La agonía eterna de la zona de confort. Natasha

La agonía eterna de la zona de confort - Natasha


Скачать книгу
que debía recalcar en mi mente, así no me sorprendían con algo que no supiera. Yendo más atrás en el tiempo, mi mente exhibe el instante en el que él cambiaba mis pañales, y no era un bebé tranquilo, eso lo recuerdo bien, pero él me tenía toda la paciencia del mundo, aunque tomara el recipiente de talco y se lo lanzara en la cara, o moviese tanto las piernitas que no dejara atar los cordones de los pañales, los de tela, porque cuando yo nací aun no habían inventado la genialidad del pañal descartable, hiciere lo que hiciere él jamás mostraba enfado genuino, porque simplemente no le salía conmigo.

      Él, mi bello padre, hacía una parte de mi mundo hermoso, sabía que en él me podía caer, podía llorar, y siempre entendía mis problemas antes de pronunciar palabra alguna; en contrapuesto estaba mi madre, que bajo mi punto de vista, cegada de dolor, sentía siempre que su actuar hacia mi persona era lo bastante cruel y distinto al trato recibido por mis hermanos; saber el por qué de su manera de ser, es algo que me pregunté por años; será dolor, algo que le ocurrió antes de mi gestación o antes de mí nacimiento; vaya yo a saber qué fue, pero lo cierto es que su rechazo, su indiferencia y desinterés hacia mí, era muy notorio, hasta a veces doloroso de asumirlo. Y un hijo, y aún más una niña, busca que su mami la abrace, la peine, la mime, y la escuche en momentos que lo necesita; y eso es lo que yo buscaba en ella, hacía de todo para que me amara o me lo demostrara como a los demás. Por mucho que yo me esforzara en decirle lo que la amaba, y llorar a escondidas preguntándome desde muy pequeña, ¿por qué no me amas mami? Eso era a diario y quizá en vano, porque jamás supe el por qué, y siempre lo que hiciera yo terminaba en un disgusto inentendible para mí. Aun así yo siempre le escribía cartitas, carteles, trataba de hacer buenas acciones, más de las que hacía a diario, todo para que me diera un instante de ternura, de cariño y sentirme por un instante, importante para ella. En mi afán por entenderla, en ocasiones me pregunté si yo de bebé era mala, o siendo niña quizá había hecho algo que la dañara; y que su actitud hacia mí era solo consecuencia de ello, y yo misma en mi inocencia aceptaba ese supuesto, y así sintiéndome culpable vivía día a día. Y llegó el punto que quizá por todo eso, yo amaba estar en la escuela, no tenía amigos ni amigas porque siempre me sentí inferior, y no tenía la valentía de entablar una charla con nadie porque me avergonzaba de mi misma.

      Así, en mis tiempos de escuela yo era muy reservada, callada, temerosa, obediente y muy taciturna. En el primario, aún puedo ver esa pequeña triste, de ojos profundos, llenos de todo un universo de dolor, sola en el patio a la hora del recreo, arrastrando su espalda por toda la pared de ese lugar gigante, lo que terminaba con mi delantal que era blanco, de un tono amarillento, opaco, y lo hacía aún sabiendo que a mi madre eso la disgustaría mucho, pero esa pequeña igual lo hacía aunque esa no fuera su intención. La escuela fue siempre para mí un refugio, mí lugar en el mundo, tratando ya en el secundario, de caerles bien a todos, y no era tarea fácil ser o parecer quien no era para que me aceptaran. Era libre y aunque siempre me sentí menospreciada por casi todos mis compañeros, sabía que ahí nadie me dañaría tanto como yo sentía, lo hacían en mí casa. Los maestros y siendo más grandes, los profesores, me amaban, algunos de ellos sabía el motivo de mí soledad, otros lo presentían y me brindaban su apoyo en todo lo que emprendía.

      Estaba muy adiestrada, porque así era desde pequeña, a trabajar duro para ganarme el amor de la gente, casi que me acostumbré a rogarles amor y querer, a quien me rodeara, y eso me convirtió en una mentirosa compulsiva hacia mi persona, falsa conmigo, a no saber ya quién era en realidad, y así era porque con quien siempre lo había hecho, y con quien aprendí a mentirme, era con mi madre, con ella jamás supe que cara mostrarle porque ninguna de las que tenía, eran de su agrado. Aunque con mis superiores en la edad escolar, como ya les mencioné, ellos me adoraban, y eso me hacía sentir única, significante para alguien al menos. Lo triste es que jamás pude mostrar en ningún sitio, a mi verdadero yo, a la que se enoja, la que ríe, quien tiene sus gustos y sus muchas bellas cualidades; las cuales estuvieron escondidas por años por vergüenza y miedo al qué dirán.

      En fin, como ya lo había mencionado antes, mi vida se pasa ante mis ojos como diapositivas, cortos unidos, imágenes tan claras desde que era muy bebé, hasta la actualidad; puedo distinguir cada una de ellas, momentos insignificantes, gestos, abrazos a personas fugaces, tiempos de dolor e impotencia, días bellos; y todo eso me hace querer regresar el tiempo atrás, comenzar a andar todo de nuevo pero esta vez haciéndome respetar, valorando y queriendo a quien soy en verdad. Y es ahí, eso es justamente lo que me hizo hacer un click en mi vida. No existen los hubiera... así dice la frase muy conocida, y a partir de ella comenzó mi radical cambio de enfoque y perspectiva hacia la vida. Pero para lograr lo que hoy y en este momento vivo; he pasado por días nefastos, mucho dolor, ganas de morir o simplemente desaparecer sin dejar huellas; y estoy segura que no solo a mi me pasaron estas cosas que me enseñaron, me moldearon, y lo más significante, es que las agradezco porque sin todo eso, y sin las personas que estuvieron presentes, no hubiese sido hoy esta una maravillosa vida.

      Continúo en mis años de escuela, y sigo en esa época porque es en la parte de nuestras vidas en las que aprendemos a vernos, a sentir el crecimiento y el cambio corporal, psíquico y hormonal que tanto pesa en la adolescencia. Refiriendo a mi caso, en particular yo no experimente ese cambio en la escuela secundaria, porque era tan grande el desorden psicológico, hormonal, y el estrés que mi cuerpo soportaba, sumado a la gran actividad física que hacía, que no fue hasta los 17 años el momento de mi primera regla. Toda mi bulimia no aceptada y obvia que escondida a todos, mi anorexia nerviosa jamás tratada, habían desembocado en menopausia precoz. Creo, y puedo afirmarlo, que ya en ese punto caótico de mi vida, y mi ser lleno de dolor, asco y rencor, hicieron de mí a alguien que ya no quería escuchar más de mamá, toda mi visual, mis sentimientos, mis horas, mi mente, y todo de mi ser, la rechazaban; sentía una especie de repulsión hacia quien me había dado la vida, y a la vez me hacía sentir, que aborrecía mí existencia. Si de niña hubiese bajado el sol y la luna por hacer que me amara, pues ya en la adolescencia, hubiese apagado al sol y volteado a la luna para que no las tuviera; no hay palabras para describir el dolor que sentía, y lo expresaba con enojo, desobediencia a cosas simple; eso si les puedo decir que jamás le levante la voz, palabras de insulto no salían de mi para ella, aunque me mordiera la lengua para no decirlas, porque el respeto a los adultos siempre lo tuve.

      Конец ознакомительного фрагмента.

      Текст предоставлен ООО «ЛитРес».

      Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.

      Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.

/9j/4RYQRXhpZgAATU0AKgAAAAgABwESAAMAAAABAAEAAAEaAAUAAAABAAAAYgEbAAUAAAABAAAA agEoAAMAAAABAAIAAAExAAIAAAAdAAAAcgEyAAIAAAAUAAAAj4dpAAQAAAABAAAApAAAANAAD0JA AAAnEAAPQkAAACcQQWRvYmUgUGhvdG9zaG9wIENDIChXaW5kb3dzKQAyMDIwOjA0OjA3IDA5OjA2 OjU0AAAAA6ABAAMAAAAB//8AAKACAAQAAAABAAAH0KADAAQAAAABAAALuAAAAAAAAAAGAQMAAwAA AAEABgAAARoABQAAAAEAAAEeARsABQAAAAEAAAEmASgAAwAAAAEAAgAAAgEABAAAAAEAAAEuAgIA BAAAAAEAABTaAAAAAAAAAEgAAAABAAAASAAAAAH/2P/tAAxBZG9iZV9DTQAC/+4ADkFkb2JlAGSA AAAAAf/bAIQADAgICAkIDAkJDBELCgsRFQ8MDA8VGBMTFRMTGBEMDAwMDAwRDAwMDAwMDAwMDAwM DAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAENCwsNDg0QDg4QFA4ODhQUDg4ODhQRDAwMDAwREQwMDAwMDBEMDAwM DAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwMDAwM/8AAEQgAoABrAwEiAAIRAQMRAf/dAAQAB//EAT8AAAEF AQEBAQEBAAAAAAAAAAMAAQIEBQYHCAkKCwEAAQUBAQEBAQEAAAAAAAAAAQACAwQFBgcICQoLEAAB BAEDAgQCBQcGCAUDDDMBAAIRAwQhEjEFQVFhEyJxgTIGFJGhsUIjJBVSwWIzNHKC0UMHJZJT8OHx Y3M1FqKygyZEk1RkRcKjdDYX0lXiZfKzhMPTdePzRieUpIW0lcTU5PSltcXV5fVWZnaGlqa2xtbm 9jdHV2d3h5ent8fX5/cRAAICAQIEBAMEB

Скачать книгу