Soberbia. Leticia Flores Farfán
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Soberbia
Historia de los afectos
COLECCIÓN
MIRADAS EN LA OSCURIDAD
DIRECCIÓN GENERAL DE PUBLICACIONES Y FOMENTO EDITORIAL
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS
Soberbia
Historia de los afectos
Ensayos de cine y filosofía
Armando Casas, Leticia Flores Farfán
(coordinadores)
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
MÉXICO, 2019
Contenido
Los tres García o de cuando la soberbia no fue un (meta)pecado
El demonio de la soberbia: turbias fantasías de un corazón atribulado
Jan Švankmajer. Crítico de la soberbia cultural y política
Assholes and Tragic Heroes: Vanity Made of Mirrors, Silicon Kings Made of Glass
Ciudadano Kane: un retrato de la soberbia
La “información” del ser social y la positividad mediática de la soberbia en Ciudadano Caín1
Del otro lado del ruidoso amor, la desmesura del afecto
Prólogo
Se ha dicho que la soberbia es el pecado que reina no sólo entre los pecados capitales, sino entre todos los pecados; pero esto, en lugar de facilitar las reflexiones que se podrán leer a continuación, ha constituido un reto que los autores de este libro han tenido que enfrentar por la complejidad que supone semejante primacía. Por un lado, porque se trata de un pecado germinal, de un pecado que produce o genera otros pecados; pero por otro lado, porque se trata de un pecado que está presente en todo acto pecaminoso. Es semilla y fruto.
La dificultad de su estudio estriba en que, visto de esta manera, se trata de una pasión que desempeña la función de principio de todo pecado, pero que también tiene sus peculiaridades que lo diferencian claramente de cualquier otro y, en su despliegue material, de cualquier otra forma de pecar. Así que, más allá de su carácter germinal, la soberbia exige ser pensada desde las formas específicas de su emergencia y ello ha implicado pensarla en el fascinante entrecruzamiento de las tradiciones grecorromana y judeocristiana para salir al encuentro de sus diversas tramas y figuras, así como de sus diferentes dramaturgias y escenificaciones. Lo fascinante comienza con la puesta en juego de diversos vocabularios político-religiosos y sigue con la puesta en escena de las más variadas mitologías; luego hacen su aparición los vocabularios filosóficos y todo tipo de hermenéuticas; y nunca faltan las imágenes y los procesos imaginarios de los que se alimentan las más diversas poéticas. Así que verse obligado a pensar la soberbia desde la hybris y el destino trágico de héroes y titanes, así como desde la orgullosa rebeldía de ángeles caídos convertidos en demonios por su falta, es apenas el comienzo de una serie de procedimientos teóricos y metodológicos que facilitan poner en relación a la soberbia con la desmesura, el orgullo, la vanidad, la arrogancia o la simple presunción; lo mismo que con la elevación y la caída, la fama y la ruina, la desesperación y la euforia.
La soberbia surge, de acuerdo con estos diferentes imaginarios mítico-religiosos, de una violencia ejercida en contra de dioses amorosos, pero igualmente vengativos y justicieros. Y es por eso que hablar de la soberbia exige hablar de los más apasionantes dramas de la condición humana, especialmente porque la desobediencia de los soberbios se ha convertido en un principio de confrontación contra las leyes y los mandatos divinos, pero también en contra de los límites impuestos por la naturaleza y por las más diversas convenciones humanas. Así que se trata, a final de cuentas, de una pasión con irremediables implicaciones éticas y políticas, que lo mismo puede ser analizada como el ejercicio de los peores vicios que como la práctica cotidiana de las más excelentes virtudes. Buscar la excelencia humana puede ser la condición de posibilidad para explicar grandes y valiosos acontecimientos culturales, pero también para explicar los más impresionantes derrumbamientos.
Éste es el séptimo y último volumen de la colección universitaria Historia de los afectos. Ensayos de cine y filosofía, en el cual se reúnen los ensayos realizados por académicos que participan regularmente o como invitados en el seminario de investigación del proyecto “Cine y Filosofía II. Poéticas de la condición humana”, el cual pertenece al Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico (DGAPA) de la UNAM, y que ha sido registrado con la clave PAPIIT IN403916.
Entre los textos compilados en este volumen se pueden leer algunas reflexiones sobre la soberbia a partir de la literatura, el cine y la filosofía, incluso la televisión, y en todos los ensayos se enfoca el análisis del tema desde diferentes contextos históricos y culturales, pero, sobre todo, se asume el compromiso de pensar las formas contemporáneas de esta pasión. Algunas reflexiones se han tejido desde los clásicos de la cinematografía mundial y no ha faltado quienes prefirieron ocuparse del tema reflexionando específicamente sobre algunas joyas del cine mexicano.
Armando Casas
Gerardo de la Fuente Lora*
Los tres García o de cuando la soberbia
no fue un (meta)pecado
I
En español, “soberbia” es una palabra que forma parte del selecto grupo de vocablos que son antónimos de sí mismos. Una bella mujer, por ejemplo, puede ser soberbia en dos sentidos muy diferentes, magnífica y a la vez insoportable, desdeñosa, pagada de sí misma. Pero no sólo una mujer, una acción, una arquitectura, un gobernante, una vida, pueden ser descritos con la doblez del calificativo. Los antónimos de sí mismos son seguramente los significantes donde el sentido da la vuelta, los filos que dividen y unen los lados del abismo. En el derecho, por ejemplo, “deposición” significa a la vez hacer una presentación y rendirse. Cuando se trata de verbos, estos autoantónimos indican a la vez la acción y la pasión, el actuar y ser actuado, así “oler”, “alquilar” o “arrendar”. Dentro de este peculiar grupo de palabras, la soberbia se singulariza porque ella es el término que refiere, por un lado, al punto de límite y retorno de la moral y, por otro, al puente que comunica a lo ético con lo estético.
Si se tratase de un sistema algebraico, la soberbia sería quizá el operador por medio del cual se cambia el signo de una cifra, es decir, sería el equivalente de multiplicar por menos