El ministerio médico. Elena G. de White

El ministerio médico - Elena G. de White


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de preservar su dignidad, sino que por un espíritu servicial y cuidadoso conquistarán una reputación de esmero y exactitud, y por un ministerio lleno de simpatía ganarán el corazón de cada persona a quien sirvan.

      En la profesión médica hay muchos escépticos y ateos que exaltan las obras de Dios por encima del Dios de la ciencia. Son comparativamente pocos los que ingresan en las facultades de Medicina del mundo y salen puros y sin mancha. No se elevaron, ni ennoblecieron, ni santificaron. Las cosas materiales eclipsaron las celestiales y eternas. Muchos mezclan la fe y los principios religiosos con las costumbres y prácticas del mundo, y escasea la religión pura y sin mancha. Pero cada estudiante puede ingresar en la facultad con la misma firmeza y resolución con que Daniel ingresó en la corte de Babilonia [Dan. 1:8], y mantenerse íntegro durante toda su carrera.

       La victoria

      La fuerza y la gracia de Dios han sido provistas al costo de un sacrificio infinito, para que los hombres puedan vencer las sugerencias y tentaciones de Satanás, y salir sin contaminación. La vida, las obras y el comportamiento son el argumento más poderoso y solemne para los negligentes, irreverentes y escépticos. Sean la vida y el carácter un enérgico argumento en favor del cristianismo; entonces, los demás se verán obligados a reconocer que uno ha estado con Jesús y ha aprendido de él [Hech. 4:13].

      No se dejen engañar los estudiantes de Medicina por las trampas del diablo ni por ninguno de sus pretextos arteros que tantos adoptan para engañar y entrampar. Manténganse firmes y fieles a los principios. Pregunten a cada paso: “¿Qué dice el Señor?” Digan firmemente: “Seguiré la luz. Honraré y respetaré la Majestad de la verdad”.

      Especialmente los que estudian Medicina en las universidades del mundo deben protegerse contra la contaminación de las malas influencias que los rodean constantemente. Cuando sus instructores son hombres sabios según el mundo, y sus condiscípulos son incrédulos que no piensan seriamente en Dios, hasta los cristianos experimentados corren el riesgo de verse afectados por la influencia de su trato con los irreligiosos. Sin embargo, algunos han seguido la carrera de Medicina y han permanecido fieles a los buenos principios. No quebrantaron el sábado por causa de sus estudios; y demostraron que los hombres pueden prepararse para los deberes de médico sin chasquear las expectativas de quienes los estimularon a completar su educación.

       El bienestar de los pacientes

      Al preparar obreros que cuiden de los enfermos, incúlquese en el estudiante el pensamiento de que su objeto más elevado debe ser siempre atender el bienestar espiritual de sus pacientes. Debe aprender a repetir las promesas de la Palabra de Dios y ofrecer diariamente oraciones fervientes, mientras se está preparando para servir. Ayúdesele a comprender que debe recordar siempre a sus pacientes la influencia suavizadora y santificadora del gran Médico misionero. Si pueden hacer que los dolientes comprendan que Cristo es su Salvador compasivo y lleno de simpatía, esos enfermos obtendrán el descanso mental indispensable para recobrar la salud.

       La educación preparatoria

      Debido a las tentaciones peculiares que nuestros jóvenes afrontan en las facultades de Medicina del mundo, se debería hacer provisión para impartir preparación médica en nuestras propias instituciones, con profesores cristianos. Nuestras escuelas mayores de las diferentes uniones, deben colocarse en la posición más favorable para capacitar a nuestros jóvenes a fin de que satisfagan los requerimientos de ingreso que exigen las leyes del Estado para los que quieren estudiar Medicina. Deben obtenerse los profesores de más talento, para que nuestras escuelas se pongan a la altura debida. Los jóvenes y los de más edad que deseen prepararse para un trabajo que requiera ciertos exámenes legales, deben poder obtener en los colegios de nuestras uniones todo lo que sea esencial para entrar en una Facultad de Medicina.

      La oración realizará maravillas para los que se dediquen a ella con vigilancia [Efe. 6:18]. Dios desea que todos estemos en condiciones de aguardar y esperar con esperanza. Él hará lo que ha prometido; y por cuanto hay requerimientos legales de que los estudiantes de Medicina estudien ciertas materias preparatorias, nuestros colegios deben ponerse en condiciones de dar a sus estudiantes la preparación literaria y científica necesaria.

      Y no sólo deben nuestras escuelas superiores dar esta instrucción a los que piensan seguir la carrera de Medicina, sino que deben hacer también todo lo que es esencial para el perfeccionamiento de los estudios ofrecidos por nuestro Colegio de Médicos Evangelistas de Loma Linda. Como se hizo notar al fundarse esta escuela, debemos proveer lo esencial para nuestros jóvenes que desean ser médicos, a fin de que puedan prepararse inteligentemente y pasar los exámenes requeridos para probar su eficiencia como médicos. Se les debe enseñar a tratar comprensivamente los casos de enfermedad, a fin de que no pueda ningún médico sensato imaginar que en nuestra escuela privamos a los jóvenes de la instrucción necesaria para habilitarlos debidamente para ejercer la medicina. Los jóvenes que se han diplomado deben progresar continuamente en conocimiento, porque la práctica perfecciona.

       Importancia del estudio de la Biblia

      Si los estudiantes de Medicina quieren estudiar la Palabra de Dios diligentemente, estarán mucho mejor preparados para comprender sus otros estudios; porque siempre se obtiene iluminación de un fervoroso estudio de la Biblia. Ninguna otra cosa les ayudará tanto como el estudio de las Escrituras para adquirir una memoria retentiva. Comprendan nuestros obreros misioneros médicos que mientras mejor conozcan a Dios y a Cristo, y cuanto más se familiaricen con la historia bíblica, tanto mejor preparados estarán para hacer su obra.

       Clases de Biblia

      Profesores fieles deben encargarse de las clases bíblicas; profesores que se esfuercen por hacer comprender sus lecciones a los estudiantes, no porque les expliquen todo, sino porque les exijan que expliquen claramente cada pasaje que lean. Recuerden estos profesores que poco bien se logra recorriendo superficialmente la Palabra. Para comprenderla se necesita investigación reflexiva y estudio fervoroso y asiduo.

      Cristo, el gran Médico misionero, vino a este mundo haciendo un sacrificio infinito, a fin de enseñar a hombres y mujeres las lecciones que habilitan para conocer correctamente a Dios. Él vivió una vida perfecta, dando un ejemplo que todos pueden seguir con seguridad. Estudien nuestros alumnos de Medicina las lecciones que Cristo ha dado. Es esencial que las comprendan claramente. Sería un terrible error de su parte descuidar el estudio de la Palabra de Dios por un estudio de teorías equivocadas, que desvían las mentes de las palabras de Cristo a las falacias de la producción humana. Dios quiere que todos los que profesen ser médicos misioneros evangélicos aprendan diligentemente las lecciones del gran Maestro. Deben hacerlo si quieren hallar descanso y paz. Aprendiendo de Cristo, su corazón se llenará de la paz que sólo él puede dar.

      Hagan de la Biblia vuestra consejera. Vuestro conocimiento de ella crecerá rápidamente si mantienen su mente libre de la escoria del mundo. Cuanto más estudien la Biblia, más profundo será vuestro conocimiento de Dios. Las verdades de su Palabra quedarán escritas en vuestra alma y harán una impresión imborrable.

      Dios me ha estado presentando estas cosas durante muchos años. En nuestras escuelas destinadas a preparar médicos misioneros necesitamos hombres que tengan un conocimiento profundo de las Escrituras, hombres que puedan enseñar estas lecciones a otros con claridad y sencillez, como Cristo enseñó a sus discípulos lo que él consideraba más esencial.

      Y el conocimiento necesario será dado a todos los que vengan a Cristo, reciban y practiquen sus enseñanzas, haciendo de su Palabra una parte de su vida. El Espíritu Santo enseña al estudiante de las Escrituras a juzgar todas las cosas por la norma de la rectitud, la verdad y la justicia. La revelación divina le proporciona el conocimiento que necesita. Los que se colocan bajo la instrucción del gran Médico misionero, para ser colaboradores con él, tendrán un conocimiento que el mundo, con todas sus tradiciones, no puede suministrar.–CM 459-468.

       Desarrollo de la experiencia

       El crecimiento


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