Érase mi alma. Giovanni Quessep
ganan días si el amor invade
la hermosura del ser. ¿Se pierde alma
en el otoño? Caen las hojas en
tus huesos, la ventana es ya leyenda.
No te perdona el tiempo, al borde casi
de la cascada toca a contrasueño
la piedra, el sol, lo que hace la belleza
celeste, la colina de la alondra.
¿Quién te conoce si eres de penumbra
sin fe? La soledad es tuya, cede
la tarde, y canta el mar de cobre y tierra.
El ser no es una fábula
El ser no es una fábula, este sol
que nos mueve en silencio incendia todo.
¿No somos inocentes? Cada sueño
tiene su duro encanto; aquí la lluvia
perdió sus hadas y su blanca sombra,
aquí, a la orilla en que Dios está solo
como destino, en la noche del viento.
Vuelan tardes y frutos, ruedan cuerpos
por la luz en declive, por el agua.
Apenas recordamos la caída
donde la muerte se llenó de pájaros
y alguien gritó que el cielo es imposible.
Pero nosotros no queremos dar
el salto, nos negamos a la dicha.
El ser no es una fábula, se vive
como se cuenta, al fin de las palabras.
Tu pura nada
Todo te pertenece en esperanza:
El canto de los pájaros, el nombre
de tu destino (oh pozo sin orillas,
piedra y silencio). ¿Dónde la memoria
de lo soñado, la secreta forma
de ser entre la muerte y las palabras?
Todo te pertenece, casi olvido,
blanca corriente que va de tus manos
al resplandor de la tarde o al mar
donde se dice tormenta, imposible.
Eres la soledad, tu pura nada,
tu ausencia de unos pasos en la tierra.
Nunca los sueños, nunca el paraíso:
Todo te pertenece, en sombra y agua.
Con dura transparencia
Cada esperanza tiene su memoria,
su sol de hierro, su llanto de exilio;
cada esperanza cruza por la muerte
como a través de un túnel desolado;
cada esperanza lucha por nosotros,
nos declara inocentes, nos asombra
de soledad, y en medio de la lluvia
desanuda su ciego laberinto;
cada esperanza llega hasta el poema
que recuerda los trenes y los pájaros;
cada esperanza es un tiempo que dura
soñando, por la tierra inhabitable;
cada esperanza llama por su nombre
las noches y los días, el ser puro
de culpa como un fruto, el hueso insomne
donde el mar confabula, el mar a solas;
cada esperanza cruza por la muerte
con dura transparencia y dura sombra.
Canción para el final
Perdónenos, pero nosotros nunca
sabremos qué decir ni qué cantar.
Tal vez digamos: el mundo es hermoso,
la soledad nos deja menos sueños
y hace claros en tiempo como el agua.
Es todo. ¿Y si decimos que la muerte
responde al paraíso, si cantamos
que vivir es un vuelo de amor, puro,
y no resulta? ¿Y si nada resulta?
Perdónenos, pero nosotros dimos
al polvo nuestros nombres: su caída
nos ilumina y nos quema por dentro.
¿Somos? ¿Pertenecemos al olvido?
¿Hay dureza en los huesos y los días?
Entregamos la paz, la estrella, el aire
a cambio de esta nada repentina.
De Duración y leyenda (1972)
Parábola del siglo viii
Cuenta Li Po desde su exilio en la ciudad de Yehlang
Que en el palacio imperial de Uu
La estatua en piedra del guerrero vela las armas
La lanza todavía presiente una penumbra de dragón
La espada reinicia sin cesar un vuelo de gerifalte
Al lado de las armas está escrita la historia del guerrero
Sus sacrificios en la edad heroica al servicio de la dinastía
También cuenta Li Po que todo esto no recuerda ni conmemora
Sino al otro al que atraparon vivo en la batalla
Y por orden del emperador arrojaron a la ignominia y al fuego
A la muchacha muerta junto a los durazneros en flor y la luna
Al que no necesita de la piedra o el bronce para durar
Porque sus huesos duran como las aguas del Lu
A aquel que reposa en el bosque vedado
Y nunca será polvo entre los pinos
Para grabar a la entrada del jardín destruido
Todo esto fue la alondra
Y hoy es polvo
Todo ausencia del laurel y la rosa
Pero si descendieras
Hasta el color o el vuelo
Verías crecer la luna
Las nubes que son otra
De las formas del tiempo
Paraíso perdido para el poeta
Nadie puede cantar
Esa es la tarde
Esa la luna
Que nos pertenece
Decimos la palabra
Y hay un tiempo
Como el olvido
Y una historia trunca
(Torna rosa mortal)
¿Es nuestro el canto
Durable en su leyenda?
Nadie puede
Merecer esa tarde
O esa luna
Poema para recordar a Alicia en el espejo
Aquí lo legendario