave para que se diera cuenta de que, realmente, no toda la energía de su sobrina había marchado a la Luz. Sino que se había fragmentado y se había quedado con muchos de sus familiares, además de con mi amiga. (Una terapia como consecuencia).
Eso me dio pie a trabajar con ella la recuperación de muchos cachitos de su propia alma, que reintegró. Así como con algunos fragmentos de la de su sobrina, que marcharon a la Luz. Acordaos que cuando un alma se segrega, cada una de sus partes actúa como un todo.
Además, aprovechando el momento, mi amiga ayudó a que otros de sus familiares pudieran recuperar parte de su energía perdida en ese trauma. Fijaos qué trabajazo hizo. A veces, el trauma es tan grande que se necesitan varias terapias para terminar de sanar una misma experiencia.
Algún tiempo después, pude hablar con el alma de Nerine. No con la niña de dos años, sino con una parte de su alma que contaba con el conocimiento derivado de esta experiencia. Le pregunté el motivo de querer vivir esta experiencia tan traumática y su respuesta me adoctrinó también a mí.
—Sigo aprendiendo de esa experiencia —me dijo—. Al quedar atrapada una parte tan importante de mí junto a mis familiares, he seguido asimilando como si tuviera cuerpo. He aprendido con todos y cada uno de ellos. Ahora sé que hay que expresar el dolor, que no hay que ser egoístas, que hay que estar unidos ante las dificultades, que no pasa nada por llorar. Y tenía que hacerlo así, pues era más fácil para mí. Ellos se llevaron la peor parte. Pero su conocimiento también ha sido muy grande y, si se lo permitieran, sería aún mayor. Quizás pronto termine de ir a la Luz. Aunque será cuando me haya cultivado un poquito más aquí. (Otra respuesta y un gran aprendizaje).
Con cada trabajo de sanación que haga su familia, se habrá dado otro paso más en su aprendizaje y todos podrán descansar.
La realidad, cuando hay un trauma importante en el proceso de morir, es que la mayor parte de las veces no nos vamos de golpe a la Luz. Sino que lo hacemos poco a poco, cachito a cachito de nuestra energía. Cada una de esas partes, aportará un conocimiento extra a la totalidad que somos, allá en la Luz.
Tened en cuenta que somos una gran burbuja de energía, con la capacidad de segregarse, tanto para encarnar como para desencarnar.
Hubo un momento en la terapia, en que mi amiga me expresó su sentimiento de culpabilidad porque una parte de Nerine se quedara con ella. (Otro efecto del trauma).
Querida amiga, gracias por permitirme relatar estas líneas. Sé que ahora tú ya lo entiendes, pero quizás sirva a otros. Pues nos aclara que, cuando un alma se queda atrapada, también sigue aprendiendo (otra respuesta). No es solo responsabilidad del que siente el dolor de la pérdida, sino también del que decide quedarse, pues lo hace por sus propios motivos.
Ahora bien, todos debemos de tener muy claro que, ese familiar que se ha marchado, nos podrá ayudar más y mejor desde esa otra dimensión de la que venimos. De ahí la importancia de trabajar el duelo. Entender que, dejarles marchar a la Luz, es permitirles volver llenos de energía renovada y a la velocidad de nuestro pensamiento, cada vez que lo necesitemos.
Daos cuenta que nuestro libre albedrío se aplica tanto a nuestra forma encarnada como a la no encarnada y, por supuesto, también a la toma de decisiones antes de venir a vivir la materia, sea ésta la que sea.
Y me podéis rebatir diciendo que Nerine ya no estaba encarnada. Sí, en efecto, pero estaba en el campo vibratorio de personas que sí lo estaban. Y esa, es otra forma de vivir la materia, es otra forma de aprender, de sentir, de crecer y de sanar.
Repasando, todavía en terapia, las enseñanzas de esta experiencia, mi amiga me contó.
—Recuerdo una conversación con mi cuñado en la que me dijo, “tú ya sabes que lo de Nerine me ha ayudado a apreciar la vida. Ahora la veo de otra manera” (Un aprendizaje más).
Habría que trabajar con todos los miembros de una misma familia para entender más en profundidad, por qué un grupo de almas deciden pasar por el trauma de perder a un familiar tan joven. ¿Qué aprendizajes, matices y emociones desean conseguir con algo tan terrible? Las respuestas las tienen todos y cada uno de ellos de forma individual. Desde fuera no podemos saberlo, para entenderlo hay que profundizar. ¿Cómo? En muchos casos la terapia regresiva dirigida por un buen profesional nos ayudará en ello pues no basta solo con revivir el trauma, sino que hay que sanarlo.
Sin embargo, en vista de lo mucho que se aprende con el dolor de la pérdida de alguien tan joven, son muchos los que tienden a creer que esa persona ha venido exclusivamente para enseñar a otros o, a “sacrificarse por otros”. Hay quien dice que son personas venidas para enseñar con su sufrimiento. Pero no. Siento profundamente disentir… bueno, realmente no siento disentir, me agrada hacerlo. De hecho voy a decir, con todos mis respetos,
—¡Disiento! Nadie viene a sacrificarse por nadie, ni siquiera el que muere salvando la vida a otro.
¿Os dais una idea de cuánto dolor se le provoca a una madre o a un padre, cuando se le dice que el sufrimiento de su hijo o hija es porque vino a “sanar” a sus padres? ¿Realmente sabemos qué estamos diciendo? Si yo fuera una persona de hacer aspavientos, me tiraría del pelo cada vez que oigo algo semejante. Ni siquiera Jesucristo vino con ese motivo, por mucho que nos hayan “vendido la moto”.
Esa persona, por pequeñita o grande que sea, ha venido con el objetivo de su propio aprendizaje, de su propia evolución como ser energético que es. Ya que, al evolucionar en conciencia, esa bolita de energía que somos, crece. Y ese es uno de nuestros principales objetivos dentro de la expansión del universo: Crecer.
Otra cosa distinta es, que las almas aprovechemos determinadas circunstancias que se dan a nuestro alrededor para avanzar en nuestro propio crecimiento. De hecho, es lo que todos hacemos, consciente o inconscientemente. Pues, en la grandiosidad y sincronicidad del universo, todo casa como las piezas de un gigantesco puzle.
El día que mi amiga hizo su trabajo terapéutico y en su proceso de sentir el duelo, que no pudo expresar cuando era apenas una adolescente, se martirizaba. Diciendo una y otra vez,
—Pobretica, tan solica, mi pequeña ¿Dónde se va a ir?
Para aquellos que sufren ante la misma duda…
Una guardería en el Jardín de la Isla
A lo largo de toda la mañana en mis quehaceres diarios, mi pensamiento volaba una y otra vez a los niños que dejan este plano.
Me había acostado feliz de entender un poquito más y me levanté con el pensamiento de la mamá de luz. Pero mientras intentaba centrarme en mis ejercicios matutinos de meditación y trabajo interior, mi mente me iba recordando todos los casos de niños perdidos que, de una u otra forma, habían venido a mí. Y mi conciencia terrenal sufría por ello. Sin embargo, fue mi alma la que me hizo ver la realidad que hay más allá.
Había una vez una niña de 5 añitos que estaba muy enferma. Deseaba dejar su cuerpo, pero estaba tan preocupada por sus padres que se resistía, aún a pesar de que hacía ya tiempo que había perdido