En mi principio está mi fin. José Rivera Ramírez

En mi principio está mi fin - José Rivera Ramírez


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no puede ser contemplada por el hombre, y la realidad refleja tampoco puede ser en dosis fuertes. Sólo el lumen gloriae capacita para ver a Dios. Sólo la fe capacita para contemplar la realidad terrena a la luz de un designio de Dios. Pero para ello es necesario: tener fe - conocer a Dios.

      En toda esta trama natural, que se ve, está el designio de Dios y el influjo de la Bestia. Por eso no hay realidad en su sentido total, sino cuando eso se conoce. Llamar realidad a las cosas en sí, “lo primero es conocer la realidad” es en sí blasfemo.

      El tema de la pasividad y el designio de Dios

      El hombre espera, espera, la manifestación del designio de Dios:

      Coro.- “Algo malo nos llega. Esperamos, esperamos,

      Y asimismo esperan los mártires y santos, por todos aquellos que habrán de serlo en el futuro.

      El Destino aguarda en las manos de Dios, dando forma a lo que no la tiene.

      Todo esto lo he visto en un rayo de sol.

      El Destino aguarda en las manos de Dios, y no en las de los hombres,

      Que a veces hacen bien y a veces hacen mal, maquinando y juzgando,

      Tramando sus designios, que sus manos desdoblan y vuelven a doblar, en el molde del tiempo.

      …

      A nosotros, los pobres, no queda otro camino

      Sino la eterna espera, y después ser testigos.”

      …

      Tomás.- “…saben y no lo saben qué es obrar y sufrir

      Saben y no lo saben que obrar es sufrimiento

      Y sufrir es obrar. Que ni el agente sufre

      Ni el paciente obra. Pero ambos están fijos

      En un obrar eterno, una paciencia eterna,

      A que han de ceder todos y así ser ordenado.

      Que han de sufrir todos para así ordenar.

      Que subsista la norma, pues la norma es la acción,

      Y también sufrimiento, que la rueda no pare y que esté sin embargo, inmóvil para siempre.”

      ................................

      El fin será sencillo, repentino, enviado

      Por Dios, y mientras la sustancia

      De nuestro primer acto, no será más que sombras,

      Y la lucha con sombras, más duro el intervalo

      Que la consumación. Porque todas las cosas

      Prepararán el fin.”

      ............................

      Del futuro ignoramos lo que ha de suceder

      Pero unas generaciones suceden a las otras

      Y siempre se repite lo que ya ha sucedido.

      El hombre no aprovecha de la ajena experiencia.

      Pero nunca, en la vida de un hombre, se repite

      El tiempo ya pasado. Corta, pues, el cordel,

      La escama arroja. Únicamente el loco

      En su locura fijo, imagina tal vez

      Que la rueda en que gira es por él movida.”

      Notar como el tiempo pasa... y no pasa. Como el hombre actúa... y no actúa. Como la rueda se mueve fija...

      Sacerdote 2º.- “¿Hoy? ¿Y qué es hoy? Porque el día casi ha transcurrido.

      Sacerdote 1º.- ¿Hoy? ¿Y qué es hoy? Una noche distinta y un alba distinta.

      Sacerdote 3º.- ¿Qué es el día que ya conocemos? ¿Aquel cuya llegada se teme o quizá se desea?

      Cada día es el día que habríamos de temer o tal vez desear. Un momento

      Pesa igual que otro. Sólo por la retrospección, por la selección

      Podemos decir que aquel era el día. El crítico instante

      Que siempre es ahora, y siempre está aquí. Incluso ahora

      El eterno designio podría aparecer.

      Es la misma idea. Incluso el tiempo no tiene sentido, sino porque en él se puede manifestar el designio de Dios. Releer las ideas de Van der Leeuw, p. 369, sobre el Tiempo sagrado.

      Tomás.- “Me creéis temerario, desesperado y loco.

      Y como el mundo hace discutís por efectos.

      Para afirmar si un hecho ha sido bueno o malo.

      Pero en cualquier acción y en cualquier existencia

      De lo bueno y lo malo aparece evidencia.

      De distintas acciones los efectos se mezclan

      A lo largo del tiempo, y también de igual forma

      Se confunden al fin lo perverso y lo bueno.

      Mi muerte no proviene de estos hechos de ahora

      Fuera del tiempo ha sido mi decisión tomada;

      Si llamáis decisión

      A la que mi ser todo da completa anuencia.

      Porque entrego mi vida

      Por la Ley de mi Dios sobre la ley del hombre.

      ¡Desatrancad la puerta! ¡Dejad el paso franco!

      No vamos a vencer luchando o resistiendo,

      Ni tampoco empleando astuta estratagema.

      No hay que luchar con bestias como si fueran hombres.

      Con la Bestia luchamos y ya fue conquistada.

      Sufriendo es como ahora hemos de conquistar.

      No puede caber duda que es victoria más fácil.

      Ahora es cuando llega el triunfo de la Cruz.

      ¡La puerta abrid! ¡Lo mando! ¡ABRID LA PUERTA!

      Así el martirio mismo ‒luego lo veremos expresamente dicho‒ es un designio de Dios, que deja actuar al demonio; los hombres en cuanto obran impulsados por él, son bestias (No hay que decir la raigambre de estas ideas, basta con recorrer toda la literatura martirial de los tres primeros siglos, para encontrar las mismas ideas. Recordar, por ejemplo, a San Ignacio, que va acompañado de aquellos “leopardos” que se tornan más feroces, cuanto más manso se muestra con ellos).

      La lucha ya ha tenido lugar definitivamente en las Cabezas: Cristo-Satanás, y Satanás, la Bestia ha sido ya vencida. El hombre no tiene más que recibir este sacramento. Y recibir es dejarse.

      Es algo pasivo, lo cual siempre supone cierta actividad para disponerse: abrir la puerta, y cierta negación de movimiento: aquí no huir, “mi decisión” ha sido tomada por Dios. Y esto fuera del tiempo. La primera lucha ocurrió antes del tiempo, entre Dios y Satanás. Luego, el Hombre Cristo, lleva esta lucha al tiempo, cuando el designio de Dios se sensibiliza. En cuanto a la idea del martirio, como sacramento que se ha de recibir, basta con recordar las prohibiciones de presentarse espontáneamente, y la equivalencia con el bautismo: bautismo de sangre. Y la asimilación a Cristo. V.gr. martirio de Policarpo.

      Esta recepción no significa que no haya actividad interna, participación de la actividad de Cristo: es decir, la disposición al martirio encierra abundante dosis de fortaleza:

      Tomás.- “El justo debe ser

      Cual león denodado. Sin que nada le asuste.

      Heme aquí.

      Nunca al Rey traicioné. Sólo soy sacerdote.

      Un cristiano salvado por la sangre de Cristo,

      A


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