La sociedad de castas. Agustín Pániker Vilaplana

La sociedad de castas - Agustín Pániker Vilaplana


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abanico de significados y adquirió el sentido exclusivo que hoy le otorgamos de “casta” (o subcasta).

      ENDOGAMIA

      La regla principal de la casta es la tendencia a la endogamia: el matrimonio entre miembros de la misma casta, o de diferentes castas de una misma región, pero que tradicionalmente han permitido enlaces matrimoniales entre sí.

      De todos los aspectos de la sociedad de castas, el principio de la endogamia es el que se muestra más sólido. Y como se desprende de los textos clásicos, también parece ser uno de los más antiguos.3

      Este es el punto más importante de todo el universo de la casta. Sin endogamia (en cualquiera de sus formas), no hay “casta”. Para el político dalit Bhimrao R. Ambedkar, «la endogamia es la única característica peculiar de la casta».4 En un estudio de campo realizado en el estado de Kerala en los 1980s, el Anthropological Survey of India reportó una endogamia del 97%.5 Y en una encuesta nacional llevada a cabo en el 2006, un 74% de los encuestados contestó que no aprobaba los “matrimonios mixtos” (entre distintas castas). Incluso la población más alfabetizada y urbanizada respondió en un 56% en contra de estos matrimonios.6 Significativamente, el matrimonio mixto goza todavía de menos aceptación entre los indios que trabajan en el vanguardista sector informático en los Estados Unidos.7

      Dado que las castas en el Sur de Asia poseen diferentes rangos, la endogamia puede ser de dos formas: isogámica o hipergámica.

      Isogamia

      La isogamia se da cuando el matrimonio se realiza entre iguales; por ejemplo, cuando desposan miembros de una misma casta (y más aún, de la misma subcasta, que es lo que mejor evoca el término jāti). La costumbre de la isogamia limita mucho la elección matrimonial, de modo que hoy en día tiende a relajarse y se mira de ensanchar el círculo matrimonial traspasando las barreras de subcasta (y hasta de casta). Pero nótese que no hace tanto, de las 19 jātis que componían el pueblo de Ramkheri (Madhya Pradesh) estudiado por Adrian Mayer en los 1950s, 15 eran completamente isogámicas.8

      Hipergamia

      Entre algunas comunidades y castas importantes, no obstante, se tiende a la hipergamia. Este tipo de matrimonio, llamado en sánscrito anuloma (“a pelo”), es el que se establece entre una mujer de casta más baja que el varón.

      El antropólogo David Mandelbaum calificó la hipergamia como «un tipo de endogamia cualificada».9 Incluso los textos antiguos admitían –bien que a desgana– que un hombre de casta alta podía desposar a una mujer de casta inferior.10 Está claro que la isogamia estricta ha sido menos respetada de lo que los textos sugieren. Pero parece probado que a partir de los siglos IX o X los matrimonios cruzados entre castas distintas fueron mucho más raros. Quedaría como rasgo típico de colectivos marciales y terratenientes (o periféricos). El caso de los rājputs, la casta “guerrera” por antonomasia de la India, es el más claro [FIG. 6]. Como otras comunidades marciales, en el pasado los rājputs capturaban a las mujeres de los clanes vencidos y tenían concubinas de castas bajas. Cualquiera que fuera la casta de la esposa, el hijo o hija adquiría el rango rājput del padre.

      Este tipo de matrimonio también ha sido corriente entre otras castas de origen guerrero como los paṭṭīdārs de Gujarat, los jāṭs del Punjab, los marāṭhas de Maharashtra o los nāyars de Kerala. Algunas castas de brāhmaṇs, como los rāḍhī-brāhmaṇs de Bengala o los sarasvatī-brāhmaṇs de Uttar Pradesh, han tendido a la hipergamia. En Bengala se da también entre los kāyasthas y los baidyās, dos castas altas que solían regirse por el peculiar sistema de parentesco kulīn.

      Téngase en cuenta, empero, que en todos los casos citados no vale cualquier lazo hipergámico, sino alianzas muy concretas, aprobadas y reconocidas por las castas en cuestión. En muchos casos, la hipergamia se da realmente entre linajes o subcastas de distinto rango de la misma casta. La descendencia de esa unión heredará la casta o subcasta de la madre o del padre según normas ya establecidas y que son propias de cada casta (con marcada propensión a tomar la jāti o varṇa del padre, como el caso rājput).

      La regla de oro de la hipergamia es tomar esposas de los inferiores, pero cuidándose muy mucho de no darles sus mujeres de vuelta, de manera que queden claramente en posición subordinada.11 Las jātis de dadores de esposas son siempre consideradas más bajas que las receptoras.

      El matrimonio llamado en sánscrito pratiloma (“a contrapelo”) o hipogámico, donde la mujer es de estatus superior al varón, es considerado casi una aberración, aunque conocido en Bengala y en Nepal. En la antigüedad debió ser más común,12 pero los textos clásicos lo condenan duramente.13 Aún lo expresaba en los 1880s Pandita Ramabai, pionera de los movimientos feministas indios, en un texto sobre la mujer de casta alta:

      «Un hombre de casta alta nunca se rebajará a casar a su hija con otro de casta baja aunque sea millonario».14

      Asimismo, la novela contemporánea de Arundathi Roy El dios de las pequeñas cosas capta el choque social que se produce cuando se descubre que la protagonista de casta alta está enamorada de un intocable.

      La ampliación de la jāti

      A través de las reglas de endogamia (isogámica o hipergámica), las castas pueden mantener y reproducir su identidad o sus rangos.

      Sin embargo, la creciente urbanización y movilidad social tiende a erosionar ciertos aspectos de la endogamia. Tradicionalmente, los matrimonios endogámicos reducían la elección del cónyuge al grupo más pequeño posible, a la subcasta o jāti. Hoy, las barreras de jāti se han suavizado y la endogamia tiende a efectuarse en entidades mayores.15

      Ello está comportando una creciente hipergamia, pero una basada más en criterios socioeconómicos que no en los viejos factores de rango ritual. Si no existe demasiada disparidad ritual, no está mal visto que una mujer despose a un varón de casta algo superior, más aún si la familia del novio es respetada y tiene poderío económico.

      Aun así, la sensación de jāti no mengua. Me viene a la memoria el caso de un nāyar de Kerala que protestaba porque algunos grupos pujantes (léase inferiores) estaban adoptando el título “nāyar” y habían establecido enlaces matrimoniales hipergámicos con nāyars. Aunque mi interlocutor pertenecía al partido Comunista y decía ser muy progresista no dejó de remarcar que él era un “nambiār” (subcasta de rango entre los nāyars del norte de Kerala), distinguiéndose así de las jātis “inferiores”.

      También la política de discriminación positiva en favor de las castas bajas [véase capítulo 23] ha ayudado a romper barreras. Lo mismo que el imparable proceso de formación de macrocastas constituidas por jātis más o menos afines [véase Las macrocastas]. Por consiguiente, el Anthropological Survey of India mantiene que el número de castas en la India declina.16

      Para muchos indios de la nueva clase media, las viejas ideas de anuloma o pratiloma van quedando obsoletas. También en determinados casos empiezan a traspasarse las fronteras de religión y hasta las barreras lingüísticas, aunque estos lances son todavía poco frecuentes. Según D.L. Sheth, la única consideración “tradicional” que se mantiene en estos matrimonios mixtos es la división entre vegetarianos y carnívoros17 (división que, a mi entender, empieza asimismo a nublarse).

      Esta es la tendencia actual; una que plausiblemente se incrementará. Pero de aquí a que desaparezcan las castas queda aún un buen trecho. Todavía unos jóvenes pretendientes fueron ahorcados en Muzaffarnagar (Uttar Pradesh), por intentar un matrimonio mixto brāhmaṇ/jāṭ.18 Y este es un suceso menos aislado de lo que podría pensarse [véase en La


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