Cien años de sociedad. Carles Sentís

Cien años de sociedad - Carles Sentís


Скачать книгу
incorporarse al ejército francés en guerra. Había conseguido una prórroga para su incorporación a filas, pero justamente entonces se le terminaba.

      Sin tener yo certeza alguna de la importancia futura de aquel joven (mi amiga podía equivocarse), no me atreví a convertirme en pregonero de un éxito no lo suficientemente intuido. A la vista del material disponible, decidí finalmente no escribir un texto que hubiera resultado una crónica anodina.

      Más tarde me enteré que Yves Saint Laurent no permaneció mucho tiempo en el ejército. Le diagnosticaron una depresión. De todas maneras su angustia era razonable porque perdió su puesto de trabajo –el de diseñador de la Casa Dior–, que ocupó Marc Bohan. A la larga este percance provocó que Yves Saint Laurent se estableciera por su cuenta y resultara más importante que nadie en sus años de madurez.

quadres.jpeg

      La época de Saint-Germain-des-Prés

      El reencuentro con Melcior Font fue para mí un gran momento de la posguerra. El poeta Melcior Font, que había sido secretario de Ventura Gassol cuando éste era conseller de Cultura de la Generalitat, tenía su despacho junto al mío como secretario del conseller de Finanzas, Martí Esteve. Esta vecindad contribuyó a afirmar nuestra amistad. Éramos ambos amigos de Joan Alavedra, secretario del presidente Companys.

      Con las dos guerras entremedio, la Civil y la Mundial, cuando el azar dispuso que nos encontráramos en París, reapareció la amistad de antaño. Melcior Font en aquella época estaba metido en el mundo del cine. Incluso Unifrance, el organismo exportador del cine francés, lo nombró representante en Madrid, donde iba de vez en cuando. Esas visitas no gustaban a algunos compañeros suyos del exilio. Sin embargo nada tenía de político este trabajo.

      Melcior Font iba algo caracterizado de poeta: cabellos rizados y relucientes, seguramente por el efecto de alguna gomina. Era muy risueño y con un gran sentido del humor. Fue Melcior quien me presentó gente diversa de Saint-Germain-des-Prés, donde íbamos a comer o a cenar frecuentemente. Uno de los lugares era el restaurante Le Petit Saint Benoit, donde a menudo coincidíamos en las mismas modestas mesas, con mantel de papel, con el gran Robert Schuman, uno de los padres de Europa, que entonces era ministro francés de Asuntos Exteriores. Robert Schuman era un alsaciano sencillo y discreto. Llevaba una vida muy austera. Los habituales de aquel restaurante guardaban su servilleta en las típicas estanterías divididas en casillas o compartimentos de uso individual. Schuman también lo dejaba allí, con naturalidad y circunspección. Nos saludábamos, pero no hablamos nunca. Los otros habituales del restaurante no se atrevían a molestarlo.

      Melcior y Magda, su mujer, vivían cerca de allí, en el Quai des Orfèvres, tan conocido por la comisaría del inolvidable Maigret, personaje de los primeros libros de Georges Simenon. Era un pisito con ventanas sobre el Sena y a dos pasos del puente Henri IV. Cerca de allí había una antigua librería convertida en vivienda. La casa tenía entrada por el Quai des Orfèvres y por la parte trasera daba a la plaza Dauphine. Entonces vivían allí unos amigos suyos, la pareja Simone Signoret e Yves Montand.

      Gracias a Melcior desde el principio no fui un simple turista en Saint Germain-des-Prés. Él era un poeta, y cuando murió, el colega Amades le dedicó la poesía “Qu’elle est lourde à porter l’absence de l’ami”, que cantaba Gilbert Bécaud.

      Había gente de Saint-Germain que no se movía de allí durante meses. Pasar a la rive droite era para ellos toda una expedición. Entre los artistas de Saint-Germain había numerosos catalanes.

      Cerca del Pont Neuf –el puente Neuf ahora es el más viejo de París– tenía su estudio el pintor Xavier Valls. Su hijo, Manuel Valls, es diputado, alcalde y un alto dirigente del Partido Socialista Francés.

      Yo iba bastante a menudo a otro bistrot importante, Chez Lipp, frecuentado casi diariamente por quien años después fue presidente de la República Francesa, François Mitterrand. El local, a la hora de la cena, era un punto de reunión de muchos políticos por el hecho de encontrarse cerca de la Chambre des Députés. Era un típico bistrot con abundantes espejos y con asientos dispuestos en forma de bancos adosados a la pared. Mitterrand era entonces un joven diputado. Le gustaba mucho la choucroute alsaciana.

063.jpg

      Carles Sentís entre Jean Cocteau y Marcel Achard en París, en 1954

      Junto al bulevar Saint-Germain, en la Rue de Bac, vivía Mauricio Torra Balari. Había venido a Francia a principios de la Guerra Civil. Se matriculó en Sciences Po (ciencias políticas) en la Sorbona, donde fue condiscípulo de Christian Dior. Torra Balari era muy extrovertido y un buen promotor cultural. Colaboraba con la agregaduría cultural de la embajada de España. Estaba vinculado también a las actividades de la Alliance Française, circuito de conferenciantes itinerantes que dio tanto prestigio y proyección internacional al país y a su cultura.

      Desde un principio, en París, vi de cerca el ambiente bohemio y existencialista que, unos años más tarde, con la aportación de otras corrientes, desembocaría en los barullos de Mayo del 68.

      El barrio de Saint-Germain-des-Prés, con el Café de Flore y Les Deux Magots como cuarteles generales, estaba poblado de estudiantes, artistas e intelectuales y, desde 1939, había sustituido a Montmartre y Montparnasse como eje de la vida cultural. Tras la Primera Guerra Mundial, Montparnasse había sido el centro de ese mundo intelectual, con Léonard Foujita, Henri Matisse, Modigliani, Pere Pruna, Antoni Clavé, Emili Grau Sala, entre otros; del mismo modo que Montmartre lo había sido durante toda la belle époque con Picasso, Van Gogh, Paul Gauguin, Santiago Rusiñol, Ramon Casas y Miquel Utrillo, por ejemplo.

      El éxito de Montmartre transformó el barrio en una atracción turística para noctámbulos, con cabarets, salas de baile y cafés, convirtiéndose en un punto clave de los tours organizados bajo el lema París la nuit y, naturalmente, con su explicable porcentaje de prostitución.

      De estos tres barrios de París seguramente fue Montparnasse el más conseguido centro cultural, pues en los otros dos confluían otros aspectos distintos de interés. En Montparnasse se concentraron más extranjeros que en ninguna parte, de Marc Chagall a Miguel de Unamuno, y por eso, cuando los manifestantes que alentaban la Primera Guerra Mundial pasaron ante sus famosos cafés, gritaban: “Sales métèques” (sucios extranjeros).

      Конец ознакомительного фрагмента.

      Текст предоставлен ООО «ЛитРес».

      Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.

      Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.

/9j/4AAQSkZJRgABAQEAAAAAAAD/2wBDAAUDBAQEAwUEBAQFBQUGBwwIBwcHBw8LCwkMEQ8SEhEPERETFhwXExQaFRERGCEYGh0dHx8fExciJCIeJBweHx7/2wBDAQUFBQcGBw4ICA4eFBEUHh4eHh4eHh4eHh4eHh4eHh4eHh4eHh4eHh4eHh4eHh4eHh4eHh4eHh4eHh4eHh4eHh7/wAARCAPoA8ADASIAAhEBAxEB/8QAHwAAAQUBAQEBAQEAAAAAAAAAAAECAwQFBgcICQoL/8QAtRAAAgEDAwIEAwUFBAQAAAF9AQIDAAQRBRIhMUEGE1FhByJxFDKBkaEII0KxwRVS0fAkM2JyggkKFhcYGRolJicoKSo0NTY3ODk6Q0RFRkdISUpTVFVWV1hZWmNkZWZnaGlqc3R1dnd4eXqDhIWGh4iJipKTlJWWl5iZmqKjpKWmp6ipqrKztLW2t7i5usLDxMXGx8jJytLT1NXW19jZ2uHi4+Tl5ufo6erx8vP09fb3+Pn6/8QAHwEAAwEBAQEBAQEBAQAAAAAAAAECAwQFBgcICQoL/8QAtREAAgECBAQDBAcFBAQAAQJ3AAECAxEEBSExBhJBUQdhcRMiMoEIFEKRobHBCSMzUvAVYnLRChYkNOEl8RcYGRomJygpKjU2Nzg5OkNERUZHSElKU1RVVldYWVpjZGVmZ2hpanN0dXZ3eHl6goOEhYaHiImKkpOUlZaXmJmaoqOkpaanqKmqsrO0tba3uLm6wsPExcbHyMnK0tPU1dbX2Nna4uPk5ebn6Onq8vP09fb3+Pn6/9oADAMBAAIRAxEA
Скачать книгу