Retrato de la Lozana Andaluza. Francisco Delicado
allá sobra la levadura.
Loz. Entrá vos y mirá si está ninguno allá dentro.
MAMOTRETO XIII.
Cómo entran en la estufa Rampin y la Lozana, y preguntan:
¿Está gente dentro, hermano?
Estufero. Andás aquí, andás; no hay más que dos.
Ramp. Veislas, aquí salen.
Loz. Caliente está por mi vida; tráeme agua fria, y presto salgamos de aquí.
Ramp. Tambien habia bragas para vos.
Loz. Poco sabeis, hermano; al hombre braga de hierro, á la mujer de carne; gana me viene de os azotar; tomá esta navaja, tornásela, que ya veo que vos no la teneis menester; vamos fuera, que me muero; dame mi camisa.
Ramp. Vení, vení, tomá una chambela, va tú, haz venir del vino, toma págalo, vén presto, ¿eres venido?
Est. Ecome que vengo. Señora, tomad, bebed, bebe más.
Loz. Bebe tú, que torrontes parece.
Ramp. Vamos fuera prestamente, que ya son pagados estos borrachos.
Est. Señora, das aquella mancha.
Loz. Si tú no me la has echado, no tenía yo mancha ninguna.
Ramp. No dice eso el beudo, sino que llama el aguinaldo mancha, que es usanza.
Loz. Pues dalde lo que se suele dar, que gran bellaco parece.
Ramp. Adio.
Est. Adio, caballeros de castillos.
Loz. ¿Por dó hemos de ir?
Ramp. Por acá, que aquí cerca está mi tia, veisla á la puerta.
Loz. ¿Y qué es aquello que compra? ¿son rábanos y negros son?
Ramp. No son sino romarachas, que son como rábanos, y dicen en esta tierra que quien come la romaracha y va en nagona, torna otra vez á Roma.
Loz. ¿Tan dulce cosa es?
Ramp. No sé, ansí dice el refran.
Tia. Camiñá, sobrino, préstame un cuatrin.
Ramp. De buena gana y un julio.
Tia. Norabuena vengais, reina mia, toda venis sudada y fresca como una rosa. ¿Qué buscais, sobrino? todo está aparejado, sino el vino; id por ello y vení, cenarémos, que vuestro tio está volviendo el asador.
Ramp. Pues, alcanzáme esa calabaza en que lo traiga, que en dos saltos vengo.
Tia. ¿Qué os parece, señora, deste mi sobrino, que ansí fué siempre servicial?
Loz. Señora, que querria que fuese venido mi marido, para que lo tomase y le hiciese bien.
Tia. ¡Ay señora mia! qué merced ganaréis, que son pobres.
Loz. No cureis, señora; mi marido les dará en qué ganen.
Tia. Por mi vida, y á mi marido tambien, que bien sabe de todo y es persona sabida, aunque todos le tienen por un asno, y es porque no es malicioso; y por su bondad no es él agora cambiador, que está esperando unas recetas y un estuche para ser médico, no se cura de honras demasiadas, que aquí se está ayudando á repulgar y echar caireles á lo que yo coso. ¿Venis, sobrino? asentáos aquí cabe mí, comed, señora.
Loz. Sí haré, que hambre tengo.
Tia. ¿Oislo? vení á sentáos junto á esa señora, que os tiene amor, y quiere que os asenteis cabe ella.
Viejo. Sí haré de buen grado.
Ramp. Paso, tio, ¡cuerpo de sant! que echais la mesa en tierra; alzá el brazo, mirá que derramaréis, ¡quién me lo dixo á mí que lo habíades de hacer!
Tia. Así, ansí veis caido el banco, y la señora se habrá hecho mal.
Loz. No he, sino que todo el vino me cayó encima; buen señal.
Tia. Id por más y veis lo hecho, pasáos aquí, que siempre haceis vuestras cosas pesadas; no cortés, que vuestro sobrino cortará, ¿veis? ¡ay! zape, zape, allá va, lo mejor se lleva el gato, ¿por qué no esperais? que parece que no habeis comido.
Viej. Dexáme hacer, y terné mejor aliento para beber.
Tia. ¿Venis, sobrino?
Ramp. Vengo por alguna cosa en que lo traiga.
Tia. ¿Y las dos garrafas?
Ramp. Caí y quebrélas.
Tia. Pues tomá este jarro.
Ramp. Éste es bueno, y si me dice algo el tabernero, dalle he con él.
Tia. Ansí se hace; señora mia yo me querria meter en un agujero y no ver esto cuando hay gente forastera en casa, mas vos, señora, habeis de mirar que esta casa es vuestra.
Loz. Más gana tengo de dormir que de otra cosa.
Tia. Sobrino, cená vosotros, en tanto que vo é la ayudo á desnudar.
Ramp. Señora, sí.
MAMOTRETO XIV.
Cómo torna su tia y demanda donde ha de dormir Rampin, y lo que pasaron la Lozana y su futuro criado en la cama.
Tia. Dime, sobrino, ¿has de dormir allí con ella? que no me ha dicho nada, y por mi vida que tiene lindo cuerpo.
Ramp. Pues ¿que si la viérades vos desnuda en la estufa?
Tia. Yo quisiera ser hombre, tan bien me ha parecido; ¡oh qué pierna de mujer! y el necio de su marido que la dexó venir sola á la tierra de cornualla, debe ser cualque babion, ó veramente que ella debe de ser buena de su cuerpo.
Ramp. Yo lo veré esta noche, que si puedo, tengo de pegar con sus bienes.
Tia. A otro que tú habria ella de menester, que le hallase mejor la bezmellerica y le hinchese la medida.
Ramp. Andá no habrés, que debaxo yace buen bebedor, como dicen.
Tia. Pue alla dexé el candil, va pasico que duerme, y cierra la puerta.
Ramp. Sí haré: buenas noches.
Tia. Va en buen hora.
Loz. ¡Ay hijo! ¿y aquí os echastes? pues dormí y cobijaos, que harta ropa hay; ¿qué haceis? mirá que tengo marido.
Ramp. Pues no está agora aquí para que nos vea.
Loz. Sí, mas sabello há.
Ramp. No hará, esté queda un poquito.
Loz. ¡Ay qué bonito! ¿y desos sois? por mi vida que me levante.
Ramp. No sea desa manera, sino por ver si soy capon me dexéis deciros dos palabras con el dinguilindon.
Loz. No haré, la verdad, te quiero decir que estoy vírgen.
Ramp. Andá señora, que no teneis vos ojo de estar vírgen; dexáme ahora hacer, que no parecerá que os toco.
Loz.