El oficio del sociólogo en Uruguay en tiempos de cambio. Miguel Serna

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a la construcción de nuevos problemas y a la formulación de temas investigación. Participaron activamente feministas, en su mayor parte vinculadas a las fuerzas políticas progresistas. Por otro lado, los conocimientos alimentaron a las organizaciones en cuanto a la elaboración de agendas. Tuvo un rol protagónico uno de los centros privados creados en plena dictadura, el Grupo de Estudios sobre la Condición de la Mujer en Uruguay (GRECMU), promovido por la socióloga brasileña Susana Prates, con la activa participación, entre otras, de las historiadoras Silvia Rodríguez Villamil y Graciela Sapriza.

      A la salida de la dictadura se constituyó en 1984 la Concertación Nacional Programática (Conapro), a la cual se integró una Mesa de Concertación sobre la Condición de la Mujer que recogió las demandas de las mujeres, y se elaboraron documentos que sistematizaron los conocimientos disponibles. En esa etapa, los resultados de las investigaciones se volcaban inmediatamente en actividades de capacitación para activistas. Fue un período muy estimulante para la creación de conocimientos por esta íntima vinculación entre generación de conocimientos, capacitación y construcción de agendas.

      Se abordaron temáticas nuevas y nuevas formas de pensar la realidad. La preocupación fundamental era mostrar las discriminaciones, sacar a las mujeres de la invisibilidad, dar cuenta y denunciar las desigualdades entre varones y mujeres.

      Las principales áreas trabajadas fueron la historia de las mujeres y las discriminaciones en el mundo del trabajo. Las historiadoras estuvieron interesadas en la recuperación de la memoria histórica de las mujeres líderes sindicales y políticas.

      A mediados de los años 80, a mi regreso a Uruguay con el retorno de la democracia, me reintegré al Centro Interdisciplinario de Estudio sobre el Desarrollo-Uruguay (Ciedur), de cuyo grupo fundador formé parte. Retorné al país con la firme decisión de contribuir desde ese espacio a la consolidación de los estudios de género. Un papel muy importante tuvo el “descubrimiento” en el exterior de la producción de destacadas feministas latinoamericanas a través de sus textos y de los intercambios en distintos espacios académicos y militantes, además de haber “vivido” la diversidad de los feminismos de la región en el II Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe realizado en Lima en 1983. El Centro aprobó la creación de un área de trabajo sobre desarrollo y género y desde allí impulsé una investigación sobre el mercado de trabajo femenino en áreas urbanas del país, que reveló la heterogeneidad y la articulación entre las diferentes formas de trabajo femenino: asalariado, informal, en casas particulares y doméstico.2 Los resultados de la investigación fueron trabajados en talleres con activistas del movimiento sindical y publicados en fascículos dentro de una serie de la institución (“Uruguay hoy”) destinada a la difusión masiva.

      Desde el comienzo trabajamos sobre la base de que las funciones adjudicadas a las mujeres y la subvaloración de su experiencia eran una construcción social que no derivaba de sus diferencias sexuales. Superar las desigualdades se planteaba como una vía para democratizar la sociedad. Aunque se buscaba no solo describir las desigualdades sino también desarrollar una perspectiva crítica, predominaron los estudios descriptivos en los que la realidad social era presentada a través de las voces de las mujeres.

      En ese período la base del funcionamiento de los centros de producción de conocimientos fue la cooperación internacional. Se tejieron redes de relaciones con investigadoras de distintos países de la región, de Europa y Estados Unidos, “el colegio invisible” del que habló alguna vez Jeanine Anderson. Fue un período muy fermental por los intercambios entre académicas de distintas procedencias disciplinarias.

      Silvia Rodríguez Villamil realizó una exhaustiva crónica del desarrollo de los diferentes estudios y actividades de difusión en esta etapa fundacional –entre 1978 y 1988– que muestra de forma rigurosamente documentada cómo se fue configurando desde distintos enfoques un campo de estudio con un perfil propio.3

      Los cambios en los 90

      La década de 1990 estuvo signada por grandes cambios en la sociedad uruguaya y en el contexto internacional, que influyeron fuertemente en la producción de conocimientos en ciencias sociales.

      Se produjo un decaecimiento casi generalizado de los centros privados de investigación, como consecuencia del retraimiento del financiamiento externo y de las muy débiles posibilidades de trabajar sobre la base de recursos nacionales. A partir de 1994 me reintegré plenamente a la Universidad de la República (Udelar).

      Se fortaleció el desarrollo institucional de las ciencias sociales, en el ámbito universitario público y privado.4 A fines de la pasada década se iniciaron los primeros programas nacionales de posgrado, con bastante retraso respecto de otros países de la región.

      Por otro lado, cabe destacar que existió una mayor relación entre la academia y el sector público, el cual incorporó a expertos universitarios en algunos sectores sociales sometidos a procesos de reforma, como educación. También desde el sector público, especialmente desde el Instituto Nacional de la Mujer y la Familia, se contratan algunos estudios puntuales. Los apoyos de los organismos internacionales jugaron un papel importante en este sentido.

      Este cambio de escenario permitió desarrollar una articulación más plural con el sector empresarial y el sindical, así como con otras instituciones del Estado. Se plantearon nuevos desafíos a la producción de conocimientos al requerirse insumos precisos para la elaboración de propuestas de acción.

      Se incrementaron en sociología y economía los recursos técnicos al alcance de investigadoras e investigadores para la realización de estudios y diagnósticos. Los acuerdos interinstitucionales posibilitaron el acceso a la información producida por la oficina estadística nacional, lo cual hizo posible trabajar con un mayor nivel de profundidad, con nuevos desarrollos metodológicos, y en la construcción y actualización de indicadores de género, tanto a nivel nacional como departamental.

      Se incorporó una conceptualización más abarcativa centrada en las relaciones de género y las temáticas se ampliaron, abarcando las transformaciones en las relaciones sociales en distintas esferas. El mundo del trabajo y la participación política y social fueron algunos de los ejes temáticos privilegiados por la investigación, tratando de hacer realidad medidas tendientes a permitir un acceso equitativo de las mujeres a las distintas estructuras de poder y a los distintos ámbitos de la vida social.

      La trayectoria en el Departamento de Sociología

      Comenzamos en 1987 proponiendo seminarios temáticos optativos en el último año de la Licenciatura en Sociología. Incorporamos en esta licenciatura una Sociología Especial, también optativa, en el plan de estudios de 1991. La irrupción de esta temática no estuvo exenta de dificultades en cuanto a su legitimidad y autonomía respecto de otras subdisciplinas, como la sociología del trabajo o de la familia. Se logró integrar en la licenciatura, a partir de 1995, talleres centrales de investigación sobre relaciones de género.

      Se consiguió desarrollar, a partir de mi reincorporación plena a la vida universitaria en 1992, el Área de Sociología de Género (en ese momento, una de las cinco áreas del Departamento) que realiza actividades de investigación, docencia de grado y posgrado y actividades de relaciones con el medio (convenios y extensión). La creación de esta área fue posible por la política universitaria de promover la investigación científica mediante los llamados a concurso para aspirar a los fondos destinados a este fin. En esa etapa se investigó casi exclusivamente con fondos universitarios públicos derivados de llamados a concursos a proyectos, lo cual nos permitió mantener continuidad en nuestras actividades de enseñanza, investigación y relaciones con el medio.

      Los conocimientos generados en la investigación pudieron ser incorporados a la enseñanza de posgrado. El Departamento de Sociología inició una primera edición de Maestría en Sociología en 1998, y en ella se incorporó una focalización en género y sociedad para todos los estudiantes. En la segunda edición incluimos un módulo en la concentración temática sobre desigualdades sociales y políticas sociales y en la tercera edición y cuarta edición, un curso sobre desigualdades sociales que integró


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