La traición en la historia de España. Bruno Padín Portela

La traición en la historia de España - Bruno Padín Portela


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sentido, que los Laus Spaniae cumplirían una triple función en el siglo XIX. En primer lugar estaría la intención de mostrar la preferencia del Altísimo sobre el pueblo elegido; a continuación la necesidad de fundamentar la existencia de una personalidad social y cultural «natural» de los habitantes de esa tierra; y por último, gracias a este modelo narrativo, se podrían explicar los males que acuciaban a España, debidos sobre todo a la envidia y la codicia de los conquistadores, desgracias que, de lo contrario, sería imposible entender, debido a las condiciones privilegiadas sobre las que se levantaba la nación[20]. Algunos conquistadores, como los visigodos, en cambio, no merecieron un juicio negativo, sino que más bien representaron en último término el eje sobre el que se articularía la identidad española en base a su labor unificadora en dos ámbitos: el derecho y, esencialmente, la religión. De todas formas, el influjo isidoriano terminaría desapareciendo en la aciaga fecha de 1898, dando paso a una visión opuesta, marcada por la «España negra».

      NUMANCIA

      Pocos episodios bélicos como el que enfrentó a Numancia contra las legiones romanas durante diez años (conocido bajo el nombre de Bellum Numantinum) encontró una trascendencia tan profunda en el devenir histórico y, sobre todo, en la construcción identitaria y nacional. La larga agonía de la ciudad arévaca, prolongada varios meses gracias al cerco de Escipión Emiliano, actuó como un elemento clave en la conformación de ese carácter español multisecular que mencionábamos con anterioridad. Fue en Numancia donde se forjaron, mejor y más fuertemente que en Sagunto o en las guerras cántabras, los valores que se terminarían asociando típicamente con lo español, situándose, así, en el centro del discurso histórico sobre la Antigüedad.


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