Ecos del misterio. José Rivera Ramírez
En resumen, la postura de Marcial es titubeante, como parece sucederle en todo; a veces enjuicia los sucesos y realidades en tono moralizante, y entonces alaba el pudor, la castidad, la religiosidad y sugiere otra vida, que, al cabo, sería deseable. Otras se olvida de todo eso y toma las cosas a chacota, dejándose llevar del sentimiento de lujuria o de dolor, y sólo enuncia los hechos festivamente, o da a entender, más o menos claramente, su aprobación.
Mañana quiero ir por la mañana a Madrid, para ir completando la colección de clásicos, con un Marcial latino, un Juvenal latino y Propercio y Catulo castellanos - o franceses. Las obras de Cicerón que me faltan, y los Fastos de Ovidio. Las guerras judaícas de Josefo y las fábulas de Fedro y Esopo. Luego los historiadores griegos, y alguna obra histórica sobre la época. Creo que estos estudios están realmente en marcha, y que el paso es seguro.
III. AULO PERSIO FLACO
Día 29 de junio 1967
Pero estamos lindando con el alba. Vamos a embocar el pensamiento de Persio20. Veamos si puedo, entre estas primeras horas del día de hoy y la noche de mañana, substanciar a este fabuloso autor de hace veinte siglos, a quien me siento deudor de muchas sugerencias y no parvas confortaciones.
PROLOGUS
Con tono burlesco afirma el valor del oro. En la poesía misma, el dinero hace poetas:
Magister artis ingenique largitor
uenter, negatas artifex sequi uoces.
quod si dolosi spes refulserit nummi,
coruos poetas et poetridas picas
cantare credas Pegaseium nectar21.
SÁTIRA I
La visión del hombre: La idea cardinal es la vanidad de los hombres del día. Vanidad enunciada en el verso primero (¡O curas hominum! ¡O quantum est in rebus inane!22) y desarrollada en torno a la poesía del momento. Pero al tocar su asunto capital desde diversos puntos de vista: perfección formal, hondura temática, ocasiones de exposición, reacciones de lectores y oyentes, disposiciones psicológicas y modo de vivir de los autores; va salpicando sus juicios acerca de muchas maneras mentales y ademanes de la cotidiana convivencia. En mínimo concierto ofrezco un índice temático con alusión a algunos ejemplos:
Gula: Placeres de la comida: calve - pinguis aqualibulus propenso proceres crudi (50) scis ponere sumen (53)... 31, sequipede... (57)23
Sexualidad: Reflejos de lascivia: 19-21, 79, 82 (probable alusión al afeminamiento), 86
Tacañería: 54
Lujo: 52-3
Afeminamiento: (sin llegar a una alusión precisa a la homosexualidad; mera acusación de enervamiento en las formas externas y en las energías anímicas): 15-22 (pintura de una lectura pública; descripción de las modulaciones y las vestiduras del poeta lector). 30-36 (recitaciones poéticas al final de un banquete); afirmación exenta de la debilidad:
Haec fierent si testiculi uena ulla paterni
uiueret in nobis? (103-4)24.
Vanidad: en los cargos: el finchado por un edilato provinciano (129-30)
en la poesía: grandilocuencia, suavidad y ternura en el verso, progreso meramente formal en cuanto a la fluidez, incapacidad de escuchar la verdad sobre el propio valer:
Et “uerum” inquis “amo, uerum mihi dicite de me”
qui pote? uis dicam? nugaris, cun tibi, calue,
pingui aqualiculus propenso sesquipede extet (55-8)25
por eso el poeta, que contempla en casi todos orejas de burro, sepulta en la
sátira su secreto, como en el hoyo de la tierra el barbero de Midas (107-121).
Adulaciones continuas, exclamaciones vacuas, de aplicación universal, y eso en la poesía y en el foro, desprecio de la antigua reciedumbre poética, del verso tal vez duro; afectación grecizante... (ansia de ser señalado, alabado en vida, dejando inmerecida fama, inútil para las cenizas (13-42; 48-53; 58-86; 91-106: 126-134).
Insinceridad: ya insinuada o expresa en algunos de los versos citados.
Por su parte expresa positivamente –amén de las censuras ya copiadas– la sinceridad:
Uerum nec nocte paratum
plorabit qui me uolet incuruasse querella (90-91)26.
También el deseo de la fama, pero genuina, legítima:
Non ego, quum scribo, si forte quid aptius exit,
quando haec rara auis est, si quid tamen aptius exit,
laudari metuam; neque enim mihi cornea fibra est (45-8)27.
SÁTIRA II
La visión del hombre: Casi todo en el aspecto religioso. Las relaciones con los dioses están impregnadas de superstición y de hipocresía.
Los deseos son meramente naturales, fantasiosos (35-38; 10-12) o positivamente malos (10-12) (de los primeros también: 41,44-45); están impregnados de ambición, de avaricia, el oro, el lujo ha sustituído las austeras costumbres antiguas (v-gr- 59-66). Se ruega a los dioses que favorezcan los deseos de salud y se vive de manera insana, entregado a comilonas (41-3). Se hacen en secreto peticiones perversas, se quiere comprar el favor divino, con ofrendas suntuosas, y se ha introducido en los templos la humana vanidad, y esto es lo más grave de todo:
Peccat et haec, peccat, uitio tamen utitur, at uos
dicite, pontifices, in sancto quid facit aurum? (68-69)28.
Lo que desean los dioses es un corazón puro, manifestado en sobrios sacrificios, y en una vida conforme a las súplicas elevadas paladinamente, sin impurezas de hipocresía, no caros dones ni prácticas supersticiosas:
Quin damus id superis, de magna quos dare lance
non possit magni Messalae lippa propago?
compositum ius fasque animo sanctosque recessus
mentis et incoctum generoso pectus honesto,
haec cedo ut admoueam templis et farre litabo (71-75)29.
Sólo una posible alusión al desenfreno sexual: lippa propago (72).
SÁTIRA III
La visión del hombre: Vive una vida de locura; éste sería el juicio del mismo Orestes enloquecido. Borracheras, sueños prolongados, envidia de las despensas mejor abastadas, miedo de la enfermedad, terror de la muerte, odio de quien anuncia la verdad de la cercanía del peligro... Un dejarse llevar de las circunstancias... Esta es la visión expuesta en la sátira, con vivaz estilo dialogístico, muy digno de pausado estudio. Incapacidad intelectual.
Los pensamientos del autor: Palmaria la condenación de todo lo anterior. Este joven, que ronca hasta entrado el día, durmiendo la borrachera nocturna, y que entona una serenata de pretextos, para eludir la faena intelectual, es realmente un crío, que merece la papilla y la nana. Nada valen la vanidad de la estirpe, el saludo amical al censor; chatarra son las condecoraciones, dignas del vulgo ignorante; del hombre que nada sabe, que ignora lo que pierde, y, sumergido, no es capaz de remontarse a la superficie de las aguas. Pero éste es inculpable. Mas el muchacho aleccionado...
El mayor castigo del vicioso será el remordimiento: más exactamente el pesar, que ha de dominarle al contemplar la virtud abandonada (35-38); y la culpa inconfesada que le roe, aun en compañía de la propia esposa, desconocedora del pecado (41-2).
Hay que tener un proyecto vital, no vivir arrastrado por la fuerza del momento, por la circunstancia. Hay que salir al paso a la enfermedad que nos