El periplo del Ángel. LΩbΩ Fantasma

El periplo del Ángel - LΩbΩ Fantasma


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bien por haber plantado el miedo en los corazones de sus progenitores. Ahora harían todo cuanto ella comandara, y eso, la hacía sentir bien. Dios se me acercó mientras yo observaba a Julie desde la esfera que se les otorga a los ángeles de la guarda para cuidar a sus objetivos, y con gesto de reprobación suspiró.

      —Así que ya empieza a ceder a los designios de Lucifer. Está ganándome terreno con ella... —reprobó Dios negando con gesto triste.

      —¿Ambos competís por su alma? —pregunté sorprendido.

      —Luchamos y competimos por todas las almas.

      —¿Para qué?

      —Para la gran guerra entre el Paraíso y el Infierno.

      —¿Y por qué ella, si fue una malvada reina?

      —Manipulada por uno de los comandantes de Lucifer.

      —Pero… no lo entiendo, se supone que cuando uno escoge su bando ya no hay nada que hacer.

      —Su caso es especial gracias al sacrificio de Arsenio Aurah, él la salvó de la oscuridad. La hizo cambiar, sacrificó su alma por el bienestar de la de ella, por eso Inanna obtuvo su oportunidad de unirse a mí.

      —¿Qué pasó con Arsenio Aurah?

      —Para él fue como elegir bando, eligió sacrificar su alma al Infierno y Lucifer, ahora seguramente esté ardiendo en las llamas eternas o quizás permanentemente congelado.

      —¿No puedes salvarle?

      —No, lo único que podemos hacer es custodiar y guiar a Julie, para que no vuelva a caer en las garras de Lucifer.

      —¿Cómo? Se está descarriando, volviendo al lado oscuro y negativo.

      —Te dije que puedes guiarla y darle pistas. Darle aliento y protegerla, pero nunca influir directamente en su vida. Al final serán sus decisiones las que la llevarán a un lado o al otro.

      —Sigo sin comprender entonces por qué tanto dolor y sufrimiento en su vida.

      —Porque ella lo eligió así.

      La expresión de mi rostro cambió a súbita y repentina sorpresa.

      —¿Cómo que ella lo eligió? —interrogué ansioso.

      —¿Recuerdas que me viste hablando con ella? —me preguntó con una cálida sonrisa.

      —Sí, claro que lo recuerdo.

      —Hablábamos de su redención y cómo alcanzarla.

      —¿Estás diciéndome que es un alma privilegiada?

      —Sí, aquella integrante del grupo reducido de almas que puede escoger cómo será su vida para alcanzar el perdón y entrar aquí en el reino de los cielos.

      —Pero aun así, ¿no crees que debías intervenir?

      —Ya lo hago.

      —¿Cómo?

      —A través de ti.

      Y se marchó con esa cálida y serena sonrisa en su rostro, dejándome con esa reflexión en mi mente, ¿qué querría decir con esas palabras?, ¿cuál era el alcance de la profundidad de las mismas?

      A pesar de mi clara reticencia a limitarme a ser única y exclusivamente un simple observador pasivo, seguí cumpliendo mi cometido. Julie conoció a un joven bastante apuesto y aunque se mostró desconfiada al principio, con el tiempo le fue abriendo su corazón y en cuestión de dos meses decidieron ser novios. Yo notaba cómo la semilla oscura del odio, el rencor y la venganza iban desapareciendo paulatinamente del corazón de una joven niña de casi dieciocho años… la veía sonreír, la veía disfrutar de la compañía de su tan amada pareja. Él la hacía sonreír con sus bonitas palabras y sus atenciones caballerescas. En poco tiempo más comenzaron a hacer planes de futuro, e incluso decidieron irse a vivir juntos. Pero por causa de un destino cruel y nefasto, o por lo implacable que llega a ser nuestra madre y creadora con sus pruebas, Julie sorprendió a su tan amado y apuesto novio con otra chica en la cama. Mi pena por mi protegida creció exponencialmente, de forma proporcional a las nefastas consecuencias de dejarse llevar por la ira. Casi mató a golpes al que hasta entonces fue su amado, y a su amante la dejó en coma de tal paliza que le propinó, pero tuvo la suerte de que nunca nadie habló de aquello.

      Julie se sumió en una oscuridad inenarrable y su alma cayó en un tormento indescriptible. Rezaba y nos pedía a los ángeles y a Dios que acabáramos con su sufrimiento, hasta que se dormía agotada por las lágrimas derramadas mientras se abrazaba a su almohada, pues no tenía a nadie que la consolara o que quisiera escucharla –al menos, no alguien que ella supiera–. A pesar de su dolor, de toda la negatividad que la rondaba y de que tenía todo en su contra, no podía esconder los gritos de su alma agonizante, pidiendo AMOR.

      Durante varios días estuvo sin probar bocado, sin salir de su habitación, regodeándose en el más pesaroso de los dolores. Hasta que una noche… alguien la visitó, ¿o quizás siempre estuvo ahí? Era uno de los agentes de Asmodeo, que acudió en busca de Julie, alertado por sus emanaciones de negatividad y tormento. Observé que iba a tentarla, y por primera vez desobedecí una orden directa de Dios, acudiendo en auxilio de esa chiquilla, plantándome ante ese enviado del atormentador.

      —¡Atrás demonio! —exclamé con toda la fuerza atronadora de los cielos, mientras la chiquilla dormía ignorante de esta escena.

      —¡TÚ! ¿UN ÁNGEL? —replicó él, siseando a través de sus dientes serrados y la cara desencajada por el odio. Me pareció muy extraño, pero su gesto de decepción parecía revelar que me conocía.

      —¡Vuelve al Infierno del que procedes y diles a tus líderes que yo protejo y custodio a esta niña! —amenacé apuntándole con mi espada envuelta en llamas doradas.

      —¡No es posible! ¡Tú no debes estar protegiendo a esta desdichada! ¡Su alma le pertenece al amo Lucifer desde que ella hizo un pacto con Shatán! ¡Y yo, Rasgothz, seré quien se la lleve!

      —¡Jamás permitiré que caiga de nuevo en vuestras garras!

      —¡No eres más que un apestado, un angelucho de tres al cuarto, no tienes poder sobre nosotros y jamás impedirás que recuperemos el alma de Inanna!

      Aquello para mí fue suficiente provocación y desaté mi ira sobre aquel pobre emisario del Infierno, al que troceé con mi espada en una rápida sucesión de tres golpes, que silbaron al rasgar el aire. Julie se despertó sobresaltada y tras olfatear un poco el aire preguntó: «¿Azufre?». Eso fue una clara indicación de que Rasgothz, casi se había materializado en el plano físico para cumplir con sus fechorías sobre ella. He de confesar que me inquietó aquel brillo en los ojos de Julie al reconocer el olor de un demonio…

      Días después, poco antes de despertar con el amanecer, pude observar que se revolvía en sueños. Parecía tener una pesadilla. Quise adentrarme en su mente y cuando lo hice me quedé impresionado, e incluso sentí temor; vi al ser que provocaba que ella estuviera sudando y moviéndose inquieta en sueños. Era él… sus rasgos eran inconfundibles; todos los rumores, mitos y las pocas leyendas que hablaban de él se quedaban cortas, muy cortas. Su pelo corto, blanco y ligeramente de punta, sus dos alas de bronce, su piel roja carmesí como la sangre, y sus ojos… esos ojos de color dorado, cuya mirada acompañada de sus finos rasgos, eran capaces de ahondar en lo más profundo de ti y provocarte el terror jamás contado, apoderándose de todo tu ser. El único que fue capaz de plantarle cara a Inanna como igual una vez convertida en La Reina Serpiente: Arsenio Aurah.

      En los sueños de Julie con Arsenio parecían repetirse una y otra vez las mismas escenas: su primer encuentro, el pacto que hicieron e incluso cómo se enamoraron el uno de la otra aunque fuesen seres malvados. ¿Cómo dos seres tan depravados, capaces de aniquilar a toda la población entera de la aldea natal de uno de ellos, sin pestañear siquiera al matar a una criatura inocente como lo era un niño, eran capaces de sentir un amor tan puro y sincero el uno por la otra? Y como si de providencia se tratara, Dios apareció ante mí


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