Ecos del misterio. José Rivera Ramírez
resume así: “la pintura comenzó con figuras planas, esquemáticas, en las que, poco a poco, se iban indicando los músculos y los pliegues. Con Parrasio se comenzó a dominar el relieve, primero del contorno mismo, luego en su contraposición con el fondo. Apeles y Nicias lograban crear la ilusión de los miembros reales, y de personajes que se movían en la misma esfera de la realidad que el espectador”.
La crítica de arte alcanza una sutileza imposible, sin una teoría estética muy bien establecida, aunque implícita.
Aunque no voy anotando los mínimos detalles, si es importante advertir cómo todos –incluído Aristóteles– al referirse a los estilos, en los aspectos más externos, reprueban una constitución en puros períodos. Demetrio de Falerón, que, aunque posterior, representa bien las teorías helenistas de los tiempos que analizo, afirma que oír hablar en períodos ininterrumpidos, marea.
Antipatía a lo híbrido, en cualquiera de sus formas. Valoración del autodominio: el poderío resulta de la fuerza reprimida. Lo cual parece indudable: una fuerza que se reprime a sí misma es la realización de la fuerza en sí. En cuanto a la observación sobre lo híbrido, merecería consideración especial: el gracioso en el teatro clásico... que a mí me hace tanta gracia.
La estética del estoicismo. Así como Platón tiene a Dios como artista, y para Aristóteles el único artista es el hombre, para los estoicos el primer artista es la naturaleza. Partiendo de sus supuestos filosóficos: la consciencia del fuego, y su intervención creadora de formas, según reglas inmanentes racionales y conformes al fin, el artista es el fuego. Y toda forma viviente, todo organismo una obra de arte, muy superior a las construídas por el hombre. La belleza tiene carácter dinámico: resulta de una tensión entre fuerzas opuestas. Formada por el fuego, en el hombre por el corazón y la razón que en él vive, es fruto del ritmo de los movimientos, de los humores... y en el alma del equilibrio de las tensiones, de las tendencias. En tercer lugar, la belleza es la correspondencia de las formas con el todo –que es lo más hermoso– y entre sí. Correspondencia de lo estático - simpatía de lo dinámico. Por eso, cada forma es el análogon de otros seres, signo de otra, u otras varias formas, lo que da una ordenación jerárquica al universo. Y cuando el alma se relaja de su ligazón al cuerpo es capaz de percibir algunas de estas significaciones. “La inspiración poética es una forma de esta inmanencia ardiente del alma divina, en el alma humana”.
El arte tiene un finalismo universal: la belleza de lo útil. El fundamento de toda belleza es la producción del ser, y luego el mantenimiento de la vida. Pero sobre esta base, la naturaleza persigue, incluso, el lujo de lo superfluo.
Subjetivamente cada ser tiene su misión, y la del hombre, por encima de cualquier otro ser, es la de contemplar e imitar el cosmos en su actividad artística. El hombre es la obra de arte más sublime. Y como artista reproduce la obra de la naturaleza, con sus dos objetivos: lo útil y lo meramente bello. Hay relación entre la belleza corporal y anímica. La primera se conecta con la salud, y se determina por el tamaño y forma oportunos de los miembros, junto con la suavidad del color. La belleza del alma está en la homología, la armonía interna, que produce acorde perfecto entre pensamientos y aspiraciones, por una parte, y las prescripciones racionales de la inteligencia por otra. La causa de la desarmonía está en la desproporción, la exageración de algún aspecto.
El cuerpo hermoso es una obra de arte en que se manifiesta el alma formadora, y el alma es bella, y producida por la inteligencia formadora.
La virtud es arte, y sólo el sabio merece el nombre de artista. Dan más importancia al arte ejecutor que al creador. El artista es el logos que mueve al sabio.
Teóricamente, siendo lo mismo logos y pneuma, debería haber correspondencia infalible, entre la belleza de alma y cuerpo - forma y materia; pero, de hecho, no es así. Expresamente recalcan la superioridad de la belleza de alma.
La virtud es la belleza auténtica, y la física está entre lo indiferente. Se identifica, según el tema griego normal, lo bello y lo bueno. Y la hermosura es felicidad para quien la posee, y placer para quien la contempla.
Yo pienso que en la realidad, objetivamente, hay mucha más correspondencia, de lo que se suele pensar, entre la belleza moral y la física. Aunque ciertamente no total. Lo que sucede es que, ante todo, bajo el imperio del instinto sexual, se ha acostumbrado el hombre a considerar bello lo corporal, en la medida que es apetecible sexualmente, o al menos que se asemeja todavía –o ya– a lo apetecible sexualmente. Pero la belleza perfecta no existe, y en cuanto a la relativa, contiene muchos aspectos. La belleza de un niño es muchas veces superior a la de una joven, y ésa es todavía apreciada, porque parece prometer, para en adelante, la hermosura apetecible; pero la belleza de un anciano, que consiste sobre todo en cierta serenidad, en cierta calma, y otras cualidades semejantes, consecuentes a virtudes morales, no se suele apreciar, porque en el orden sexual no queda nada atractivo...
En cuanto a mi poca simpatía por la juventud, creo que nace de que apenas hay tal juventud, sino que los jóvenes son, de ordinario –e inculpablemente en parte– adolescentes retrasados; se han quedado en la adolescencia, en esa postura inconforme, protestona, que tan mal sienta a todo el mundo, y que es característica del adolescente.
Panecio contempla al hombre, desde el punto de vista estético: difiere de las bestias en su capacidad de apreciar y sentir la belleza.
Contemplamos y realizamos la belleza más sublime, en la armonía de la conducta de la vida.
Distinción de kalon y prepon: el primero, es todo cuanto está en la línea elevada del hombre; el segundo expresa, en lo conveniente, una medida o simetría especial con el aspecto externo, de una liberalidad no forzada y espléndida.
El decoro moral irradia cuando interpretamos, libre y perfectamente, el papel que el ideal del hombre, del “ser hombre”, nos impone, no sólo en nuestros actos, sino también en nuestras convicciones más íntimas; no sólo en nuestras decisiones, sino también en todos los detalles del comportamiento exterior. Como la belleza corporal debe mostrar la salud, así la belleza moral debe ser manifestación de la virtud.
El papel de la vida tiene hasta cuatro aspectos (naturaleza humana - persona particular - determinaciones circunstanciales independientes de nuestra voluntad - profesión aceptada); somos perfectamente bellos, cuando realizamos perfectamente los cuatro aspectos.
La belleza es algo objetivo, seguiría siendo, aunque nadie la conociese ni alabase.
Con la distinción del bien útil y honesto, Panecio se explica sobre la belleza. Y dice de ella, lo que se había dicho del bien. De modo que la belleza es lo laudable, lo deseable, lo grato, lo conmovedor...
Y estoy muy de acuerdo con Panecio...
Posidonio es, acaso, autor de algunas de las ideas atribuídas a Panecio. No es clara la distinción entre ambos. En todo caso, siguiendo a mi autor, anoto la división de las artes en cuatro grupos: las que proveen a las necesidades - las que proveen al mero placer - las que enjuician esto mismo: las artes liberales - las facultades morales.
La conciencia estética de los sentidos se basa en la adecuación y simpatía entre el objeto y el sujeto. La finalidad suprema del arte es el arte de vivir, de ser feliz y realizar la belleza en el comportamiento.
A los estoicos, el arte de la palabra les parece el supremo, porque la palabra es la expresión más directa del logos. El arte de las formas racionales o lógicas del pensar es la lógica: y consta de dialéctica y retórica (mano abierta y cerrada de Zenón). La retórica se emparenta con la dialéctica y, a la vez, por otros aspectos, con la música, danza, etc. Pero, para el sabio, el ideal es una retórica muy cercana a la dialéctica. Son en gran parte rigoristas: “elocuencia es, en primer lugar, el uso espontáneo de la palabra adecuada para designar a cada objeto”.
Al mismo tiempo, algunos por lo menos, utilizan la poesía (comparación de la trompeta: Cleantes).
Para Aristón de Quíos, el Calvo, la primera finalidad de los poetas es pedagógica y ética; esto se logra por la explicación del contenido; pero intrínseca es también la belleza de la forma, que emana, no sólo