Tríptico de los siete inviernos. Miguel Ángel Martínez López

Tríptico de los siete inviernos - Miguel Ángel Martínez López


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mis sueños.

      Me pongo la chaqueta y la armadura,

      ajusto bien su cuello, el yelmo y la visera.

      ¡Vamos a luchar, que espere el verso!

      Nadie sabe de esto. Ni imaginan.

      A luchar con ingresos y con gastos,

      beneficios, retornos, inversiones...

      Oculto tras la cota late el viento,

      la brisa entre los truenos

      silenciosa.

      Chocan las espadas, caen valientes,

      corta el aire el acero de mi mente.

      Mano de hierro, diestra en la batalla,

      somete objetivos,

      gráficos y cuentas,

      costes unitarios, rediseños.

      La misma mano, antes, con palabras,

      creadora de universos en mis sueños.

      Nadie sabrá de esto, es mi secreto.

      Viento escondido,

      arrastra corazones.

      Sólo verán corbatas y guarismos,

      espadas afiladas que empujan las razones.

      HAN DESPEDIDO A UN COMPAÑERO

      Han despedido a un compañero,

      una tarde fría antes del invierno,

      sin causa que sea razonable,

      no más que un apunte contable.

      Importó bien poco cuál era su edad, sus hijos,

      su esposa, su calamidad.

      Helados le hablamos, le dimos la mano,

      le oímos por dentro llorar,

      se oyó la tormenta presta a devorar su rota esperanza,

      le vimos marchar.

      En pleno silencio

      hablan los corderos del destino injusto

      que comparten juntos en el matadero.

      Han despedido a un compañero.

      Ha sido el primero,

      luego vendrán más, que se irán marchando

      por la triste puerta que el viento va helando.

      Y los que se queden en el frío pasillo

      vendrán comentando, haciendo corrillos.

      Vienen murmurando,

      hablan los corderos del destino injusto

      que comparten juntos en el matadero.

      REUNIÓN DE TRABAJO

      Hablamos de humo, de sombras, de reflejos,

      cuando el tiempo se agota y la vida agoniza.

      Los frívolos juegan a dioses y reyes. Ríen,

      olvidando su destino. Lloran,

      porque el sol les molesta.

      Cadáveres podridos se visten de traje y corbata,

      se reparten el futuro de una tumba,

      invierten en acciones del infierno

      y se frotan las manos.

      Se preocupan por el largo de las uñas

      cuando el cáncer avanza.

      El tiempo corre y se ríe.

      ¡Que Dios nos perdone!

      CANCIÓN DEL FINANCIERO

      ¡Cuidado, cuidado!

      Que viene el financiero.

      Yo veo mesas y sillas,

      él ve sólo dinero.

      ¡Cuidado, cuidado!

      Que viene la tijera.

      Nos visten de cochinos

      que San Martín se acerca.

      Dinero poderoso,

      por todos adorado,

      para tu sacrificio

      estamos preparados.

      ¡Peligro, peligro!

      Hay que ajustar los costes:

      Castigos al currante,

      lisonjas al preboste.

      ¡Peligro, peligro!

      Que viene el consultor.

      Es la gallina ciega,

      cerebro de extintor.

      Dinero poderoso,

      por todos adorado,

      para tu sacrificio

      estamos preparados.

      ¡Alarma, alarma!

      Los santos inocentes:

      Herodes financiero,

      quiere hablar con la gente.

      ¡Alarma, alarma!

      Estemos preparados.

      No entendemos por qué

      pero nos ha tocado.

      Dinero poderoso,

      por todos adorado,

      para tu sacrificio

      estamos preparados.

      LA CRISIS

      Aquí está la crisis con su mano invisible,

      te coge de las tripas

      y aprieta.

      Aquí está de visita el gélido despido,

      de visita, esperamos,

      algunos desesperan.

      Aquí vienen los nervios amargos

      que todo emborronan

      y confunden.

      Aquí pega la violencia del pánico,

      que a tantos transforma

      y envilece.

      Sapo de hiel, hachazo de amargura,

      precipicios de odio me amenazan.

      Aliento de Medusa (¡no la escuches!)

      susurra:

      “disfruta de esta caza,

      odia y serás libre”

      (¡no la mires!

      Tu corazón se helará como una piedra).

      Qué difícil caminar contra el viento huracanado.

      Qué difícil no rodar por la pendiente.

      Qué difícil decir no al odio.

      Aquí está la crisis con su negra mano,

      te tapa la boca

      y te asfixia.

      PREFIERO TU AMOR

      Un nuevo milagro cada primavera,

      aunque haya crisis, aunque la acción baje,

      aunque el futuro sea oscuro,

      y cada día más duro.


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