Otros colores para nosotras. Jimena Arnolfi
(trece poetas) reunidas para el conjuro. Conjuro (definición de la RAE): 1. m. Acción y efecto de conjurar (decir exorcismos). 2. m. Fórmula mágica que se dice, recita o escribe para conseguir algo que se desea.
13, en toda su conjugación de vida y muerte, número de reinvenciones, de renacimientos.
Hay en el decir poético un acto de creación y comunión (una comunión que pone en común las diferencias) para exorcizar lo que busca atacar y debilitar nuestras potencias. Hay también reflexión, reposicionamientos y un pensar que adviene desde otro lugar (desde lo rítmico y musical como lo propio de la poesía).
En cada conjuro hay puntos que se enlazan, que se encuentran, que coinciden parcialmente con otros. Algunos de éstos son, por ejemplo, la voluntad de armar una genealogía de mujeres en relación a sus afectaciones compartidas: abuelas, madres y las hijas que hablan, que escriben para retornar, curar y volver como en este poema de Flor Codagnone: «Regresa a la beba que fue / a la niña, a la joven, / vuelve a la madre, a la abuela / a las generaciones de mujeres / que la parieron y que lleva en sí, / se descamina la mujer, / se retorna».
Las des-fijaciones de lo dado aparecen invocando lo más cristalizado, antiguo y singular, a la vez: «Una casa no siempre es una casa; / puede ser la excusa para una renuncia. / Tal vez así fue para vos, mamá. / Un ejercicio solitario en medio de la espesura» dice Valeria Cervero. La poesía se vuelve así espacio de deconstrucción y testimonio.
O inquietud que se vuelve en la voz y configura un yo lírico que cuestiona sus locaciones y se define: «A mí no me cuesta adaptarme. / Me cuesta permanecer» (Paula Giglio).
Conjurar la genealogía de mujeres para recrearse y construir nuevos lazos familiares, nuevas maternidades menos exigentes y más humanizadas, con un viaje que es otra vez hacia atrás y hacia adelante en el tiempo, como en este poema de Jimena Arnolfi: «No debería enojarme con mi bebé, / dice el artículo de pediatría, / soy el único mundo amable y amoroso. / Retengo hacia adentro todo este miedo. / Qué presión ser el único mundo amable y amoroso». O como en este otro de Luciana Reif, que barre con el lastre de la mujer inmaculada: «Pienso en su cuerpo joven, / en lo bello de una madre / antes de ser madre, / cuando solo es mujer.».
El cuerpo y sus deseos, sus búsquedas expuestas al compartir poético «ser lesbiana no es saber / Armar un clima íntimo / La intimidad es una cerveza que ha pasado / Demasiadas horas en el frízer y ahora explotó» (Micaela Szyniak)
Y en ese decir llano, el cuerpo también emerge como poder, como territorio en disputa, en tensión, en su dimensión pública, política, donde el yo no se pierde, se realza: «No tengo un cuerpo, / soy un cuerpo / por eso intentan / decidir sobre mí.», afirma Tamara Grosso.
Hemos hecho aquí un breve repaso por algunos de los versos de estas trece poetas para dar muestra de los puntos en que cada tejido se enlaza a otro, para introducir el mosaico de voces singulares y potentes que componen esta antología.
Hay en el conjuro una magia que reside en la pronunciación. En general, se trataba de frases escritas en latín o griego, que al decirse generaban un efecto inmediato en la realidad. Nuestros conjuros no están escritos en ninguna lengua muerta, sino más bien en una lengua, que más viva que nunca, hace con el ritmo y su pulsión deseante, para crear nuevos mundos, nuevos modos de ser posibles.
Verde, naranja, azul eléctrico. Otros colores para nosotras. Refundar el campo de lo anhelado a partir del color, colores que son emblemas de luchas en la calle pero también de pequeñas batallas en lo cotidiano, de lo micropolítico. «A veces la rebelión consiste en corromper tu tejido regalándote lanas de otros colores» nos dice Natalia Leiderman en un poema que inspira el título de este libro.
Sigamos buscando, entonces, nuevos hilos de nuevos colores para enlazarnos, nuevos colores para nuevas banderas, nuevos poemas que sean conjuros.
Bárbara Alí – Roxana Molinelli
Buenos Aires, diciembre 2018
JIMENA ARNOLFI
Jimena Arnolfi vive en las afueras de la ciudad de Gualeguaychú, en la provincia de Entre Ríos. Sus textos circulan en antologías, revistas y publicaciones online. Es autora de los libros Hay leña (Caleta Olivia, 2017), Todo hace ruido (Editorial Pánico el pánico, 2013) y las plaquetas Metafísica (La Fuerza Suave, 2015) y Defensa personal (Nosotros Editorial, 2018) en edición bilingüe español / portugués. Su poesía fue traducida al francés, inglés, italiano y portugués. Edita el blog «El poema del momento».
Los siguientes poemas son fragmentos de un libro inédito escrito durante su embarazo y puerperio.
ESTADO DE SITUACIÓN
Con una mano sostengo a mi hija
y con la otra escribo.
La vida es un tablero
cuidadosamente armado
que todo el tiempo se da vuelta.
Cuando digo que nos entretenemos,
me refiero exactamente a eso:
Nos tenemos entre nosotras.
LA DECISIÓN
El útero es el órgano
más fuerte que tiene el cuerpo.
Por su elasticidad,
es el músculo que más crece
y el que puede cargar más peso.
Un fenómeno natural
me empuja al límite.
Este sentimiento existe.
Soy un pequeño país tropical
a la espera del gran tornado.
Quiero narrar adentro
mientras todo se derrumba.
Caen las casas, caen los árboles,
la rigidez no resiste.
El parto arrasa con lo que hay.
Las palmeras tienen un secreto,
sobreviven porque son flexibles.
En medio de la transformación,
escribo para dejar constancia.
LA LENTITUD
Amamanto a mi hija y en silencio,
miro por la ventana cómo la lluvia moja
la ropa que colgué hace un rato bajo el limonero.
Aprendo a estar quieta.
La paciencia no pertenece al tiempo.
Algo empieza de nuevo
cuando no hay de dónde aferrarse
ni siquiera con una mano.
LA RUTINA
No debería enojarme con mi bebé,
dice el artículo de pediatría,
soy el único mundo amable y amoroso.
Retengo hacia adentro todo este miedo.
Qué presión ser el único mundo amable y amoroso.
Porque quién sabe, viviendo, tener vida.
Y más difícil darla y cuidarla y salvarla.
Sin saber de construcción, todos los días
levanto