Antropología de la integración. Antonio Malo Pé

Antropología de la integración - Antonio Malo Pé


Скачать книгу
nos cuenta el apólogo hindú de los ciegos y el elefante[6].

      La pregunta acerca del sentido de la vida humana, típica de la antropología filosófica, la distingue también de las demás disciplinas filosóficas. En efecto, aunque la antropología se ocupe de la persona humana desde el punto de vista de los primeros principios y las causas últimas, no se sirve sólo de la abstracción como método, pues la persona no puede ser estudiada únicamente como especie o universal, ya que no existe la persona, sino las personas: cada una de ellas es única e irrepetible. Por eso, la antropología confiere gran importancia al aspecto existencial. Además, puesto que el sujeto de la antropología filosófica (el antropólogo) es también una persona, para estudiar al hombre aprovecha el conocimiento que tiene de sí mismo como ser singular e irrepetible, así como las experiencias de las demás personas. Por último, la antropología filosófica, en tanto que trata el ser en relación, investiga la circularidad entre integración y relaciones interpersonales, en busca de las formas relacionales que perfeccionan a la persona hasta dar con aquella que es el fundamento de todas las demás.

      En resumen, la antropología filosófica, que estudia el logos o ley constitutiva de las personas y sus relaciones, se caracteriza por ser universalmente comprensible, basarse en datos científicos y experiencias humanas y, sobre todo, por poder aplicarse a cada existencia concreta. Debido a esa condición mixta de universalidad-singularidad y conocimiento-existencia, la antropología está ligada a las ciencias experimentales mediante una relación bilateral, pues, por una parte, se constituye como una síntesis de saberes o, mejor, como un saber sintético; en efecto, al tener en cuenta los resultados de la ciencia, la antropología profundiza en ellos desde el punto filosófico, corrigiendo o reformulando a menudo algunas de sus tesis; por otra, la antropología ofrece al científico el frame o marco teórico en donde situar las preguntas últimas que son fuente de significado para su vida y actividad y, por consiguiente, para la elaboración misma de la ciencia, la técnica, la economía y la política como praxis personales.

      Basta echar una ojeada a los diferentes manuales de antropología, para notar que en ellos se emplean muchos métodos diversos. De todas formas, los más recurrentes son cinco: el método histórico, sistemático, analitíco, sintético y sistémico.

      1) El método histórico consiste en entresacar de las diferentes escuelas filosóficas y los pensadores más importantes una serie de análisis, explicaciones e interpretaciones acerca de qué o quién es el hombre. Además de contar con las mismas dificultades hermenéuticas de las disciplinas históricas, este método debe enfrentarse con un nuevo problema: la relativa novedad de la antropología. De ahí, la importancia de elegir bien a los autores que se van a estudiar, evitando el error de considerar como “antropólogos” aquellos pensadores cuya visión del hombre se basa en otras disciplinas filosóficas, como la hermenéutica, la filosofía del lenguaje o la teoría del conocimiento.

      2) El método sistemático consiste tanto en adherirse a un determinado sistema filosófico: la filosofía de Platón, Aristóteles, santo Tomás de Aquino, Descartes o Kant, Scheler, Plessner, Gehlen, etc., como en introducir en él algunas modificaciones, hasta llegar a crear a veces un nuevo sistema. Dentro del método sistemático pueden distinguirse dos direcciones fundamentales: la ontológica clásica y la fenomenológica. La ontológica clásica, o metafísica, estudia a la persona con las mismas categorías que se aplican a los demás entes; lo que tiene la ventaja de poder extraer directamente algunas conclusiones fundamentales, por ejemplo, el hecho de que la persona tiene una naturaleza que es a la vez animal y racional. Los seguidores de este método, sin embargo, a menudo no tienen en cuenta los datos de las ciencias, ni los problemas planteados recientemente por las neurociencias. Por eso, la ontología clásica, aplicada al estudio del hombre, requiere un replanteamiento de algunos temas que son difíciles de interpretar con las categorías clásicas de sustancia y accidente, como la consideración de la libertad humana y las relaciones que de ella surgen. De ahí, la necesidad de buscar una ontología que, lejos de limitarse a considerar las realidades humanas a partir de categorías comunes con otros seres, se sirva de categorías específicas propias, como la de relación (la persona como ser en relación). Por otro lado, si bien la línea fenomenológica permite captar y analizar la riqueza y variedad de las experiencias personales, es decir, el ámbito tendencial, afectivo y de los actos intencionales, no siempre alcanza el fundamento, por lo que con frecuencia se mantiene en un nivel puramente analítico y descriptivo de las notas esenciales de los diferentes fenómenos humanos.

      3) El método analítico es similar al que emplean las disciplinas científicas. Para ello, se descompone a la persona en los elementos que la constituyen: órganos, facultades, actos, etc. Con este modo de proceder, se corre el riesgo de perder de vista la unidad de la persona, pues al desmembrarla en una diversidad de partes desaparece la relación interna que las conecta. Un ejemplo de este método, con todas las ventajas y desventajas del caso, es la llamada psicología de las facultades.

      5) El método sistémico, que no debe confundirse con el sistemático. A diferencia de este último, el método sistémico se ocupa de examinar como los diferentes elementos estudiados por la antropología se hallan unidos real y no solo conceptualmente, de modo que resulta imposible separarlos. Por ejemplo, el bipedismo del ser humano, la forma de sus manos, el uso de herramientas y el lenguaje constituyen un plexo o totalidad indivisible; o, a un nivel estructural más profundo, los accidentes metafísicos (tiempo, espacio, acción, pasión, relaciones, etc.) forman parte de otro plexo, que constituye la identidad personal; en efecto, somos de una determinada época, naturales de cierto país, hemos sufrido o realizado determinadas cosas y, sobre todo, somos hijos, pertenecemos a una familia, etc. En la persona encontramos así una serie de plexos, cuyas propiedades no pueden reducirse a la suma de sus elementos; por ejemplo, el significado del martillo no puede limitarse al instrumento así denominado, sino que está abierto al plexo del conjunto de herramientas y objetos (clavos, cuadro, pared, etc.) que pueden usarse. En el carácter sistémico hay, por tanto, novedad: el todo contiene más que la suma de las partes y sistemas; lo que implica que la unidad inicial de la personal puede crecer, no ya cuantitativa, sino sistémica o cualitativamente. Y, puesto que en la persona hay una completa conexión entre los diversos elementos sistémicos, se descubre que en ella hay una unidad más profunda que la existente en los demás seres vivos, incluso los mamíferos más evolucionados. De ahí que, por lo menos como hipótesis, pueda plantearse la existencia en la persona de un principio espiritual.

      Por eso, la perspectiva adoptada en este libro es de naturaleza sistémica. Cada elemento, fenómeno y característica será estudiado de acuerdo con el papel que desempeña en el perfeccionamiento de la persona, es decir, en el crecimiento de su unidad o integración. El carácter sistémico de la antropología deriva del hecho de que la persona humana es un sistema abierto que tiende a la perfección, sin lograr nunca alcanzarla; no es, por tanto, un sistema inercial físico, ni tan siquiera homeostático, en el que lo que cuenta es conseguir el equilibrio, como en la asimilación de las sustancias necesarias para la vida, sino que se trata más bien de un sistema personal, es decir, de un llegar a ser uno mismo de modo consciente y libre. El concepto de integración tiene, por eso, en antropología una importancia decisiva. La persona humana admite la integración en el mayor grado posible, ya que su relación con la realidad no consiste en adaptarse a ella, sino en transformarla, para orientarla hacia el perfeccionamiento personal, de la sociedad y el mundo. El mundo humano y la sociedad son también sistemas abiertos: es posible mejorarlos o empeorarlos, hasta casi destruirlos. En definitiva, el éxito de los seres humanos y sus instituciones no hay que darlo por descontado, ya que depende del crecimiento libre de las


Скачать книгу