Una cita contigo misma. Maritere Lee
costo demasiado alto; cuando en verdad la relación de pareja no debería ocupar el 100% de la autorrealización humana sino basarse en la decisión de amar al otro para que nos acompañe a vivir sueños y metas propios y ajenos.
Entonces, ¿cómo saber si sufres de apego extremo? Vemos algunas pistas:
1. Siempre estás disponible: la verdad es que él te encantó, la primera cita fue increíble, pero no te ha llamado en varios días, así que te preocupas y comienzas a cuestionarte. Hasta que de repente te chatea, ni siquiera te llama, te manda un texto preguntándote a las ocho de la noche de un viernes: “¿Qué vas a hacer más tarde?”, a lo que tú respondes: “¡Nada! ¿Quieres hacer algo?” (¡por favor rescátame de mi vida insignificante y aburrida, aquí estoy 100% disponible para ti cuando te pique la gana!).
2. No sabes poner límites: ante el punto uno, muchas pensarán: “Soy adulta y no estoy para andar en juegos, si me provoca salir con la persona en ese momento, lo hago y listo, sin complejos, no hay por qué pretender estar ocupado”. Si bien hay algo de cierto en eso, no se trata de jugar, se trata de saber poner los puntos sobres las íes. Simplemente, estás enseñándole a la nueva persona cómo te gustan las cosas, cómo esperas que te traten y qué tipo de prioridad quieres ser en su vida.
3. Eres una ‘crazyglue’1: es básico en la conducta humana percibir que lo que abunda no requiere de tanta atención y esfuerzo, mientras que lo que escasea se aprecia por lo alto. Esto también aplica en las relaciones, la persona desesperada siente que va a ser abandonada en cualquier momento y que no tendrá mucha oferta en el mercado del amor; por lo tanto, apegarse o ser un chicle con su objeto afectivo es una estrategia fallida. Digo fallida porque se vuelve una sobredosis, una sobreexposición pesada y asfixiante.
4. Te olvidas de tus seres queridos: ¡definitivo! La persona hambrienta por ser amada piensa: “Necesito una relación, nada ni nadie se interpondrá en mi camino… ni siquiera mi familia, ni amigos”. Así funciona la lógica de una mente desesperada, pone toda su vida a un lado para fusionarse lo más posible con la vida de esa persona (objeto de deseo) para hacerse uno solo.
5. Necesitas constante reafirmación: la persona que se siente insegura y desesperada, necesitará que su objeto de deseo le notifique constantemente en qué etapa o momento de la relación se encuentran, qué tan formales son, qué posibilidades tienen en el futuro, o si es amada. Las demostraciones de afecto y de cumplidos no son suficientes, se necesita más. Lo cual es lógico, ya que la persona desesperada ha sido la que ha presionado la relación todo el tiempo. Por lo tanto, la inseguridad siempre la carcomerá.
Y como dice el autor Walter Riso, conocedor por excelencia de estos temas, “retírate a tiempo”. Nuestra cultura no nos enseñó a perder. En el colegio nunca se premia al que pierde, no se nos enseña a tirar la toalla, a retirarnos antes de ser golpeados o abusados, de ser sometidos emocionalmente. Las personas que saben renunciar a tiempo logran para su futuro tres cosas importantes:
• En primer lugar, descargan el sistema de expectativas innecesarias.
• En segundo lugar, aprenden a perder, es decir, atacan los hechos y dejan de ilusionarse inútilmente.
• En tercer lugar, descubren que las consecuencias nunca son tan horribles como las imaginaban, lo cual disminuye la catastrofización. En resumen, aprenden a enfrentar el miedo al futuro y a detener un poco el péndulo mental. La renuncia implica salir del combate, pero no por la cobardía del desertor que traiciona, sino porque no vale la pena.2
“¿Cómo funciona el apego?… pues bien, el apego es una actitud que sobrestima las cualidades de un objeto o persona y después se aferra a ello. En otras palabras, proyectamos sobre las personas y los objetos cualidades que no poseen o exageramos las que poseen. El apego es una visión poco realista y por eso nos causa confusión. Si no se consigue el objeto del apego, origina infelicidad… y si se lo consigue, solo produce un instante de placer seguido de la preocupación y el temor a perderlo. ¿Podemos ganar la batalla contra los apegos? Desde luego que sí, renunciando a ellos. Cambiando nuestra programación”.3
¿Hasta cuándo depender del amor que el otro quiera o esté dispuesto a darnos y no el que nos merecemos?
El límite lo define tu integridad, tu dignidad, tu felicidad. El límite de lo aceptable se traspasa cuando tu vocación y tus anhelos pasan a un segundo plano, cuando la vida comienza a convertirse en algo tan predecible como inseguro, cuando el “ser para el otro” te impide el “ser para ti”. Si te pasaste de la raya y estás en el lado oscuro del amor, es probable que quieras regresar a lo que eras antes, a la tranquilidad de aquella soledad bien llevada. En una relación de pareja constructiva, lo que en verdad interesa es la conveniencia/congruencia interpersonal, es decir, qué tanto la persona que amas le viene bien a tu vida y qué tanto concuerda con tus metas, intereses y necesidades, e igual para el otro lado. A partir de ciertos límites, tal y como afirma Walter Riso: cuando no te aman, cuando se ve afectada tu autorrealización o cuando vulneran tus principios. El amor propio y el autorespeto comienzan a trastabillar y la dignidad personal pierde su potencia, así el amor insista y persista.
Si en verdad, tal como dicen algunos filósofos, el “amor verdadero” no tiene límites intrínsecos, pues, en las relaciones de carne y hueso habrá que ponérselos. Esto no implica “amar menos”, sino amar de una manera realista y decorosa. Es cierto que a veces no tenemos el poder de desenamorarnos a voluntad, pero sí podemos dejar de magnificar el amor y alejarnos de una relación afectiva destructiva, así sea con esfuerzo y dolor.4
“Lo veo venir”… el apocalipsis de una relación
El aplazamiento es el asesino de la oportunidad.
PABLO NERUDA
¡No da para más!
Generalmente cuando una pareja está llegando al fin de su relación, ambas partes lo intuyen mucho antes de que algunos de los dos decida poner un punto final. Es como si en el interior de cada uno de ellos aquello que los unía de pronto se quiebra, se lastima y no hay forma de repararlo. La rajadura, aunque le pongamos cualquier tipo de pegamento, seguirá estando allí. Quizás tratamos de estirarlo lo más que podamos pero tarde o temprano el desgaste, el desamor se apodera de uno de los miembros de la pareja. Lo más sano es decir “stop” a tiempo, ser sabios y amarse lo suficientemente bien a uno mismo como para no seguir lastimándose ni lastimar al otro. Como lo explica claramente el Dr. Gottman, quien habló del “apocalipisis de la relación” cuando esta llega al final. Veamos el análisis que él hace de esta etapa de la vida en una pareja:
Esta metáfora fue desarrollada por el Dr. Gottman, profesor de psicología en la Universidad de Washington y director del Instituto Gottman. Los cuatro jinetes apocalípticos permiten observar y analizar de forma puntual distintos estilos de comunicación que predicen con gran exactitud si las parejas se mantendrán unidas o no.
Crítica: a diferencia