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Hace dos años me topé con unas columnas que, yo pensaba, se especializaban en relaciones interpersonales entre hombres y mujeres. Supuestamente estaban dirigidas a la mujer y, como yo había ojeado este tipo de escritos durante mucho tiempo, esperaba algo así como: “Sexo, dolor, y lágrimas” en un contexto tradicional. O en un intento por emular la tan conocida serie “Sexo en la ciudad”. Lo que encontré fueron unas columnas fascinantes, y a la vez escrupulosas, de muy buen gusto, mejor humor y aun mayor conocimiento, escritas por una joven psicoanalista fuertemente conectada con la cultura actual. En nuestro presente de un voraz cambio social, ella reconocía la necesidad de hablar sobre la realidad en un entorno que tiende a ocultarla.
Estas páginas que ahora te dispones a disfrutar no juzgan, no dan sentencia por errores cometidos; más bien son la perspectiva de una mujer que ha pasado por lo mismo, y a veces hasta ha encontrado su propia respuesta conociéndonos a nosotros. Esto la convierte en un Psicoterapeuta que no tiene miedo de mostrar cierta vulnerabilidad, su fuerte empatía con quien trata y, a la vez, su capacidad de apoyar el descubrimiento de un mejor camino. No lo ofrece fácilmente ya que no se trata de un libro de autoayuda fácil, ni de una lista de mantras que harán que todo mejore en un instan-te; tampoco es un catálogo de términos médicos inescrutables. Es simplemente una reafirmación de la posibilidad de soluciones y de otra manera de vivir la vida que te anima a que empieces a buscarla.
Ella se dirige tanto al equipo hombre-mujer como al individuo, a personas de ambos géneros y de cualquier edad. De una manera compasiva, directa y humana define las consecuencias de nuestros actos en este mundo loco en el que todo lo queremos rápido. Nos siembra la idea de que se puede vivir sanamente, de que es normal errar y que, por ello, nos llegamos a conocer cada vez más. Que la introspección no debe asustar, sino brindarnos una herramienta para sobrevivir a cualquier situación difícil y salir triunfantes (aunque adoloridos). Pone énfasis en la necesidad de vivir con ganas, como observadores que aspiran a algo real, y de primero encontrar esa felicidad que pensamos evasiva, para luego compartirla. Lo que leerás puede ser un espejo, un muro o una alerta, según el momento por el que estés pasando. Pero sobre todo, reconocerás algo de ti en alguna parte. Y eso despertará tu curiosidad, que es lo que nos mantiene en busca de la felicidad.
Maritere es una mujer de nuestros tiempos, una comunicadora innata que no tiene miedo de ponerse como ejemplo, que nos atrapa, ya sea con 140 caracteres, con un estatus en Facebook o con inteligentes, ágiles e ilustrativas descripciones de tres páginas. Admitiendo la existencia de la tradición, la importancia de todas las relaciones que forman nuestro comportamiento y la manera en que nos manejamos en nuestro entorno, ella reconoce tus fuerzas y vulnerabilidades porque son similares a las de ella. Ella vive la vida que vives tú, consciente de que la cultura pop no es una corriente sino una forma de vida mucho más profunda de lo que se le atribuye. Y lo comparte en tu propio lenguaje porque es una mujer de esta generación que le habla a todas las generaciones.
Teresita Mans
Actriz y columnista de En sus zapatos, Panamá
Todas, absolutamente todas las mujeres hemos crecido creyendo en cierta forma que el mundo está hecho de cuentos de hadas. Y, como parte de ese lindo cuento, nos enseñan que al llegar a grandes conoceremos a un príncipe (en este caso a un buen hombre) del que nos enamoraremos perdidamente y con quien formaremos una hermosa familia… y hasta ahí llega la historia.
Mientras vamos creciendo, nuestras fantasías comienzan a derrumbarse con la típica pregunta que muchas tenemos en mente: “¿Por qué a mí?”. Posiblemente vemos a nuestros padres, o a nuestros amigos, discutir y separarse. Pasan los años y vamos acumulando kilometraje emocional, del bueno y del malo, que no encaja con la fórmula tradicional que nos transmitieron de pequeñas: “Creces, te enamoras, tienes hijos, una familia feliz y ¡listo!”. Y bueno, sobre la marcha, nacen otros sueños: viajar y conocer el mundo, estudiar y llenarnos de cultura, tener nuestras propias ambiciones en todos los niveles, poder adquisitivo, amistades y un sinfín de experiencias. Ese es el momento en el que decimos: “¿Cuál tren? A mí no me deja, yo me bajo, prefiero recorrer mi vida de otra manera… a mi manera que es mucho más divertida”.
No quiero que se confundan. Este no es el típico libro que promete cómo conseguir a un hombre y retenerlo, porque la cruda realidad es que no existe tal cosa. Por más hermosa, inteligente y astuta que seas, por más tips y juegos mentales que apliques, no lo lograrás, por lo menos de la manera limpia que esperas: que se queden a tu lado por amor, y no por lástima o remordimiento.
En Una cita contigo misma no encontrarás estrategias de seducción ni juegos mentales, mucho menos manipulaciones emocionales, porque creo firmemente que todo lo que está hecho para ser controlado viene como un paquete con instrucciones o un control remoto. Y que yo sepa, ni el amor, ni la pasión, ni las personas venimos con tales cosas incluidas.
Este es un libro que promueve una buena calidad de vida, no importa cómo la decidas llevar: soltera o en pareja. Aquí se celebra el amor propio y el amor saludable en pareja. Y, sobre todo, la independencia chic que es, en pocas palabras, la que vive esa mujer que se siente tan irresistible que hasta le dan ganas de sacar una cita con ella misma, lo cual no es arrogancia sino simplemente gozar de su propia vida. ¿Saben qué es lo más lindo del caso? Que todos lo sienten (posiblemente lo sepan) ¡pero no se pueden resistir!
¡A disfrutarlo!
Maritere
El agua se purifica fluyendo; el hombre, avanzando. Sí, el mundo está lleno de sufrimiento… la raíz del sufrimiento es el apego… la supresión del sufrimiento significa la eliminación… el abandono de los apegos. Liberarse de los apegos es avanzar. Así de simple.
PROVERBIO HINDÚ
¡Yo me bajo!
“A mi amiga le pasó, pero a mí no me va a pasar, yo no voy a rogar por un poco de cariño”… Todas hemos escuchado decir esto a una amiga o conocida, o lo hemos dicho nosotras mismas ¡hasta que nos vimos en medio de una situación así! Mujeres que rogamos por un poco de amor, de afecto, de compañía, de contención. Pasamos de ser reinas a mendigas, a pedir gritando a los cuatro vientos, llorando por todos los rincones: “Por favor te pido que me ames, que me des tu amor, lo necesito”. Esta demanda excesiva de afecto, esta dependencia emocional y física, este apego al otro, este miedo a estar sola, a pensar que “sin él, no existo” (él es la razón de mi vida) es lo que los psicólogos y expertos en el tema llaman “apego emocional”. El otro pasa a ser nuestra energía, nuestra fuerza motora, nuestro respirar. Irracionalmente queremos estar con ese hombre y nada más.
Ahora bien, frente a este hecho deberíamos preguntarnos, como mujeres, qué nos pasó en el transcurso de la vida para experimentar esta falta de amor:
• ¿Un papá o una mamá que no nos validó, que no nos expresó su afecto y, por el contrario, sus palabras de desaprobación estaban a flor de piel cada vez que se comunicaban con nosotras?
• ¿Una estima que aún no sabe de todo lo que somos capaces las mujeres cuando confiamos en nosotras mismas?
• ¿La ausencia de un mentor, de una persona que haya visto nuestro potencial y nos haya ayudado a madurar y a crecer en la vida?
Ese fenómeno se llama “apego extremo” y viene del miedo a estar solo, de la percepción